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Transcripción del Informe de la sucursal de la República Democrática del Congo
Por jonh_lsm
Transcripción del Informe de la sucursal de la República Democrática del Congo.
Formato EPUB y PDF.
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INFORME DE LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO: FECHA 28-07-2023
Por MaccarroneRober
Queridos hermanos recien acabo de transcribir el informe de la República Democrática del Congo, y ahora a compartirlo.
Datos muy buenos, aunque sufrieron como en todo el mundo de la Pandemia COVID-19. Han tenido 5 veces más de concurrencia sobre la cantidad de publicadores.
113 Comités de socorro repartieron 3.000 toneladas de alimento, fue un testimonio muy grande sobre como Jehová ayuda y cuida a su pueblo, y la gente de otras religiones.
Que bueno es saber estos detalles, nos pone contentos y así sabemos como están nuestros hermanos en la fe a travéz del Planeta.
Los saludo con mucho cariño y esperamos que Jehová nos siga cuidando y protegiendo de todo lo malo que pasa en este mundo cuyo gobernante es el Diablo.
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ARCHIVO DE UNA ADORACIÓN MATUTINA DE LA CENTRAL MUNDIAL, LLAMADA DE LAS PRIMERAS. Stephen Lett - El orgullo conduce al desastre (Prov. 16:18)
Por MaccarroneRober
Estoy tratando de completar las adoraciones, primeras que se han subido al sitio, algunas no tienen subtitulo, está si, entonces ya tenemos más de 150 entre todas. faltan algo como 70 más, Jehová primero las iremos completando con el curso de los próximos días.
Un abrazo para todos. An de paso, subí el archivo ¿Cómo es trabajar con los testigos de Jehová? Mientras iba escribiendo el texto y agregando las imágenes, note que no se escucha la voz de ningún testigo, solo hablan los contratistas, claro, los testigos no vamos a hablar de nosotros mismos, "mejor que te alaben los labios de un extranjero, en vez de hacerlo nosotros mismos.
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ARCHIVOS PARA LA REUNIÓN DE ENTRESEMANA FECHA: 31 DE JULIO AL 06 DE AGOSTO 2023
Por MaccarroneRober
Queridos hermanos, acá les comparto estos archivos para la semana del: 31 DE JULIO AL 06 DE AGOSTO 2023
Siempre son los dos formatos, word y pdf, y con variante de que algunos no tienen imágenes. Es solo el texto.
Es un placer estar conectados varios días a la semana con ustedes que son colaboradores y valoran el trabajo personal como el de otros colaboradores. Desde Argentina, les saludamos con mi esposa Carolina y nos veremos pronto.
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Consideracion para predicacion
Por Ivan Ordoñez
Para considerar en las reuniones de predicacion (recuerde no debe durar mas de 7 min).
Temas:
-Usemos los tratados para difundir las buenas nuevas
-Revistas para todo tipo de público
-¿Seré un buen compañero?
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- predicacion
- tratados
- (y 1 más)
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Programa de acomodadores
Por Ivan Ordoñez
Idea para un programa de acomodadores/microfonistas
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- programa
- acomodadores
- (y 1 más)
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niños Hoja de actividades para las reuniones para niños
Por Ivan Ordoñez
Configura la impresora para imprimir por ambos lados y dobla por en medio.
Se imprime en hoja tamaño carta, al doblarla quedan 4 paginas.
Actividades:
-Escribir su nombre
-Escribir dos perlas
-Anotar la cantidad de veces que escucha una palabra
-Anotar el nombre del orador
-Dibujar la corbata del orador
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Manual para crear cuenta en JW.HUB
Por Ivan Ordoñez
Solo es para crear la cuenta.
Si necesita acceso a solicitudes necesita hablar con el Secretario de la congregación.
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RECOPILACIÓN DE TEXTOS BIBLICOS EXPLICADOS: FECHA 24-07-2023
Por MaccarroneRober
Hola queridos hermanos y amios, les estoy compartiendo la recopilación de la sesión: Textos de la Biblia explicados, con fecha: 24-07-2023
Es un placer seguir una serie que se publica en el sitio y aglegarlo a toda la lista de los que se han subido al sitio.
Recuerden que cada explicaciión de los textos tiene un agregado en un frase o comentario que anima a pensar como explicar el texto de la Biblia, esta vez, se arego el último que es que se ha subido al sitio JW.
Y la frase es esta:
¿Es posible sentir paz perfecta? ¿Quiénes son los “de firme propósito”?
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RECOPILACIÓN DE ADORACIONES MATUTINAS: FECHA 22-07-2023
Por MaccarroneRober
Queridos hermanos y amigos, acá les aportado este archivo que tiene que ver con las "Adoraciones matutinas" según las Escrituras Hebreas. La fecha es: 22-07-2023.
Como siempre el motivo es el amor a toda la hermanad, y que pueda ser útil para los hermanos, como parientes, otros hermanos y en particular con los cursos bíblicos.
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SOLO LISTA DE RECOPILACIONES DE ADORACIONES MATUTINAS DE LA CENTRAL MUNDIAL: FECHA 22-07-2023
Por MaccarroneRober
Queridos hermanos acá les comparto la lista actualizada de las adoraciones en español subidas al sitio y tiene como fecha: 22-07-2023
Como siempre, estoy tratando con la ayuda de Jehová, de estar al día con todos los archivos teocráticos. Confío que sea útil para todos ustedes. Desde Argentina y junto a mi esposa Carolina les enviamos nuestro amor cristiano.
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ADORACIÓN MATUTINA DE LA CENTRAL MUNDIAL: FECHA 22-07-2023
Por MaccarroneRober
Hola queridos hermanos, completé la segunda adoración matutina de la Central Mundial es: Christopher Mavor Averigüemos cuáles son nuestros motivos (Prov. 16:2)
Realmente, este discurso es fortalecedor, al recordar que nuestro corazón es traicionero, y hay que luchar por ser obedientes a Jehová y dejar de pensar en nosotros, sino pensar en lo que le agrada a nuestro Dios Jehová. Esperemos que les sea de utilidad. Siempre les recuerdo a los hermanos con quien comparto transcripciones, que el texto no cambia el ver el video, ver las expresiones faciales del orador y con que intensidad habla en su discurso, y luego si uno quiere recordar partes del mismo, es bueno tener a mano el texto de todo lo que se habla en el video.
Aprovecho para enviarles mis cariños más sinceros junto a mi esposa. Desde Argentina y para todo los que están esparcidos por todo el mundo les deseamos muchas bendiciones de parte de Jehová.
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ADORACIÓN MATUTINA DE LA CENTRAL MUNDIAL - NUEVO DISCURSO: FECHA 22-07-2023
Por MaccarroneRober
Queridos hermanosy amigos, les comparto una de las adoraciones que se subieron en el día de ayer al sitio y es un placer transcribirlo y compartirlo. Como breve adelanto, estamos bien alimentados por el Esclavo Fiel y Prudente, y en especial con la revista La Atalaya y por sobre todo se nos anima a luchar por la unidad, en la familia, con los hermanos, coin la congregación, con la organización, no importa donde sirvamos, si es Betel o en el pueblo donde nacimos y crecido.
Agradecemos a Jehová y vaya la gloria solo a él por todo lo que nos dá. Lo nuestro es solo compartir, y esperamos que sea útil para su estudio personal y que puedan compartir con aquellos hermanos mayores, o enfermizos que no pueden hacer de la tecnología algo sencillo, como quizás no nos cuesta tanto a otros.
Desde Argentina y con mi esposa Carolina les enviamos nuestros más sinceros cariños de hermanos.
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actividades 2023-07-24
Por Flamisell
Comparto con vosotros la hoja de actividades para la reunión VMC de esta semana. Son una iniciativa personal, sin ninguna vinculación a la página oficial de los Testigos Cristianos de Jehová (jw.org) con el único propósito de ayudar a los más pequeños a seguir con atención las reuniones de entre semana.
Muchas gracias a todos vosotros y espero que todo siga siendo para la honra de Jehová (Salmo 145:2)
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RECOPILACIÓN Y ACTUALIZACIÓN DE LA SERIE DE ARTÍCULOS: ESTEMOS SIEMPRE VIGILANTES
Por MaccarroneRober
Hola queridos hermanos y amigos, les comparto este material actualizado de la recopilación: ESTEMOS SIEMPRE VIGILANTES. Ola de calor mundial en el 2023 | ¿Qué dice la Biblia?
Siempre que aparece un tema nuevo de alguna serie, estaré dispuesto a recopilar y enviar el contenido. Espero que sea útil para todos ustedes. Aprovecho para enviarles nuestros cariños con mi esposa y desear seguir haciendo la voluntad de Jehová y obtener su aprobación.
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ARCHIVOS PARA LA REUNIÓN DE ENTRESEMANA FECHA:24 AL 30 DE JULIO 2023
Por MaccarroneRober
Hola queridos hermanos y amigos, acá les comparto la información por medio de archivos para la reunión de entresemana Fecha: 24 AL 30 DE JULIO 2023.
Verán que están en varios formatos, desde word y pdf, algunos vienen sin imágenes. Y como siempre, con: párrafos, negritas, cursivas y recuadros en la imágenes.
Desde Argentinas, les envío los saludos míos y de mi esposa Carolina, deseando que la Bondad de Jehová esté con todos nosotros y toda la hermandad sobre la Tierra.
Será hasta el próximo encuentro.
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Semana 17-23 de julio respuestas a la parte: La obediencia nos protege.docx
Por pabloyfatima
Es casi una transcripción del vídeo, aunque no está todo están las respuestas a las preguntas. Espero que les ayude.
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Estudio de la 1ª carta de Juan cap 5 .docx
Por Erich2030
Estudi
CAPÍTULO 5 Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios. Y todo el que ama al que causó el nacimiento ama a quien ha nacido de él. 2 Por esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. 3 Porque el amor a Dios consiste en esto: en que obedezcamos sus mandamientos; y sus mandamientos no son una carga, 4 porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.
