👇🏻
“Y han edificado los lugares altos de Tófet, que está en el valle del hijo de Hinón, a fin de quemar a sus hijos y sus hijas en el fuego, cosa que yo no había mandado y que no había subido a mi corazón.” (Jeremías 7:31.)
EN LOS días de los reyes de Judea Acaz y Manasés, la nación de Israel cayó en el lazo de la adoración depravada de las naciones vecinas. Esto incluía el sacrificar a sus hijos a Mólek. (2 Crónicas 28:3; 33:6, 9.) Aunque el rey Josías abolió después muchas de las prácticas “detestables”, “Jehová no se volvió del gran ardor de su cólera, con que ardía su cólera contra Judá por todas las cosas ofensivas con las cuales Manasés los había hecho ofender”. (2 Reyes 23:10, 26.) ¿Por qué? ¿Qué hizo que la transgresión fuera tan “ofensiva” que no podía perdonarse?
En este documento se analizan aspectos relacionados con los fenicios y su degradante adoración relacionada con el sacrificio de los hijos, el cual puede ayudarnos a explicar a nuestros estudiantes y a cualquier persona el porqué Jehová Dios ordenó a los israelitas no seguir su ejemplo, su exterminio y no asociación. La historia de los fenicios empieza después del Diluvio con Canaán, hijo de Cam y nieto de Noé. Canaán fue el progenitor de once tribus, una de las cuales, los sidonios, descendía de Sidón, su primogénito. (Gé 10:15-18; 1Cr 1:13-16.) Así que los sidonios eran cananeos. (Jos 13:4-6; Jue 10:12.)