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Transcripción | Robert Ciranko: Jesús es la sabiduría personificada (Prov. 8:30)


João123

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Robert Ciranko: Jesús es la sabiduría personificada (Prov. 8:30)

 El texto de hoy está en Proverbios, capítulo 8.
Ahí se habla de la sabiduría como si fuera una persona, es decir, como si la sabiduría pudiera hablar o hacer cosas.
Siempre hemos dicho que esto se refiere a Jesús antes de venir a la Tierra.
¿Y cómo le podríamos demostrar a alguien que esto es así?
La clave está en Proverbios 8:22.
Vamos a leerlo.
Ahí dice: “Jehová me produjo como el principio de su actividad, el primero de sus logros de hace mucho tiempo”.
Bueno, sabemos que Jehová siempre ha existido y que siempre ha sido sabio.
Ni Jehová ni su sabiduría tuvieron un principio.
Así que la sabiduría no fue creada ni producida.
Pero Jesús —“el primogénito de toda la creación”— sí fue producido.
Fue la primera de todas las obras de Jehová.
En este capítulo, se describe a la sabiduría como si fuera una persona que habla y actúa de forma sabia.
Fijémonos en que el versículo 4 comienza con comillas porque ahí la sabiduría empieza a hablar, y lo sigue haciendo hasta el final del capítulo.
Versículo 4: “A ustedes, a toda la gente, los estoy llamando; alzo mi voz para dirigirme a todos”.
El 6: “Escuchen, porque lo que digo es importante, mis labios hablan lo que es justo”.
Versículo 20: “Ando por el camino de la rectitud, en medio de los senderos de la justicia”.
Esos versículos se refieren a Jesús, a quien en 1 Corintios 1:24 se le llama “la sabiduría de Dios”.
Y el apóstol Pablo dijo en Colosenses 2:3 que en Cristo “están cuidadosamente ocultos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.
Y, desde luego, como el portavoz de Dios, Jesús —“la Palabra”— imita a la perfección la sabiduría de Jehová.
Además, el texto de hoy nos muestra que hace mucho tiempo “la sabiduría de Dios” —Jesús— trabajó al lado de Jehová.
Leamos el versículo 30: “Yo estuve junto a él como un obrero experto.
Día tras día su mayor alegría era yo, y siempre me sentía feliz delante de él”.
Así que Jehová —el Creador— utilizó a su Hijo como un “obrero experto”.
Como dice Colosenses 1:16, “por medio de él todo lo demás fue creado en los cielos y en la tierra”, desde las criaturas espirituales hasta el vasto universo.
Eso incluye la Tierra y su asombrosa variedad de animales y plantas, así como la obra maestra de la creación terrestre: el ser humano.
El libro “Ven y sé mi seguidor” nos dice que podemos asemejar la colaboración entre Jehová y Jesús “a la de un arquitecto y un constructor.
Este último se especializa en realizar los ingeniosos proyectos del arquitecto”.
A diferencia de lo que puede pasar cuando los humanos trabajan juntos, como un arquitecto y un constructor, Jesús no buscó atajos en su trabajo y no cambió los diseños de Jehová.
Y Jehová no controló hasta el último detalle del trabajo que realizó Jesús con esos diseños.
Jehová y Jesús deben haber colaborado muy bien desde el inicio de cada uno de sus proyectos, porque demostraron que sin duda eran un equipo excelente.
Hablemos de solo uno de sus impresionantes logros, el que se menciona en el versículo 27: “Cuando él [Dios] preparó los cielos, yo [el “obrero experto”] estaba allí”.
No resulta nada fácil para nosotros entender lo inmenso que es el universo.
Cuando Albert Einstein publicó su teoría de la relatividad en 1905, él y muchos científicos creían que el universo era solo una galaxia, la Vía Láctea.
La verdad es que no tenían ni idea de lo enorme que es el universo físico.
Pero los científicos han seguido investigando.
Seguro que han oído hablar del telescopio espacial Hubble.