1 Πᾶς ὁ πιστεύων ὅτι Ἰησοῦς ἐστὶν ὁ χριστὸς ἐκ τοῦ θεοῦ γεγέννηται, καὶ πᾶς ὁ ἀγαπῶν τὸν γεννήσαντα ἀγαπᾷ [καὶ] τὸν γεγεννημένον ἐξ αὐτοῦ. 2 ἐν τούτῳ γινώσκομεν ὅτι ἀγαπῶμεν τὰ τέκνα τοῦ θεοῦ, ὅταν τὸν θεὸν ἀγαπῶμεν καὶ τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ ποιῶμεν· 3 αὕτη γάρ ἐστιν ἡ ἀγάπη τοῦ θεοῦ ἵνα τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ τηρῶμεν, καὶ αἱ ἐντολαὶ αὐτοῦ βαρεῖαι οὐκ εἰσίν, 4 ὅτι πᾶν τὸ γεγεννημένον ἐκ τοῦ θεοῦ νικᾷ τὸν κόσμον. καὶ αὕτη ἐστὶν ἡ νίκη ἡ νικήσασα τὸν κόσμον, ἡ πίστις ἡμῶν·
Juan pasa a mostrar lo que realmente significa amar a Dios. ( 1 Juan 5:1-5.) En primer lugar, el apóstol señala que “todo el que cree que Jesús es el Cristo —el Mesías, o Ungido de Jehová— ha nacido de Dios”, o sea, ha sido engendrado con espíritu procedente de Jehová. Además, todo el que ama al Progenitor, Jehová, ama a cualquier otra persona que ha “nacido de ése”. Sí, todos los hijos ungidos de Dios lo aman y se esperaría que ellos se amaran unos a otros. Tal amor fraternal es también una característica de la “gran muchedumbre” de “otras ovejas” que tienen esperanza terrestre. (Juan 10:16; Revelación 7:9.)
El amor de Dios es eterno.- Jehová ya lo amaba a usted antes de que usted lo amara a él. La Biblia dice que “nosotros amamos porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Piense en todo lo que Jehová ha hecho para demostrarnos que nos ama. Nos ha dado un hermoso hogar —la Tierra— y todo lo que necesitamos para disfrutar de la vida (Mateo 5:43-48; Apocalipsis 4:11). Desea que seamos sus amigos y nos ha dado lo necesario para conocerlo. Cuando leemos la Biblia, escuchamos a Jehová. Y él nos escucha a nosotros cuando le oramos (Salmo 65:2). También nos guía y nos da fuerzas con su poderoso espíritu santo (Lucas 11:13). Incluso envió a su amado Hijo a la Tierra para liberarnos del pecado y la muerte ( Juan 3:16; Romanos 5:8).
Piense en uno de sus mejores amigos, alguien que ha estado a su lado en los momentos buenos y en los malos. Si queremos mantener una amistad así, tenemos que esforzarnos. Lo mismo sucede con nuestra amistad con Jehová, el mejor amigo que podemos tener. De hecho, nuestra amistad con él puede ser eterna. Para eso hay que “mantenerse en el amor de Dios” (Judas 21). ¿Qué debemos hacer para no perder el amor de Dios y demostrarle nuestro amor? La Biblia responde: “El amor a Dios consiste en esto: en que obedezcamos sus mandamientos; y sus mandamientos no son una carga” (1 Juan 5:3).
Recuerde lo que sintió al saber que Jehová quiere que usted viva para siempre en el nuevo mundo. Aprendió todo lo que Dios ha hecho para que eso sea posible y comprendió que él nos hizo un regalo muy valioso al enviar a su Hijo a la Tierra (Mateo 20:28; Juan 8:29; Romanos 5:12, 18). Lo conmovió descubrir lo mucho que Jehová lo ama, y entonces empezó a amarlo ( 1 Juan 4:9, 10).
Pero el amor a Dios que sintió en ese momento fue solo el primer paso. Por ejemplo, cuando amamos a alguien, no solo le decimos “Te quiero”. También nos gusta hacer las cosas que hacen feliz a esa persona. Del mismo modo, cuando usted empezó a amar a Jehová, decidió vivir de la manera que a él le agrada. Y, cuando ese amor creció, es probable que se dedicara a él y se bautizara. Al dedicarse, le prometió a Jehová que le serviría para siempre ( Romanos 14:7, 8).
Para demostrarle a Jehová que lo amamos, es necesario que “obedezcamos sus mandamientos”. En la Biblia, Jehová nos dice cómo quiere que vivamos. Por ejemplo, nos dice que no debemos emborracharnos, ni robar, ni mentir, ni tener relaciones sexuales con alguien con quien no estemos casados, ni adorar nada ni a nadie salvo a él (1 Corintios 5:11; 6:18; 10:14; Efesios 4:28; Colosenses 3:9).
Pero para agradar a Jehová no basta con obedecer sus mandamientos. No nos ha dado una larga lista de leyes para cada situación en la vida. Así que en ocasiones no habrá una ley específica en la Biblia que nos diga lo que debemos hacer. Entonces, ¿cómo podemos tomar buenas decisiones? (Efesios 5:17). La Biblia contiene principios, que son verdades básicas que nos enseñan cómo ve Jehová los asuntos. Al leer la Biblia, descubrimos la personalidad de Jehová. Aprendemos lo que le gusta, lo que odia y muchas otras cosas sobre su manera de pensar ( Salmo 97:10; Proverbios 6:16-19).
Por ejemplo, ¿cómo decidimos lo que veremos en la televisión o en Internet? Jehová no nos dice de manera específica lo que debemos hacer. Pero nos da principios que nos ayudarán a tomar buenas decisiones. Gran parte del entretenimiento está lleno de violencia y sexo. En la Biblia, Jehová nos dice que “odia a todo el que ama la violencia” y que “juzgará a los que son sexualmente inmorales” (Salmo 11:5; Hebreos 13:4). ¿Cómo nos ayudan estos principios a tomar buenas decisiones? Cuando aprendemos lo que Jehová odia o lo que es inmoral desde su punto de vista, lo evitamos.
¿Por qué obedecemos a Jehová? No lo hacemos solo para evitar el castigo o las consecuencias de las malas decisiones (Gálatas 6:7). Más bien, obedecemos a Jehová porque lo amamos. Tal como un niño quiere hacer feliz a su padre, nosotros queremos hacer feliz a nuestro Padre celestial. No hay nada mejor que saber que tenemos su aprobación (Salmo 5:12; Proverbios 12:2).
Obedecemos a Jehová no solo cuando es fácil o cuando no tenemos otra opción. Y no escogemos qué leyes y normas obedeceremos y cuáles no (Deuteronomio 12:32). Más bien, obedecemos a Jehová en todas las cosas, como el escritor del salmo que dijo: “Les tengo cariño a tus mandamientos, los amo de verdad” (Salmo 119:47; Romanos 6:17). Queremos ser como Noé, que demostró que amaba a Jehová haciendo todo lo que le mandó. La Biblia dice que Noé “lo hizo tal como él había dicho” (Génesis 6:22). ¿Le gustaría que Jehová también dijera eso de usted?
¿Cómo se siente Jehová cuando lo obedecemos? Se alegra mucho (Proverbios 11:20; 27:11). ¿Verdad que es algo impresionante? Hacemos feliz al Creador del universo cuando lo obedecemos. Pero él nunca nos obliga a hacerlo. Al contrario, nos ha dado libertad para elegir entre hacer lo que está bien y lo que está mal. Jehová quiere que el amor que sentimos por él nos impulse a tomar buenas decisiones para que nos vaya bien en la vida (Deuteronomio 30:15, 16, 19, 20).
¿Deberíamos pensar que los mandamientos de Jehová son demasiado difíciles de obedecer o que nos quitan libertad? La Biblia dice con claridad: “Sus mandamientos no son una carga” (1 Juan 5:3). La palabra griega βαρεῖαι. Bareiai de βαρύς, εῖα, ύ, que aquí se traduce “carga” significa “pesado, opresivo ”. En otros textos bíblicos, esta palabra se usa para referirse a normas poco razonables o a personas que intentan controlar o hacer daño a los demás (Mateo 23:4; Hechos 20:29, 30).
Alude a algo a lo que cuesta conformarse o que es difícil de cumplir. En Mateo 23:4 se emplea la misma palabra para referirse a las “cargas pesadas” —reglas y tradiciones humanas— que los escribas y fariseos imponían sobre el pueblo. ¿Capta el sentido de lo que el anciano apóstol Juan está diciendo? Los mandamientos divinos no son una carga pesada ni son demasiado difíciles de cumplir. (Compárese con Deuteronomio 30:11.) Al contrario, si amamos a Dios, nos alegra satisfacer sus requisitos. Hacerlo nos da una magnífica oportunidad de demostrar el amor que le tenemos a Jehová.
Al indicar que los mandamientos de Jehová no son pesados, la Biblia aclara que no son demasiado difíciles de obedecer. Todo lo que Jehová nos pide es muy razonable.
Por ejemplo, imagínese que está ayudando a un amigo a cambiarse de casa. Él ha guardado todas sus cosas en cajas. Algunas de ellas pesan poco y son fáciles de llevar, mientras que otras son tan pesadas que se tienen que llevar entre dos personas. ¿Verdad que su amigo no le pediría que llevara una caja muy pesada usted solo? Claro que no. ¿Por qué razón? Porque no quiere que usted se haga daño. Jehová es como ese buen amigo. Nunca nos pediría algo que fuera demasiado difícil (Deuteronomio 30:11-14). Jehová comprende quiénes somos, pues “sabe bien cómo estamos formados, se acuerda de que somos polvo” (Salmo 103:14).
Moisés le dijo a la nación de Israel que los mandamientos de Jehová siempre eran para su bien y que obedecerlos los ayudaría a seguir vivos (Deuteronomio 5:28-33; 6:24). Lo mismo pasa hoy. Todo lo que Jehová nos pide es para nuestro bien ( Isaías 48:17). Nuestro Padre, Jehová, siempre sabe lo que es mejor para nosotros (Romanos 11:33). La Biblia nos dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Esto significa que todo lo que Jehová dice y hace es por amor.
No siempre nos resulta fácil obedecer a Dios. El mundo malvado que nos rodea está gobernado por el Diablo. Él intenta influir en la gente para que haga cosas malas (1 Juan 5:19). Como somos imperfectos, también tenemos que luchar contra pensamientos y sentimientos que podrían llevarnos a desobedecer a Dios (Romanos 7:21-25). Pero nuestro amor por Jehová nos da las fuerzas para hacer lo que está bien. Dios ve los esfuerzos que hacemos por obedecerlo y nos ayuda con su poderoso espíritu santo (1 Samuel 15:22, 23; Hechos 5:32). Gracias a su espíritu, podemos desarrollar cualidades que nos ayudan a obedecerlo (Gálatas 5:22, 23).
5 ¿Quién puede vencer al mundo? ¿No es el que tiene fe en que Jesús es el Hijo de Dios? 6 Este es el que vino por medio de agua y sangre, Jesucristo; no solo con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el espíritu da testimonio, porque el espíritu es la verdad. 7 Porque son tres los que dan testimonio: 8 el espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.
