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—La cosa intrigante—


moyens

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Nuestro recordado y ya desaparecido hermano He'Mem (este buen y leal siervo de Jehová fue parte del staff de esta página y aporto muchos archivos en especial de poemas y de reflexión que fueron muy apreciados en su momento) era muy original en sus escritos, por favor lean este escrito y ven lo muy creativo que era......

 

—La cosa intrigante—Reflexión

La conocí un día. Siendo apenas un bebé me topé con ella. Debo admitir que cuando la vi por primera vez, nunca pensé que sería tan peligrosa y seductora. Muchos me han hablado de ella. Pero no di crédito a sus palabras de advertencia. Parecía tan poca cosa, frágil, de fácil dominio. Jamás imaginé el poder que con el tiempo tendría sobre mi.
Cuidado!, puede ser muy peligrosa, incluso fatal....” “Patrañas”, pensé. No hay nada que sea fatal, a menos que uno lo permita, protesté. Bueno, como todos, pequé de iluso. Cándido, diría yo. Claro que eso lo vengo a concluir ahora. Ahora, cuando ya el daño está hecho. Creer que uno conoce bien algo, es una cosa. Conocerla en realidad, otra muy distinta. Nos pasa a todos. Solo cuando ha pasado mucho tiempo, y uno da una mirada en retrospectiva, puede ver en su real dimensión las cosas. También “la cosa”.
Uno puede ver que el tiempo permite evaluar mejor las cosas. Con fría y mordaz franqueza, el tiempo nos dice lo tonto o sabios que fuimos para con ella...”la cosa intrigante”. Y en mi caso, tendré que concluir que fui un tonto. O para no ser tan duro conmigo mismo, un iluso. Minimicé tontamente la influencia que tendría sobre mi. Sin pretender excusarse ni escudarse en el viejo adagio de que “mal de muchos es consuelo de tontos”, debemos reconocer que son muy pocos los que logran mantenerse en pié delante de... “la cosa”.
Reconozcamos que es muy común verla llegar sutil e imperceptiblemente a nuestro lado. Casi como por puro azar. Nos da una sola mirada... a veces eso solo basta, y nos atrapa irremediablemente. Claro está que no siempre termina siendo perjudicial. Alguien dijo por ahí que puede ser tan ambigua como una navaja. Si se la usa correctamente, puede suavizarnos el cutis y la piel, dejándola tersa y agradable. O puede simplemente cortarnos el cuello.
Imagínese mi extrañeza cuando escuché esta comparación por primera vez. Me pareció tan fuera de lugar. Tan inapropiada para referirse a “la cosa”. Pero ahora, desde una mejor óptica, he comprobado que ha cortado mas cuellos que suavizado cutis. Es realmente peligrosa esta “cosa”, cuando no se le usa con cuidado. Pero creo que nadie jamás pensaría vivir sin ella. Tiene su encanto después de todo.
Oscuro panorama para quién no la llega a conocer bien...¿verdad? Pero sin ella ¿qué sería de nosotros?. “La humanidad sería más feliz sin ella”, dijo alguien una vez. Creo que se equivoca. La necesitamos. Dejaríamos de ser humanos si no contáramos con ella. “¿iluso?”... ¿será cierto que lo somos al creer que la necesitamos?. Vamos, después de todo contamos con la inteligencia y la experiencia acumulada. ¿No nos basta? Rotundamente...NO. Le faltaría la sazón. Y “la cosa” es la sazón.
Sí, ella le da “sabor” al conocimiento, a la investigación. Es la antesala del conocimiento y el intelecto. ¿Tanto así? Tanto así. Si no pregúntele a mi vecino, quien se ufana diciendo que gracias a ella hoy es Ingeniero Civil con Membresía y Doctorado en no sé cuantas cosas. Yo no creo que sea tanto así en el caso de él...pero si él lo dice... De todos modos todos tenemos algo que agradecerle al fin y al cabo. Definitivamente.
Instantáneamente se nos acabaría la razón de levantarnos cada mañana, si no la tuviéramos; el motivo para ir a estudiar lo que nos gusta; las ganas de conocer nuevas amistades; visitar lugares exóticos. En fin... de disfrutar de su “ladino” encanto, un encanto... peligroso sí. ¿No seremos un poco mórbidos?... ¿?... Noooo. Mas bien exquisitamente... intrigantes. Y no es cosa de adrenalina si no, amor al riesgo... ¿¿??... ¿no es lo mismo?
Dicho sea de paso, es lógico que no nos guste que nadie ni nada (ni siquiera la “cosa”) nos diga lo que tenemos que investigar o estudiar. Es cosa de gustos. Y como dicen en la sabiduría popular “en cosa de gustos...”. Pero uno no puede dejar de pensar que no siempre es malo dejarse aconsejar, especialmente si el consejo es equilibrado y sabio. ¿Será sabio hacer caso a las sugerencias de “la cosa”?. La verdad es que asusta. Especialmente cuando se ven los resultados mayoritariamente adversos de los que se han dejado seducir por ella.
Aclaremos, eso sí, que no pretendemos asustar a nadie. No. Pero es necesario un poco de precaución. No sea que nos dejemos llevar por los “cantos de sirena” con que la “cosa” nos seduce y atrae. No podemos tampoco caer en la candidez extrema. Ni en ninguna candidez. ¿No le resulta atemorizante que en este mismo momento podemos estar siendo conducidos como “toros al matadero” por la enigmática cosa, y ni nos hayamos percatado de ello?
Debemos concluir, finalmente, que aunque no nos agrade reconocerlo, siempre esta “cosa intrigante” nos conducirá a dónde ella quiera si no la controlamos como con las riendas de un corcel. Y usted no está exento de ella... ni por un momento lo piense...¿No lo cree? ¿Y quién cree que lo trajo hasta el final de estas líneas?. Si junta las letras en negritas del lado izquierdo la descubrirá.... ¡Qué miedo! ¿Verdad?.....


¿Podrá dormir esta noche, después de esto?... Nia, ja, JA, JA, JA, Jua,jua,juaaaaaaaaa..
 

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