Es más o menos del tamaño de un autobús y ha estado dando vueltas alrededor de la Tierra desde 1990 a una distancia de 547 kilómetros (340 millas).
Los astrónomos lo enfocaron hacia una zona que se veía vacía, sin estrellas, sin nebulosas, sin galaxias… Y eligieron un pequeño punto de esa zona, más o menos lo que veríamos por un agujero del grosor de un lápiz.
Entonces dejaron abierto el lente de la cámara por más de 100 horas para captar toda la luz posible mientras fotografiaban ese punto del espacio.
¿Y qué fue lo que vieron?
Una enorme variedad de miles de galaxias en solo ese pequeñito punto del universo.
Estas son algunas de las galaxias más lejanas que el ser humano ha podido observar: algunas con forma circular, otras en espiral, otras irregulares… Con razón los astrónomos dicen que hay decenas de miles de millones de galaxias en todo el universo.
Y eso es hasta donde sabemos.
Podría haber muchísimas más.
A todos nos maravilla la inteligencia tan grande que demostraron el Creador y su “obrero experto” al producir el universo físico.
Hablando de las limitaciones que tiene el ser humano para comprender las cosas que existen a nuestro alrededor, el escritor Bill Bryson dijo: “Vivimos en un universo cuya edad no podemos calcular del todo, rodeados de estrellas cuya distancia de nosotros y entre ellas no podemos conocer, lleno de materia que no somos capaces de identificar, que opera según leyes físicas cuyas propiedades [y noten cómo concluye] no entendemos en realidad”.
Sin embargo, con elegante sencillez, las primeras palabras de la Biblia dicen lo siguiente: “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”.
Y un poquito más adelante Jehová dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen”.
Aquí Jehová le habla al “obrero experto”.
¡Qué agradecidos estamos de que Jehová nos explicara cómo llegaron a existir todas estas cosas!
Cuando miramos al cielo por la noche y vemos las estrellas, seguramente nos sentimos igual que David.
Leamos juntos Salmo 8:1 Salmo 8:1: “Oh, Jehová nuestro Señor, ¡qué majestuoso es tu nombre en toda la tierra!
¡Has puesto tu esplendor hasta por encima de los cielos!”.
Versículos 3 y 4: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente y el hijo del hombre para que lo cuides?”.
Para saber la respuesta a esta pregunta, recordemos lo que Jesús sentía por su proyecto favorito.
Vamos de nuevo a Proverbios 8, y leemos el 31: “Yo me alegraba por la tierra, hecha para ser habitada, y les tenía un cariño especial a los seres humanos”.
Recordemos que en el versículo 30 Jehová dijo que el “obrero experto” —Jesús— era “su mayor alegría”, es decir, que sentía por él un cariño especial.
Y aquí, en el 31, vemos que Jesús siente “un cariño especial” por nosotros —los seres humanos— y desea que disfrutemos al máximo de la vida.
Esto lo vemos en el versículo 32: “Y ahora, hijos míos, escúchenme.
¡Felices los que siguen mis caminos!”.
Versículo 35: “Porque el que me encuentra a mí encontrará la vida y recibirá la aprobación de Jehová”.
Entonces, ya que sabemos que Jesús es la sabiduría personificada, tenemos que escucharlo y aceptarlo como el medio que Jehová utiliza para salvarnos.
Ahora bien, ¿cómo podemos mostrarles nuestro amor, nuestro tierno cariño, a Jehová y a Jesús, el Creador y el “obrero experto”?
Bueno, pues tenemos que cumplir con la responsabilidad que se nos ha dado como “colaboradores de Dios” y discípulos de Cristo.
El texto de hoy se tomó de un artículo de La Atalaya titulado “Trabajar con Jehová nos hace muy felices”.
Y ese artículo nos habla acerca de un trabajo que nos hace sentir felices de verdad y nos dice el por qué.
 

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