5 τίς ἐστιν ⇔ δὲ ὁ νικῶν τὸν κόσμον εἰ μὴ ὁ πιστεύων ὅτι Ἰησοῦς ἐστὶν ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ; 6 Οὗτός ἐστιν ὁ ἐλθὼν δι' ὕδατος καὶ αἵματος, Ἰησοῦς Χριστός· οὐκ ἐν τῷ ὕδατι μόνον ἀλλ' ἐν τῷ ὕδατι καὶ ἐν τῷ αἵματι· καὶ τὸ πνεῦμά ἐστιν τὸ μαρτυροῦν, ὅτι τὸ πνεῦμά ἐστιν ἡ ἀλήθεια. 7 ὅτι τρεῖς εἰσὶν οἱ μαρτυροῦντες, 8τὸ πνεῦμα καὶ τὸ ὕδωρ καὶ τὸ αἷμα, καὶ οἱ τρεῖς εἰς τὸ ἕν εἰσιν
Ya que la fe en Jesús es tan importante para que seamos ‘vencedores del mundo’, Juan cita algunos hechos respecto a Cristo que fueron dados por “tres que dan testimonio”. (1 Juan 5:6-8.) Primeramente, Juan dice que Jesús “vino por medio de agua”. Cuando Jesús fue bautizado en agua para simbolizar que se estaba presentando a sí mismo a Dios, Jehová declaró: “Éste es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”. (Mateo 3:17.) Cristo también fue señalado como el Hijo de Dios “con la sangre” que derramó al morir como rescate. (1 Timoteo 2:5,6.) Además, Juan dice: “El espíritu [santo] es lo que está dando testimonio, porque el espíritu es la verdad”. El que el espíritu descendiera sobre Jesús al ser bautizado probó que él era el Hijo de Dios. (Mateo 3:16; Juan 1:29-34.) El espíritu de Jehová hizo posible que Jesús llevara a cabo su comisión y ejecutara obras poderosas. (Juan 10:37, 38; Hechos 10:38.) Mediante el espíritu, Dios causó una extraña oscuridad, un terremoto y que la cortina del santuario se rasgara cuando Jesús murió, y entonces, por medio del mismo espíritu, Dios lo resucitó. (Mateo 27:45-54.)
¿Cómo dieron testimonio el agua, la sangre y el espíritu de que “Jesús es el Hijo de Dios”? El agua dio testimonio porque cuando Jesús se bautizó en agua, Jehová expresó que lo aprobaba como Hijo suyo (Mat. 3:17). La sangre, que representa la vida que Jesús ofreció como “rescate correspondiente por todos”, también demostró que Cristo es el Hijo de Dios (1 Tim. 2:5, 6). Y el espíritu santo dio testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios cuando descendió sobre él durante su bautismo, lo que le permitió ir “por la tierra haciendo bien y sanando a todos los que eran oprimidos por el Diablo” (Juan 1:29-34; Hech. 10:38).
Puede notarse en primer lugar que las palabras “en el cielo, el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno” (Mod), que se hallan en traducciones antiguas de 1 Juan 5:7, son en realidad añadiduras espurias al texto original. La traducción Moderna dice en su nota marginal: “El texto entre corchetes, no se halla en MSS. [manuscritos] de más autoridad”. Además, una nota al pie de la página que aparece en la Biblia de Jerusalén, traducción católica, dice que estas palabras son “un inciso [...] ausente de los mss griegos antiguos, de las antiguas versiones y de los mejores mss de la Vulg[ata]”. La obra A Textual Commentary on the Greek New Testament (de Bruce Metzger, 1975, págs. 716-718) traza en detalle la historia de este pasaje espurio. Dice que se encuentra por primera vez en un tratado del siglo IV, titulado Liber Apologeticus, y que aparece en antiguos manuscritos latinos y de la Vulgata a partir del siglo VI. Las traducciones modernas en general, tanto católicas como protestantes, no lo incluyen en el cuerpo principal del texto por reconocer que es de naturaleza espuria (NBE, BJ, VP).
Ejemplos:
Westcott and Hort
οτι τρεις εισιν οι μαρτυρουντες
Tischendorf
οτι τρεις εισιν οι μαρτυρουντες
7 ὅτι τρεῖς εἰσὶν οἱ μαρτυροῦντες, 8 τὸ πνεῦμα καὶ τὸ ὕδωρ καὶ τὸ αἷμα, καὶ οἱ τρεῖς εἰς τὸ ἕν εἰσιν.
μαρτυροῦντες del verbo μαρτυρέω, dar testimonio
τὸ πνεῦμα de πνεῦμα, ατος, τό , espíritu
τὸ ὕδωρ de ὕδωρ, ὕδατος, τό, agua
τὸ αἷμα de αἷμα, ατος, τό, sangre,
οἱ τρεῖς εἰς τὸ ἕν εἰσιν y los tres concuerdan, están de acuerdo
9 Nosotros aceptamos el testimonio de los hombres, pero el testimonio de Dios es superior. Porque este es el testimonio que Dios da: el testimonio que dio sobre su Hijo. 10 La persona que pone su fe en el Hijo de Dios lleva el testimonio en su interior. La persona que no tiene fe en Dios lo hace quedar como mentiroso, porque no ha puesto su fe en el testimonio que Dios dio sobre su Hijo. 11 Y este es el testimonio: Dios nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo tiene esa vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene esa vida.
9 εἰ τὴν μαρτυρίαν τῶν ἀνθρώπων λαμβάνομεν, ἡ μαρτυρία τοῦ θεοῦ μείζων ἐστίν, ὅτι αὕτη ἐστὶν ἡ μαρτυρία τοῦ θεοῦ ὅτι μεμαρτύρηκεν περὶ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ. 10 ὁ πιστεύων εἰς τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ ἔχει τὴν μαρτυρίαν ἐν αὑτῷ / ἑαυτῷ· ὁ μὴ πιστεύων τῷ θεῷ ψεύστην πεποίηκεν αὐτόν, ὅτι οὐ πεπίστευκεν εἰς τὴν μαρτυρίαν ἣν μεμαρτύρηκεν ὁ θεὸς περὶ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ. 11 καὶ αὕτη ἐστὶν ἡ μαρτυρία, ὅτι ζωὴν αἰώνιον ἔδωκεν «ὁ θεὸς» ⇔ ἡμῖν, καὶ αὕτη ἡ ζωὴ ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ ἐστίν. 12ὁ ἔχων τὸν υἱὸν ἔχει τὴν ζωήν· ὁ μὴ ἔχων τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ τὴν ζωὴν οὐκ ἔχει.
Dios mismo ha dado testimonio respecto a su Hijo. (1 Juan 5:9-12.) “Si recibimos [como verdadero] el testimonio [imperfecto] que los hombres dan [como acostumbramos hacer en conversación y en un tribunal], el testimonio que Dios da es mayor.” (Juan 8:17, 18.) Puesto que ‘Dios no puede mentir’, podemos confiar completamente en ‘el testimonio que él ha dado respecto a su Hijo’. Y Jehová ha dicho que Jesucristo es su Hijo. (Tito 1:2; Mateo 3:17; 17:5.) Además, Dios estaba detrás de los “tres que dan testimonio”, o sea, Su espíritu santo, el agua en que fue bautizado Jesús y la sangre derramada de Cristo.
“La persona que pone su fe en el Hijo de Dios tiene el testimonio dado en su propio caso” porque toda la evidencia le convence de que Jesús es el Hijo de Dios. Pero “la persona que no tiene fe en Dios” como testigo confiable respecto a Su Hijo, hace que Jehová parezca mentiroso. Por cierto, el resumen del testimonio dado es “que Dios nos dio vida eterna, y esta vida está en su Hijo”. La salvación a vida eterna es posible solo mediante fe en que Jesús es el Hijo de Dios. (Juan 11:25, 26; 14:6; 17:1-3.) De modo que, “el que tiene al Hijo” por medio de creer en él, tiene el don inmerecido de vida eterna. (Juan 20:31.) Pero cualquier persona que carezca de fe en Jesús como el Hijo de Dios no disfrutará de “esta vida”.
Análisis versículos 9-11
9 Nosotros aceptamos el testimonio de los hombres, pero el testimonio de Dios es superior. Porque este es el testimonio que Dios da: el testimonio que dio sobre su Hijo.
9 εἰ τὴν μαρτυρίαν τῶν ἀνθρώπων λαμβάνομεν, ἡ μαρτυρία τοῦ θεοῦ μείζων ἐστίν, ὅτι αὕτη ἐστὶν ἡ μαρτυρία τοῦ θεοῦ ὅτι μεμαρτύρηκεν περὶ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ.
Literalmente: εἰ ( Si ) τὴν μαρτυρίαν ( el testimonio) τῶν ἀνθρώπων ( de los hombres) λαμβάνομεν del verbo λαμβάνω ,en presente de indicativo, voz activa indicando condición verdadera( aceptamos, recibimos). Puesto que las condiciones para un testimonio legalmente válido están establecidas en (Deuteronomio 19:15) 15 ”Un solo testigo no puede condenar a nadie, sin importar el error o pecado que la persona haya cometido. El asunto debe confirmarse con el testimonio de dos o tres testigos...
(Mateo 18:16) 16 Pero, si no escucha, vuelve acompañado de una o dos personas más para que todo asunto pueda confirmarse con el testimonio de dos o tres testigos.
ἡ μαρτυρία ( el testimonio) τοῦ θεοῦ ( de Dios) μείζων( mayor) ἐστίν(es) porque Dios es siempre veraz
Ὅτι ( porque) αὕτη (este) ἐστὶν( es) ἡ μαρτυρία ( el testimonio) τοῦ θεοῦ ( de Dios) ὅτι ( que) μεμαρτύρηκεν, perfecto de indicativo en voz activa del verbo μαρτυρέω ( él ha testificado, el testimonio que ha dado) περὶ ( concerniente, acerca de)τοῦ ( de) υἱοῦ ( Hijo) αὐτοῦ ( su).
10 La persona que pone su fe en el Hijo de Dios lleva el testimonio en su interior. La persona que no tiene fe en Dios lo hace quedar como mentiroso, porque no ha puesto su fe en el testimonio que Dios dio sobre su Hijo.
10 ὁ πιστεύων εἰς τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ ἔχει τὴν μαρτυρίαν ἐν αὑτῷ / ἑαυτῷ· ὁ μὴ πιστεύων τῷ θεῷ ψεύστην πεποίηκεν αὐτόν, ὅτι οὐ πεπίστευκεν εἰς τὴν μαρτυρίαν ἣν μεμαρτύρηκεν ὁ θεὸς περὶ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ.
ὁ πιστεύων ( el creyente, la persona que pone fe) εἰς ( en) τὸν υἱὸν( el Hijo ) τοῦ θεοῦ( de Dios) ἔχει( del verbo ἔχω, tener, llevar, poseer) τὴν μαρτυρίαν ( el testimonio) ἐν αὑτῷ ( en su interior)
Ahora se establece una distinción con la persona que μὴ πιστεύων ( no tiene fe) en Dios y que , por tanto, hace quedar a Dios por mentiroso ( ψεύστην, de ψεύστης, ου, ὁ) ya que ( οὐ πεπίστευκεν) no cree, no ha puesto fe en el testimonio(μαρτυρίαν) que Dios ha testificado (μεμαρτύρηκεν) acerca de su Hijo ( περὶ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ ).
11 Y este es el testimonio: Dios nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo.
11 καὶ αὕτη ἐστὶν ἡ μαρτυρία, ὅτι ζωὴν αἰώνιον ἔδωκεν «ὁ θεὸς» ⇔ ἡμῖν, καὶ αὕτη ἡ ζωὴ ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ ἐστίν.
Ὅτι Que ) ζωὴν( la vida) αἰώνιον ( eterna) ἔδωκεν, aoristo de indicativo en voz activa del verbo δίδωμι( ha dado, dio) ὁ θεὸς, ( Dios) ἡμῖν ( a nosotros), καὶ αὕτη ( esa) ἡ ζωὴ ( vida ) ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ ( en su Hijo) ἐστίν ( está).
(Juan 14:6, 7) Jesús le contestó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí. 7 Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre. Desde ahora lo conocen y lo han visto”.
(Juan 10:10) 10 El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
12 El que tiene al Hijo tiene esa vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene esa vida.
12 ὁ ἔχων τὸν υἱὸν( al Hijo) ἔχει τὴν ζωήν( tiene esa vida) · ὁ μὴ ἔχων τὸν υἱὸν τοῦ θεοῦ τὴν ζωὴν οὐκ ἔχει (no tiene esa vida).
(Juan 5:23, 24) .... 24 De verdad les aseguro que el que oye mis palabras y cree en el que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
13 Les escribo estas cosas para que ustedes, los que ponen su fe en el nombre del Hijo de Dios, sepan que tienen vida eterna. 14 Y esta es la confianza que tenemos con él: que le podemos pedir cualquier cosa que esté de acuerdo con su voluntad y él nos escucha. 15 Y, si sabemos que él nos escucha cuando le pedimos cualquier cosa, sabemos que tendremos lo que pedimos porque se lo hemos pedido a él.
13 Ταῦτα ἔγραψα ὑμῖν ἵνα εἰδῆτε ὅτι ζωὴν ἔχετε αἰώνιον, τοῖς πιστεύουσιν εἰς τὸ ὄνομα τοῦ υἱοῦ τοῦ θεοῦ. 14 καὶ αὕτη ἐστὶν ἡ παρρησία ἣν ἔχομεν πρὸς αὐτόν, ὅτι ἐάν τι αἰτώμεθα κατὰ τὸ θέλημα αὐτοῦ ἀκούει ἡμῶν. 15 καὶ ἐὰν οἴδαμεν ὅτι ἀκούει ἡμῶν ὃ ἐὰν αἰτώμεθα, οἴδαμεν ὅτι ἔχομεν τὰ αἰτήματα ἃ ᾐτήκαμεν ἀπ' αὐτοῦ.
Juan ahora presenta el propósito fundamental de su carta y considera la oración. ( 1 Juan 5:13-15.) Él ha escrito “estas cosas” para que se sepa ‘que tenemos vida eterna’. Esta es nuestra convicción como los que ponemos fe en el “nombre” del Hijo de Dios. (Compárese con 1 Juan 3:23.) Y los apóstatas, que no son de nuestra clase, no pueden destruir esa fe. (1 Juan 2:18, 19.)
Tenemos la “confianza” en Dios de que, no importa qué pidamos en oración “conforme a su voluntad, él nos oye”. Debidamente, pues, oramos por tales cosas como la santificación del nombre de Jehová, su espíritu, su sabiduría divina y que nos libre del inicuo. (Mateo 6:9, 13; Lucas 11:13; Santiago 1:5-8.) Y “sabemos que hemos de tener las cosas pedidas porque se las hemos pedido a él”, el “Oidor de la oración”. (Salmo 65:2.)
Nuestras oraciones deben ir acompañadas de un sentimiento de confianza en Jehová. El apóstol Juan escribió: “Esta es la confianza que tenemos para con él, que, no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Jehová, el Ser Supremo, el único Dios verdadero y todopoderoso, realmente presta especial atención a las oraciones de sus siervos. El hecho de saber que nuestro amoroso Dios nos oye cuando le expresamos nuestras inquietudes y problemas resulta consolador (Filipenses 4:6).
El apóstol Juan explica con respecto a las oraciones: “Esta es la confianza que tenemos para con él, que, no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Así es, nuestras oraciones deben estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Por eso, no escucha a quienes piden cosas como ganar la lotería o una apuesta, ni a quienes oran motivados por malos deseos. El discípulo Santiago previene contra este mal uso de las oraciones. “Piden, y sin embargo no reciben —dice él—, porque piden con un propósito malo, para gastarlo en los deseos vehementes que tienen de placer sensual.” (Santiago 4:3.)
Imaginemos, por ejemplo, que en un partido de fútbol, ambos equipos rezan pidiendo la victoria. ¿Contestará Jehová Dios sus oraciones? Obviamente no, pues son incompatibles entre sí. Lo mismo pasa con los conflictos bélicos de hoy día en los que cada ejército pide la victoria para su bando.
Además, quienes desobedecen las leyes divinas tampoco pueden esperar que Jehová los escuche. Fijémonos en lo que Dios dijo en cierta ocasión a quienes le servían con hipocresía: “Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han llenado de derramamiento de sangre” (Isaías 1:15). La Biblia dice sin rodeos: “El que aparta su oído de oír la ley... hasta su oración es cosa detestable” (Proverbios 28:9).
Sin embargo, Jehová sí escucha las oraciones de quienes se esfuerzan por servirle de acuerdo con Su voluntad. Claro, esto no quiere decir que siempre acceda a todas sus peticiones. Veamos algunos ejemplos bíblicos que así lo demuestran.
Pensemos en el caso de Moisés. Él tenía una estrecha relación con Dios; aun así, también tenía que orar “conforme a su voluntad”. En una ocasión, le suplicó que lo dejara entrar en la tierra de Canaán: “Déjame pasar, por favor, y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán”. Pero su petición era contraria a la voluntad de Jehová, quien tiempo antes lo había castigado por un pecado prohibiéndole entrar en la Tierra Prometida. Por eso, Dios no le dio lo que pedía y le dijo: “¡Basta ya! Nunca me vuelvas a hablar de este asunto” (Deuteronomio 3:25, 26; 32:51).
Otro caso es el del apóstol Pablo. Él pedía a Dios que lo librara de lo que él llamaba “una espina en la carne” (2 Corintios 12:7). Puede que esa “espina” fuera un problema crónico de la vista o el acoso constante de enemigos y “falsos hermanos” (2 Corintios 11:26; Gálatas 4:14, 15). Pablo cuenta: “Tres veces supliqué al Señor que esta se apartara de mí”. Pero Jehová sabía que si Pablo seguía predicando pese a esa molesta “espina en la carne”, se demostrarían el poder de Dios y la confianza que el apóstol tenía en Él. Así pues, en vez de quitarle esa “espina”, le dijo: “Mi poder está perfeccionándose en la debilidad” (2 Corintios 12:8, 9).
¿Qué significa poner fe “en el nombre del Hijo de Dios”? .- (1 Juan 5:13.) Significa obedecer todos los mandamientos de Cristo, entre ellos el de ‘amarnos unos a otros’ (Juan 15:14, 17). El amor procura hacer el bien a los demás. Erradica el prejuicio racial, religioso y social
16 Si alguien llega a ver a su hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, pedirá, y Dios le dará vida. Esto es para quienes no cometen un pecado que lleva a la muerte. Hay un pecado que sí lleva a la muerte. Por ese pecado es por el que no le digo que pida. 17 Toda injusticia es pecado, pero hay un pecado que no lleva a la muerte.
18 Sabemos que nadie que ha nacido de Dios practica el pecado, sino que aquel que nació de Dios lo protege, y el Maligno no lo puede tocar. 19 Sabemos que nosotros provenimos de Dios, pero el mundo entero está bajo el poder del Maligno. 20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para que lleguemos a conocer al que es verdadero. Y estamos en unión con el que es verdadero por medio de su Hijo, Jesucristo. Ese es el Dios verdadero y la vida eterna. 21 Hijitos, cuidado con los ídolos.
16 Ἐάν τις ἴδῃ τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ ἁμαρτάνοντα ἁμαρτίαν μὴ πρὸς θάνατον, αἰτήσει, καὶ δώσει αὐτῷ ζωήν, τοῖς ἁμαρτάνουσιν μὴ πρὸς θάνατον. ἔστιν ἁμαρτία πρὸς θάνατον· οὐ περὶ ἐκείνης λέγω ἵνα ἐρωτήσῃ. 17 πᾶσα ἀδικία ἁμαρτία ἐστίν, καὶ ἔστιν ἁμαρτία οὐ πρὸς θάνατον.
18 Οἴδαμεν ὅτι πᾶς ὁ γεγεννημένος ἐκ τοῦ θεοῦ οὐχ ἁμαρτάνει, ἀλλ' ὁ γεννηθεὶς ἐκ τοῦ θεοῦ τηρεῖ αὐτόν, καὶ ὁ πονηρὸς οὐχ ἅπτεται αὐτοῦ. 19 οἴδαμεν ὅτι ἐκ τοῦ θεοῦ ἐσμέν, καὶ ὁ κόσμος ὅλος ἐν τῷ πονηρῷ κεῖται. 20 οἴδαμεν δὲ ὅτι ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ ἥκει, καὶ δέδωκεν ἡμῖν διάνοιαν ἵνα γινώσκομεν / γινώσκωμεν τὸν ἀληθινόν· καί ἐσμεν ἐν τῷ ἀληθινῷ, ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστῷ. οὗτός ἐστιν ὁ ἀληθινὸς θεὸς καὶ ζωὴ αἰώνιος.
21 Τεκνία, φυλάξατε ἑαυτὰ ἀπὸ τῶν εἰδώλων.
Si bien Jehová perdona sus pecados e imperfecciones, en su carne persiste una lucha, como explicó Pablo en su carta a los Romanos (7:21-25), una lucha entre la ley implantada en su mente renovada (Ro 12:2; Ef 4:23), o la “ley de Dios”, y la “ley del pecado”, anidada en sus miembros. Esto se debe a que no gozan de un cuerpo perfecto aunque se les ha imputado justicia y perdonado sus pecados. Esta lucha interior pone a prueba su integridad a Dios; pueden ganarla con la ayuda del espíritu de Dios y el auxilio de su misericordioso sumo sacerdote, Jesucristo. (Ro 7:25; Heb 2:17, 18.) Sin embargo, para ganarla se requiere que constantemente ejerzan fe en el sacrificio redentor de Cristo y le sigan, manteniendo así su condición de justos a la vista de Dios (compárese con Rev 22:11) y asegurando para sí “su llamamiento y selección”. (2Pe 1:10; Ro 5:1, 9; 8:23-34; Tit 3:6, 7.) Si, por el contrario, incurren en una práctica del pecado, apartándose de la fe, pierden su condición favorecida ante Dios, su justificación, porque están ‘fijando de nuevo en un madero al Hijo de Dios para sí mismos y exponiéndolo a vergüenza pública’ (Heb 6:4-8), lo que supondría la destrucción de ellos. (Heb 10:26-31, 38, 39.) A este respecto, Jesús habló del pecado imperdonable, y el apóstol Juan distinguió entre el “pecado que no incurre en muerte” y el que “sí incurre en muerte”. (Mt 12:31, 32; 1Jn 5:16, 17.)
Cuando en 1 Juan 5:16, 17 Juan habla de un “pecado que sí incurre en muerte”, a diferencia del que no, se refiere al pecado voluntario, consciente. (Compárese con Nú 15:30.) Si hay prueba de que alguien ha pecado de manera voluntaria y consciente, el cristiano no debería orar por esa persona. Naturalmente, Dios es el juez final de la actitud de corazón del pecador. (Compárese con Jer 7:16; Mt 5:44; Hch 7:60.)
No sorprende, pues, que la Biblia hable de “un pecado que sí incurre en muerte”. (1 Juan 5:16; compáralo con Mateo 12:31.) No se trata sencillamente de una debilidad de la carne, sino de un pecado que se ejecuta deliberada y obstinadamente. El factor que lo convierte en imperdonable no es tanto el pecado en sí como la condición de corazón del individuo.
No obstante, el hecho de que te angustie tu mala conducta prueba que no has cometido un pecado imperdonable. La Biblia dice que “la tristeza de manera piadosa obra arrepentimiento para salvación”. (2 Corintios 7:10.) Fíjate en la exhortación que se da en Santiago 4:8-10: “Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, indecisos. Dense a la desdicha, y laméntense, y lloren. Que su risa se torne en lamento, y su gozo en desaliento. Humíllense a los ojos de Jehová, y él los ensalzará”.
Es probable que el mal sea de naturaleza grave. ¿Es irremediable tal situación? No necesariamente. ¿Recuerdas a Manasés, uno de los reyes de Judá? A pesar de que cometió pecados gravísimos, como la práctica de espiritismo y el sacrificio de niños, Dios lo perdonó a causa de su arrepentimiento sincero. (2 Crónicas 33:10-13.) ¿Y el rey David? Tras haberse arrepentido de sus actos inicuos, descubrió que Jehová es un Dios “bueno y [está] listo para perdonar”. (Salmo 86:5.)
Los cristianos tenemos la certeza de que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia”. (1 Juan 1:9.) ¿A quién debemos hacer confesión? Ante todo, a Jehová Dios. “Delante de él derramen ustedes su corazón.” (Salmo 32:5; 62:8.) Te puede resultar útil leer la confesión contrita que realizó David en el Salmo 51.
Por otro lado, la Biblia insta a los cristianos que son culpables de un pecado grave a hablar con los ancianos de la congregación. (Santiago 5:14, 15.) Sus consejos y oraciones sinceros pueden ayudarte a restablecer la relación con Dios y a recuperar una conciencia limpia. Ellos saben distinguir entre la debilidad y la maldad. También deberían procurar que recibas la ayuda necesaria para que no caigas en el mismo error.
Ahora bien, a veces el joven ‘da un paso en falso antes de darse cuenta de ello’ (Gálatas 6:1), o permite que lo domine un impulso carnal. El joven que se encuentra en esta situación puede albergar un terrible sentimiento de culpa, que tal vez no guarde proporción con el mal cometido, y por ello se angustia sin necesidad. La intensidad del sentimiento de culpa quizás se deba a que tiene una conciencia sana pero hipersensible. (Romanos 14:1, 2.) Recuerda que cuando pecamos “tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo”. (1 Juan 2:1, 2.)
La masturbación es sin duda un hábito inmundo. (2 Corintios 7:1.) No obstante, la Biblia no la incluye entre los pecados graves como la fornicación. De hecho, ni siquiera la menciona. Por lo tanto, difícilmente sería imperdonable el que alguien tuviera un desliz y se masturbara. Pensar que es un pecado imperdonable en realidad podría ser peligroso, pues el joven tal vez razone que de nada sirve tratar de vencer el problema. Pero los principios bíblicos indican que el cristiano debe esforzarse enérgicamente por dejar este hábito. (Colosenses 3:5.) Jehová sabe que “todos tropezamos muchas veces”. (Santiago 3:2.) En caso de que reincida, el joven no tiene por qué sentirse condenado.
Lo mismo sucede con otros deslices y errores. Jehová no exige que nos mortifiquemos con un sentimiento excesivo de culpa. Por el contrario, se alegra cuando tomamos medidas para corregir el problema. (2 Corintios 7:11; 1 Juan 3:19, 20.)
Después Juan habla acerca de la oración y de dos tipos de pecado. ( 1 Juan 5:16, 17.) “Un pecado que no incurre en muerte” no es deliberado, y no sería incorrecto orar para que el malhechor arrepentido sea perdonado. (Hechos 2:36-38; 3:19; Santiago 5:13-18.) Pero sería incorrecto orar respecto a “un pecado que sí incurre en muerte” debido a que este es un pecado deliberado contra el espíritu santo, por el cual el perdón es imposible. (Mateo 12:22-32; Hebreos 6:4-6; 10:26-31.) Tales pecadores van al Gehena y experimentan destrucción eterna en “la muerte segunda”. (Revelación 21:8; Mateo 23:15.) Por lo tanto, Jehová es el Juez final, y no nos arriesgamos a desagradarle al orar por un pecador cuando los hechos muestran que es culpable de un “pecado [deliberado] que sí incurre en muerte”.
En consecuencia, “si alguno [especialmente un anciano ungido con espíritu] alcanza a ver a su hermano pecando un pecado que no incurre en muerte [“la muerte segunda”], pedirá, y él [Dios] le dará vida [al pecador]”, salvándolo así de la destrucción eterna. Por supuesto, “toda injusticia es pecado”, es decir, errar el blanco en lo que se refiere a las justas normas de Dios. “Sin embargo, hay un pecado que no incurre en muerte” porque resulta de nuestra imperfección, estamos arrepentidos y el pecado es perdonado mediante el sacrificio de Cristo.
Juan ahora resume los puntos básicos de su carta. (1 Juan 5:18-21.) Todo el que ha “nacido de Dios” como cristiano ungido con espíritu “no practica el pecado”. Jesucristo, “Aquel que nació de Dios” mediante el espíritu santo, “lo vigila, y el inicuo [Satanás] no logra asirlo”. Tal cristiano ungido leal puede orar con confianza para ser librado del inicuo y puede, con “el escudo grande de la fe”, librarse del daño espiritual que pueden causarle los “proyectiles encendidos” de Satanás. (Mateo 6:13; Efesios 6:16.)
Puesto que los ungidos tienen evidencia de que son hijos espirituales de Jehová, pueden decir: “Sabemos que nosotros nos originamos de Dios”. El hecho de que tienen fe en Cristo y no practican el pecado demuestra que son los hijos de Dios que Satanás no ha ‘logrado asir’. “Pero el mundo entero [la injusta sociedad humana] yace en el poder del inicuo”, Satanás el Diablo. (Efesios 2:1, 2; Revelación 12:9.) El mundo se somete a la inicua influencia y dominación de Satanás y no hace ningún esfuerzo por librarse con el fin de efectuar la voluntad divina.
Algunos maestros falsos insistían en decir que Cristo no había venido en la carne. (2 Juan 7.) Pero la evidencia que se presenta en esta carta autoriza a Juan a decir: “Nosotros sabemos que el Hijo de Dios ha venido”. (1 Juan 1:1-4; 5:5-8.) Además, Jesús “nos ha dado capacidad intelectual”, o “percepción mental”, para que “adquiramos el conocimiento del verdadero”, un entendimiento progresivo de Dios. (Mateo 11:27.) De modo que “estamos en unión con el verdadero [Jehová Dios], por medio de su Hijo Jesucristo”. (Compárese con Juan 17:20, 21.)
Los que están en unión con el Dios verdadero Jehová —sean miembros del resto ungido o de las “otras ovejas”—, desean agradarle en todo. Pero las tentaciones de envolverse en la idolatría existieron en el primer siglo, tal como existen hoy día. Por eso, Juan apropiadamente concluye su carta con el consejo paternal: “Hijitos, guárdense de los ídolos”. Como cristianos, no nos inclinamos ante las imágenes. (Éxodo 20:4-6.) También sabemos que sería incorrecto ponerse a sí mismos, a los placeres, o a cualquier otra cosa en el lugar de Dios. (2 Timoteo 3:1, 2, 4.) Además, nuestra dedicación a él no deja lugar para que adoremos a la “bestia salvaje” política ni a su “imagen”. (Revelación 13:14-18; 14:9-12.) Por lo tanto, con la mira de agradar a nuestro Padre celestial y recibir su don de vida eterna, estemos resueltos a evitar toda clase de idolatría y nunca permitamos que esta destruya nuestra relación preciosa con Jehová mediante Jesucristo.
Como un resumen: La primera carta inspirada de Juan ayudó a los cristianos del primer siglo a evitar la idolatría. Los capacitó para oponerse a las mentiras de los apóstatas y sirve este mismo propósito hoy día. Por ejemplo, prueba que Jesucristo vivió como hombre y murió como “un sacrificio propiciatorio” por los pecados. La carta identifica al “anticristo” y hace una distinción entre los hijos de Dios y los hijos del Diablo. Muestra cómo probar las “expresiones inspiradas” para saber si se originan de Jehová. Además, las palabras de Juan nos convencen de que “Dios es amor”, que la fe verdadera vence al mundo y que Jehová oye las oraciones de sus testigos leales.
Frente a las tentaciones mundanas, ¡qué sabio es que tengamos presente la advertencia de Juan en contra de amar al mundo! Si las diferencias personales ejercieran presión sobre nuestra relación con ciertos compañeros creyentes, las palabras del apóstol pueden recordarnos que podemos demostrar que somos amadores de Dios al desplegar amor fraternal. Con la ayuda divina y por medio de aplicar el consejo de Juan, podemos evitar la práctica del pecado y mantener la fe que vence al mundo. De modo que, mostremos nuestra gratitud por esta carta inspirada al continuar andando en la luz divina, viviendo como hijos de Dios y siempre desplegando amor y fe para la gloria de nuestro Padre celestial, Jehová.
Una razón por la que no somos parte del mundo es nuestra estrecha relación con Jehová. El apóstol Juan escribió: “Sabemos que nosotros nos originamos de Dios, pero el mundo entero yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19). Es evidente que las palabras de Juan acerca del mundo son ciertas. Las guerras, la delincuencia, la crueldad, la opresión, la falta de honradez y la inmoralidad que tanto proliferan hoy son prueba de la influencia de Satanás, no de la de Dios (Juan 12:31; 2 Corintios 4:4; Efesios 6:12). Cuando alguien se hace testigo de Jehová, no practica ni aprueba tales maldades, y eso hace que no sea parte del mundo (Romanos 12:2; 13:12-14; 1 Corintios 6:9-11; 1 Juan 3:10-12).
Juan señaló que los cristianos, a diferencia del mundo, “nos originamos de Dios”. Todo el que se dedica a Jehová le pertenece a él. El apóstol Pablo dijo a este respecto: “Tanto si vivimos, vivimos para Jehová, como si morimos, morimos para Jehová. Por consiguiente, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos a Jehová” (Romanos 14:8; Salmo 116:15). Dado que pertenecemos a Jehová, le damos devoción exclusiva (Éxodo 20:4-6). De modo que no dedicamos nuestra vida a ninguna causa seglar. Aunque respetamos los emblemas nacionales, no los adoramos ni con hechos ni con nuestra actitud. Y, desde luego, tampoco adoramos a estrellas del deporte ni a otros ídolos modernos. Por supuesto, respetamos el derecho que los demás tienen de hacer lo que quieran, pero nosotros adoramos únicamente al Creador (Mateo 4:10; Revelación 19:10). Este es otro factor que nos separa del mundo.
Muchos dictadores mantienen a los ciudadanos bajo su control dejándolos en la ignorancia, impidiendo que se enteren de las cosas. Jesús, en cambio, estuvo dispuesto a transmitir mucho de lo que sabía del Padre, a revelarlo sin reservas ( Mateo 11:27). Además, como dijo uno de sus discípulos: “El Hijo de Dios [...] nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos el conocimiento del verdadero”, es decir, de Jehová (1 Juan 5:20). ¿Qué significa eso? Que les abrió la mente para que pudieran comprender lo que les decía sobre el Padre. No ocultó a Jehová en una nube de misterio enseñándoles que era parte de una incomprensible Trinidad.
¿Reveló Jesús todo lo que sabía de su Padre? Lo cierto es que no, pues hubo muchas cosas sobre las que guardó silencio ( Juan 16:12). ¿Por qué? Él mismo aclaró la razón cuando les dijo a sus discípulos: “No las pueden soportar ahora”. Sin embargo, les explicó que les sería revelado mucho conocimiento cuando llegara “el ayudante”, el espíritu santo, el cual los guiaría “a toda la verdad” (Juan 16:7, 13). Tal como los buenos padres no les cuentan ciertas cosas a los hijos hasta que estos tienen suficiente edad para entenderlas, Cristo no les reveló a sus discípulos ciertos hechos referentes al Padre hasta que fueron maduros y capaces de comprenderlos. Bondadosamente, tuvo en cuenta sus limitaciones.
¿Quién es “el Dios verdadero y vida eterna”?. Jehová , el Padre de nuestro Señor Jesucristo, es el Dios verdadero. Él es el Creador, el que da vida eterna a todos los que le aman. Así es como responderían a la pregunta planteada en el título muchas personas que leen la Biblia y creen en ella. De hecho, Jesús mismo dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).
No obstante, muchos feligreses dan a la expresión del título un sentido distinto. Dichas palabras están tomadas de 1 Juan 5:20, que dice en parte: “Estamos en unión con el verdadero, por medio de su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y vida eterna”.
(1 Juan 5:19, 20) .... 20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para que lleguemos a conocer al que es verdadero. Y estamos en unión con el que es verdadero por medio de su Hijo, Jesucristo. Ese es el Dios verdadero y la vida eterna.
20 οἴδαμεν (sabemos) δὲ ( ahora) ὅτι( que ) ὁ υἱὸς ( el Hijo) τοῦ θεοῦ ( de Dios) ἥκει ( ha venido ), καὶ ( y ) δέδωκεν ( ha dado ) ἡμῖν ( nos, a nosotros) διάνοιαν ( entendimiento ) ἵνα ( para que ) γινώσκομεν / γινώσκωμεν( presente de subjuntivo, voz activa del verbo γινώσκω, aprender, llegar a conocer, conocer) τὸν ἀληθινόν·( de ἀληθινός, η, ον, el que es verdadero, real, genuino )
Καί ( y ) ἐσμεν ἐν ( estamos en unión con )τῷ ἀληθινῷ ( el que es el verdadero), ἐν (en, por medio de) τῷ υἱῷ αὐτοῦ ( su Hijo ) Ἰησοῦ Χριστῷ ( Jesucristo) .
Οὗτός ( ese ) ἐστιν ( es) ὁ ἀληθινὸς ( el verdadero) θεὸς ( Dios) καὶ ( y ) ζωὴ ( la vida )αἰώνιος ( eterna).
Los que creen en la doctrina de la Trinidad sostienen que el pronombre demostrativo “este” ( Οὗτός ,hóu·tos) se refiere a su antecedente inmediato, Jesucristo, y afirman que Jesús es “el Dios verdadero y vida eterna”. Sin embargo, tal interpretación se contradice con el resto de las Escrituras. Además, muchos biblistas acreditados no aceptan este punto de vista trinitario. El erudito B. F. Westcott, de la Universidad de Cambridge, escribió: “La referencia más natural [del pronombre Οὗτός, hóu·tos] no es al sujeto más próximo, sino al que predominaba en la mente del apóstol”. Por lo tanto, en quien pensaba el apóstol Juan era en el Padre de Jesús. El teólogo alemán Erich Haupt escribió: “Hay que determinar si el [ Οὗτός ,hóu·tos] de la siguiente oración se refiere al sujeto que precede inmediatamente a dicho pronombre [...] o al antecedente más distante: Dios. [...] Parece más lógico que se trate de un testimonio a favor del único Dios verdadero que de una afirmación de la divinidad de Cristo, a juzgar por la advertencia final respecto a los ídolos”.
Incluso A Grammatical Analysis of the Greek New Testament (Análisis gramatical del Nuevo Testamento griego), publicado por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, afirma: “[ Οὗτός ,Hóu·tos]: como culminación de [los versículos] 18-20, la ref[erencia] es casi segura a Dios, el real, el verdadero, [en] contr[aste con] el paganismo (v. 21)”.
El término Οὗτός , hóu·tos —que por lo general se traduce por “este, esta, esto”— a menudo no designa el sujeto que le precede inmediatamente en una frase. Otros versículos arrojan luz sobre esta cuestión. En 2 Juan 7, el mismo apóstol y escritor de la primera carta dice: “Muchos engañadores han salido al mundo, personas que no confiesan a Jesucristo como venido en carne. Este [Οὗτός , hóu·tós] es el engañador y el anticristo”. Aquí el pronombre no puede aludir al antecedente más cercano, o sea, Jesús. Es obvio que “este” se refiere a los que negaron a Jesús, quienes en conjunto son “el engañador y el anticristo”.
En su Evangelio, el apóstol Juan escribió: “Andrés el hermano de Simón Pedro era uno de los dos que oyeron lo que Juan dijo y siguieron a Jesús. Primero halló este [Οὗτός , hóu·tos] a su propio hermano, Simón” (Juan 1:40, 41). Está claro que “este” no se refiere a la última persona mencionada, sino a Andrés. En 1 Juan 2:22, el apóstol utiliza el mismo pronombre de forma similar.
Lucas hace un uso parecido de este pronombre demostrativo, como se observa en Hechos 4:10, 11: “En el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes fijaron en un madero, pero a quien Dios levantó de entre los muertos, por este se halla este hombre de pie aquí sano delante de ustedes. Esta [Οὗτός , hóu·tós] es ‘la piedra que fue tratada por ustedes los edificadores como de ningún valor, que ha llegado a ser cabeza del ángulo’”. El pronombre “esta” no se refiere obviamente al hombre que fue sanado, aunque se le mencione a él justo antes del vocablo Οὗτός, hóu·tos. Es patente que, en el versículo 11, “esta” se refiere a Jesucristo el Nazareno, quien es “la piedra angular” sobre la que se funda la congregación cristiana (Efesios 2:20; 1 Pedro 2:4-8).
Apoya también este razonamiento el pasaje de Hechos 7:18, 19, que dice: “Se levantó sobre Egipto un rey diferente, que no sabía acerca de José. Este [ Οὗτός , hóu·tos] empleó astucia estatal en contra de nuestra raza”. “Este” que oprimió a los judíos no era José, sino Faraón, el rey de Egipto.
Los anteriores pasajes confirman la observación del helenista Daniel Wallace, quien dice que tocante a los pronombres demostrativos griegos, “lo que contextualmente pudiera ser el antecedente más próximo tal vez no sea el antecedente más próximo en la mente del escritor”.
Ciertamente “el verdadero” es Jehová, el Padre de Jesucristo. Él es el único Dios verdadero, el Creador. El apóstol Pablo reconoció: “Realmente para nosotros hay un solo Dios el Padre, procedente de quien son todas las cosas” (1 Corintios 8:6; Isaías 42:8). Otra razón por la que Jehová es “el verdadero”, como se le califica en 1 Juan 5:20, es que él es la Fuente de la verdad. El salmista llamó a Jehová “el Dios de la verdad” porque es fiel en todo lo que hace y no puede mentir (Salmo 31:5; Éxodo 34:6; Tito 1:2). Refiriéndose a su Padre celestial, Jesús dijo: “Tu palabra es la verdad”. Y con respecto a su propia enseñanza, aseveró: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado” (Juan 7:16; 17:17).
Jehová también es “vida eterna”. Él es la Fuente de la vida y es Quien la da como una dádiva inmerecida por medio de Cristo (Salmo 36:9; Romanos 6:23). Además, el apóstol Pablo dijo que Dios es “remunerador de los que le buscan solícitamente” (Hebreos 11:6). Jehová remuneró a su Hijo levantándolo de entre los muertos y remunerará con vida eterna a los que le sirven de todo corazón (Hechos 26:23; 2 Corintios 1:9).
Por consiguiente, ¿a qué conclusión deberíamos llegar? Pues que Jehová, y nadie más, es “el Dios verdadero y vida eterna”. Él es el único que merece recibir devoción exclusiva de aquellos a quienes creó (Revelación [Apocalipsis] 4:11).
Investigación:
(1 Juan 5:19, 20) .... 20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para que lleguemos a conocer al que es verdadero. Y estamos en unión con el que es verdadero por medio de su Hijo, Jesucristo. Ese es el Dios verdadero y la vida eterna.
20 οἴδαμεν δὲ ὅτι ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ ἥκει, καὶ δέδωκεν ἡμῖν διάνοιαν ἵνα γινώσκομεν / γινώσκωμεν τὸν ἀληθινόν· καί ἐσμεν ἐν τῷ ἀληθινῷ, ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστῷ. οὗτός ἐστιν ὁ ἀληθινὸς θεὸς καὶ ζωὴ αἰώνιος.
Por τὸν ἀληθινόν se describe a Dios, (Juan 17:3) Esto significa vida eterna: que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a quien tú enviaste, Jesucristo.
Jehová es el Dios verdadero, que ha enviado a su Hijo al mundo; la venida de Cristo (ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ ἥκει ) no ha sido ineficaz, sino que ha producido en los creyentes el entendimiento, el conocimiento ( διάνοιαν ) de Dios ( del Dios verdadero Jehová) , Ese entendimiento nos permite estar “en unión con el que es verdadero por medio de su Hijo, Jesucristo “ Así lo expresa el apóstol : καί ἐσμεν ἐν τῷ ἀληθινῷ ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστῷ .
La conjunción ὅτι ( que) introduce dos oraciones copulativas:
ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ ἥκει, el Hijo de Dios ha venido.
καὶ δέδωκεν ἡμῖν διάνοιαν y nos ha dado entendimiento
Esta segunda oración es la principal de la que se deriva una oración subordinada introducida por la conjunción ἵνα ( para que)
ἵνα γινώσκομεν τὸν ἀληθινόν , para que lleguemos a conocer al que es verdadero
Por otra parte, la siguiente oración introducida por una conjunción copulativa:
καί ἐσμεν ἐν τῷ ἀληθινῷ, ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστῷ,
Y estamos en unión con el que es verdadero por medio de su Hijo, Jesucristo.
No depende de ὅτι( que ) sino que forma una oración independiente. En ella ἐν τῷ ἀληθινῷ, (el que es verdadero ) se refiere a τὸν ἀληθινόν (el que es verdadero ) de la subordinada anterior.
Por tanto, ambas se refieren al mismo, es decir a Jehová el Dios verdadero.
Sería arbitrario entender por τὸν ἀληθινόν al Dios verdadero Jehová , y por τὸν ἀληθινόν, en cambio, A Cristo, y está, además, prohibido por el contexto, según el cual καί ἐσμεν ἐν τῷ ἀληθινῷ, ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστῷ,( Y estamos en unión con el que es verdadero ).
establece la consecuencia de lo anterior, es decir, del hecho de que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado la capacidad de conocer al verdadero Dios, Jehová.
Por lo tanto, también las siguientes palabras: ἐν τῷ υἱῷ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστῷ (por medio de su Hijo, Jesucristo) , no deben tomarse como aposición a ἐν τῷ ἀληθινῷ , también por el uso del posesivo αὐτοῦ ( su ), porque entonces tendría que referirse, no a τῷ ἀληθινῷ , sino más allá a τὸν ἀληθινόν .
Claramente el contexto nos indica que es Jesús , como Hijo de Dios quien “nos ha dado capacidad intelectual”, o “percepción mental”, para que “adquiramos el conocimiento del verdadero”, un entendimiento progresivo de Dios. (Mateo 11:27.) De modo que “estamos en unión con el verdadero [Jehová Dios], por medio de su Hijo Jesucristo”. (Compárese con Juan 17:20, 21.)
Los cristianos se esfuerzan solícitamente por guardarse de la idolatría porque esta tiene muchas formas, y un solo acto idolátrico puede comprometer su fe. El apóstol Juan dijo a sus compañeros de creencia: “Guárdense de los ídolos”. (1 Juan 5:21.) Este consejo fue necesario porque los cristianos estaban rodeados de muchas formas de idolatría. Juan escribió desde Éfeso, una ciudad donde abundaban la magia y los mitos sobre dioses falsos. Allí se hallaba una de las siete maravillas del mundo: el templo de Ártemis, un refugio para criminales y centro de ritos inmorales. El filósofo Heráclito de Éfeso asemejó la senda oscura que conducía al altar de aquel templo a la oscuridad de la infamia, y pensaba que la moralidad de la gente que iba a ese templo era peor que la de los animales. Como se ve, los cristianos de Éfeso tenían que mantenerse firmes ante el demonismo, la inmoralidad y la idolatría.
Los cristianos tienen que resolverse con firmeza a evitar toda forma de idolatría, incluso la que parezca leve, porque un solo acto de adoración al Diablo apoyaría su alegación de que los humanos no permanecerían fieles a Dios bajo prueba. (Job 1:8-12.) Cuando Satanás mostró a Jesús “todos los reinos del mundo y su gloria”, agregó: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”. Al rechazar esa oferta, Cristo apoyó el lado de Jehová en la cuestión de la soberanía universal y probó que el Diablo es un mentiroso. (Mateo 4:8-11; Proverbios 27:11.)
Los primeros seguidores de Jesús tampoco rindieron un acto de adoración que apoyara el lado de Satanás en la cuestión. Mostraban el respeto apropiado a las “autoridades superiores” gubernamentales, pero no quemaban incienso en honor del emperador romano, aunque les costara la vida. (Romanos 13:1-7.) Daniel P. Mannix escribió al respecto: “Muy pocos cristianos se retractaron, aunque se solía tener en la arena del estadio un altar con una llama encendida para facilitarles la ofrenda. Todo lo que el prisionero tenía que hacer era arrojar una pizca de incienso en él y se le daba un Certificado de Sacrificio, con lo que quedaba en libertad. Además, se le explicaba bien que no se trataba de un acto de culto al emperador, sino un reconocimiento de su naturaleza divina como cabeza del Estado romano. Aun así, casi ningún cristiano se valió de este medio para escapar del martirio”. (Those About to Die [A punto de morir], página 137.)
La idolatría se presenta en otras formas sutiles. En 44 E.C. el rey Herodes Agripa pronunció un discurso público, y la gente se entusiasmó tanto que gritó: “¡Voz de un dios, y no de un hombre!”. (Hechos 12:21, 22.) Sí, idolatraron a Herodes y lo hicieron un dios. Cosas similares suceden hoy día. En los días violentos en que el nazismo ascendía al poder en Europa, el clamor “¡Heil Hitler!” era en realidad un grito de adoración. Muchos estuvieron dispuestos a pelear y morir por el Führer como si él fuera un dios, el salvador de la nación. Sin embargo, ¡la mayoría de los que rendían aquel homenaje eran miembros de las iglesias de la cristiandad!
Antes y después de los días de Hitler ha habido otros líderes políticos que también se han proclamado salvadores y han exigido devoción exclusiva. Los que sucumbieron convirtieron a aquellos hombres en dioses, prescindiendo de la religión formal a que pertenecieran como “adoradores” o de que afirmaran ser ateos. El homenaje que los fanáticos dan a estrellas de los deportes y del cine y a otros artistas también se asemeja a adoración.
Además, piense en lo que implicaban estas palabras de Jesús: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas”. (Mateo 6:24.) ¿Conoce usted a alguien que sea miembro de alguna religión, pero cuyo interés principal en la vida sea ganar dinero? Entonces, ¿a quién sirve realmente esa persona?... ¿a Dios, o a las riquezas? ¿A cuántos incrédulos conoce usted que se hayan dado a la búsqueda frenética de dinero? Ciertamente ellos también son adoradores del dinero, y quizás hasta sean más celosos en ello que muchos creyentes.
El apóstol Pablo explicó un principio similar cuando escribió: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría”. (Colosenses 3:5.) Si codiciamos algo tanto que todos nuestros esfuerzos van encaminados a conseguirlo, y quizás hasta violemos la ley mientras hacemos esto, entonces para nosotros ese objeto es un ídolo, un dios. (Efesios 5:5.) En otra carta, Pablo escribió esto respecto a ciertos malhechores: “Su dios es su vientre”. (Filipenses 3:19.) Si todo lo que buscamos en la vida es agradarnos a nosotros mismos, llenarnos el vientre, por decirlo así, entonces nosotros somos nuestro propio dios. ¿A cuántos conoce usted que adoran esa clase de dios?
Sí; como escribió el apóstol Pablo: “Hay muchos ‘dioses’ y muchos ‘señores’”. Y en muchos casos sus adoradores son como los samaritanos de la antigüedad: de palabra sirven a un dios y por sus acciones sirven a otro. Sin embargo, la verdad es que hay un solo Dios que merece nuestra adoración.
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Estudio de la 1ª carta de Juan. Capítulo 3
CAPÍTULO 3 ¡Miren qué amor tan grande nos tiene el Padre que se nos llama hijos de Dios! Y eso es lo que somos. Por eso el mundo no nos conoce, porque no ha llegado a conocerlo a él. 2 Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando él sea manifestado seremos como él, porque lo veremos tal como es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, pues él es puro.
1 Ἴδετε ποταπὴν ἀγάπην δέδωκεν ἡμῖν ὁ πατὴρ ἵνα τέκνα θεοῦ κληθῶμεν, καί ἐσμέν. διὰ τοῦτο ὁ κόσμος οὐ γινώσκει ἡμᾶς ὅτι οὐκ ἔγνω αὐτόν. 2 Ἀγαπητοί, νῦν τέκνα θεοῦ ἐσμέν, καὶ οὔπω ἐφανερώθη τί ἐσόμεθα. οἴδαμεν ὅτι ἐὰν φανερωθῇ ὅμοιοι αὐτῷ ἐσόμεθα, ὅτι ὀψόμεθα αὐτὸν καθώς ἐστιν. 3 καὶ πᾶς ὁ ἔχων τὴν ἐλπίδα ταύτην ἐπ' αὐτῷ ἁγνίζει ἑαυτὸν καθὼς ἐκεῖνος ἁγνός ἐστιν
En 1 Juan 3:1, el apóstol Juan nos invita a pensar en el gran amor que Jehová nos tiene. Con las palabras “vean qué clase de amor nos ha dado el Padre” estaba animando a los cristianos de su época a que meditaran en las diversas formas en que Jehová había demostrado su cariño. Si nosotros hacemos lo mismo, nos sentiremos más cerca de él y llegaremos a quererlo más.
A algunas personas les cuesta creer que Dios pueda querernos. Piensan que solo se encarga de poner normas y de castigar a quienes no las siguen. Como desde niños les han enseñado doctrinas falsas, dicen que Dios es cruel y que no tenemos motivos para amarlo. En el otro extremo están quienes opinan que Dios nunca dejará de querernos, sin importar si lo que hacemos está bien o mal. Nosotros, en cambio, hemos aprendido en la Biblia que la cualidad principal de Jehová es el amor y que nos quiere tanto que ofreció a su Hijo para rescatarnos de la muerte y el pecado (Juan 3:16; 1 Juan 4:8). Aun así, nuestra crianza o las cosas que nos han pasado en la vida pueden hacernos dudar de su amor.
Para entender el amor que Jehová nos tiene, primero debemos entender la relación que hay entre él y los hombres. La Biblia dice que Jehová es nuestro Creador ( Salmo 100:3-5). Por eso, a Adán se le llama “hijo de Dios” (Luc. 3:38). Además, Jesús les dijo a sus discípulos que cuando oraran a Dios lo llamaran Padre (Mat. 6:9). Así que Jehová es nuestro Padre porque nos ha dado la vida, y nos quiere tal como un buen padre quiere a sus hijos.
Con la venida del Hijo de Dios como Redentor prometido, llegó a existir un nuevo factor sobre el que Dios podía basar sus tratos con sus siervos humanos. Los seguidores de Jesucristo que han sido llamados para ser sus hermanos espirituales con la perspectiva de ser coherederos con él en el reino celestial (Ro 8:17), primero son declarados justos por Dios sobre la base de su fe en Jesucristo. (Ro 3:24, 28.) Este es un acto judicial de Jehová Dios. Por consiguiente, nadie puede ‘presentar acusación’ contra sus escogidos ante Él como Juez Supremo. (Ro 8:33, 34.)
En primer lugar, Jehová es perfecto y santo. (Isa 6:3.) Por consiguiente, en armonía con su santidad, aquellos a quienes acepta como sus hijos deben ser perfectos. (Dt 32:4, 5.) Jesucristo, el Hijo principal de Dios, demostró ser perfecto, “leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores”. (Heb 7:26.) Sin embargo, sus seguidores son escogidos de entre los hijos de Adán, quien, debido a su pecado, engendró una familia imperfecta y pecadora. (Ro 5:12; 1Co 15:22.) Por ello, como se muestra en Juan 1:12, 13, los seguidores de Jesús no eran en un principio hijos de Dios. Por su bondad inmerecida, Él dispuso un proceso de “adopción” por medio del cual acepta a estas personas favorecidas y las introduce en una relación espiritual como parte de la familia de sus hijos. (Ro 8:15, 16; 1Jn 3:1.) Por consiguiente, Dios sienta la base para su entrada, o adopción, en la condición de hijos, al declararlos justos por medio del mérito del sacrificio de rescate de Cristo, en el que ejercen fe, un sacrificio que los exonera de toda culpa debida al pecado. (Ro 5:1, 2, 8-11; compárese con Jn 1:12.) De este modo se les “imputa” o atribuye condición de justos, todos sus pecados les son perdonados y no se les tienen en cuenta. (Ro 4:6-8; 8:1, 2; Heb 10:12, 14.)
Este acto de justificación va más lejos que el de Abrahán (y de otros siervos precristianos de Dios). Santiago señaló el alcance de la justificación de Abrahán en estos términos: “Se cumplió la escritura que dice: ‘Abrahán puso fe en Jehová, y le fue contado por justicia’, y vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”. (Snt 2:20-23.) En consecuencia, sobre la base de su fe, la justificación de Abrahán le hizo amigo de Dios, pero no le confirió la condición de hijo de Dios mediante un ‘nuevo nacimiento’ que le permitiese alcanzar vida celestial. (Jn 3:3.) El registro bíblico aclara que antes de que Cristo viniese, ni la adopción en calidad de hijos de Dios ni la esperanza celestial estaban al alcance del hombre. (Jn 1:12, 17, 18; 2Ti 1:10; 1Pe 1:3; 1Jn 3:1.)
Todo lo considerado hace ver que aunque estos cristianos disfrutan de una condición de personas justas ante Dios, no han alcanzado en la carne la perfección literal o verdadera. (1Jn 1:8; 2:1.) En vista de su perspectiva de vida celestial, en realidad no necesitan tal perfección física. (1Co 15:42-44, 50; Heb 3:1; 1Pe 1:3, 4.) Sin embargo, por ser declarados justos, es decir, habiéndoseles ‘imputado’ o atribuido justicia, satisfacen los requisitos de Dios en este sentido y Él los introduce en el “nuevo pacto” validado por la sangre de Jesucristo. (Lu 22:20; Mt 26:28.) Estos hijos espirituales adoptivos, que se encuentran dentro del nuevo pacto realizado con el Israel espiritual, son ‘bautizados en la muerte de Cristo’ y, finalmente, sufren una muerte como la suya. (Ro 6:3-5; Flp 3:10, 11.)
Si bien Jehová perdona sus pecados e imperfecciones, en su carne persiste una lucha, como explicó Pablo en su carta a los Romanos (7:21-25), una lucha entre la ley implantada en su mente renovada (Ro 12:2; Ef 4:23), o la “ley de Dios”, y la “ley del pecado”, anidada en sus miembros. Esto se debe a que no gozan de un cuerpo perfecto aunque se les ha imputado justicia y perdonado sus pecados. Esta lucha interior pone a prueba su integridad a Dios; pueden ganarla con la ayuda del espíritu de Dios y el auxilio de su misericordioso sumo sacerdote, Jesucristo. (Ro 7:25; Heb 2:17, 18.) Sin embargo, para ganarla se requiere que constantemente ejerzan fe en el sacrificio redentor de Cristo y le sigan, manteniendo así su condición de justos a la vista de Dios (compárese con Rev 22:11) y asegurando para sí “su llamamiento y selección”. (2Pe 1:10; Ro 5:1, 9; 8:23-34; Tit 3:6, 7.) Si, por el contrario, incurren en una práctica del pecado, apartándose de la fe, pierden su condición favorecida ante Dios, su justificación, porque están ‘fijando de nuevo en un madero al Hijo de Dios para sí mismos y exponiéndolo a vergüenza pública’ (Heb 6:4-8), lo que supondría la destrucción de ellos. (Heb 10:26-31, 38, 39.) A este respecto, Jesús habló del pecado imperdonable, y el apóstol Juan distinguió entre el “pecado que no incurre en muerte” y el que “sí incurre en muerte”. (Mt 12:31, 32; 1Jn 5:16, 17.)
Después de su fiel proceder hasta la muerte, Jesucristo fue “hecho vivo en el espíritu” y recibió inmortalidad e incorrupción. (1Pe 3:18; 1Co 15:42, 45; 1Ti 6:16.) De esta forma fue “declarado [o pronunciado] justo en espíritu” (1Ti 3:16; Ro 1:2-4) y se sentó a la diestra de Dios en los cielos. (Heb 8:1; Flp 2:9-11.) Los seguidores fieles de las pisadas de Cristo esperan con anhelo una resurrección como la de él (Ro 6:5) y llegar a ser partícipes de la “naturaleza divina”. (2Pe 1:4.)
Se utiliza con mucha frecuencia ὁ κόσμος kó·smos para referirse a toda la sociedad humana no cristiana, sin importar su raza. Este es el mundo que odió a Jesús y a sus seguidores debido a que dieron testimonio de su injusticia y se mantuvieron separados de él; por ello ese mundo mostró que odiaba al propio Jehová Dios y no llegó a conocerle. (Jn 7:7; 15:17-25; 16:19, 20; 17:14, 25; 1Jn 3:1, 13.) Satanás el Diablo, el adversario de Dios, rige sobre dicho mundo formado por la sociedad humana injusta y sus reinos, y se ha convertido de hecho en el “dios” de ese mundo. (Mt 4:8, 9; Jn 12:31; 14:30; 16:11; compárese con 2Co 4:4.) No fue Dios quien produjo ese mundo injusto; el que lo ha formado es el principal opositor de Dios, en cuyo poder “el mundo entero yace”. (1Jn 4:4, 5; 5:18, 19.) Satanás y sus “fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” actúan como los “gobernantes mundiales [o “cosmócratas”; gr. ko·smo·krá·to·ras]” invisibles sobre el mundo alejado de Dios. (Ef 6:11, 12.)
La esperanza es indispensable para el cristiano. Acompaña al gozo, a la paz y al poder del espíritu santo. (Ro 15:13.) Promueve franqueza de expresión al acercarse a Dios para recibir su bondad inmerecida y misericordia. (2Co 3:12.) Permite que el cristiano aguante con regocijo, sin importar cuáles sean las circunstancias. (Ro 12:12; 1Te 1:3.) Igual que un yelmo protegía la cabeza de un guerrero, la esperanza de la salvación protege las facultades mentales del cristiano y le permite mantener integridad. (1Te 5:8.) La esperanza fortalece, pues aunque el cristiano ungido que todavía está en la Tierra no posee la recompensa de la vida celestial, su deseo y expectación es tan fuerte, que continúa aguardando con paciencia y aguante aquello que espera a pesar de pruebas y dificultades severas. (Ro 8:24, 25.)
La esperanza le ayuda al cristiano a mantener un modo de vivir limpio, pues sabe que Dios y Cristo, en quienes descansa la esperanza, son puros, y que no puede esperar ser como Dios y recibir la recompensa si practica la inmundicia o la injusticia. (1Jn 3:2, 3.) La esperanza guarda estrecha relación con la más grande de las cualidades: el amor, pues aquel que de verdad ama a Dios también tendrá esperanza en todas sus promesas. Por otra parte, esperará lo mejor para sus hermanos en la fe, amándoles y confiando en su sinceridad de corazón en Cristo. (1Co 13:4, 7; 1Te 2:19.)
Todos los que tengan “esta esperanza” de vida celestial deben ser movidos a purificarse a sí mismos “así como ése [Jehová] es puro”. Aunque los ungidos en la actualidad son imperfectos, deben llevar vidas limpias que armonicen con su esperanza de ver al Dios puro y santo en la esfera celestial. (Salmo 99:5, 9; 2 Corintios 7:1.)
La descripción de los serafines con pies, alas, etc., debe entenderse de manera simbólica. Su semejanza a la forma de criaturas terrestres solo representa algunas de sus aptitudes o de las funciones que realizan, tal como a menudo Dios habla simbólicamente de sí mismo como si tuviera ojos, oídos y otros rasgos humanos. El apóstol Juan muestra que ningún hombre conoce la forma de Dios al decir: “Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sí sabemos que cuando él sea manifestado seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es”. (1Jn 3:2.)
4 Todo el que practica el pecado está violando la ley; el pecado es la violación de la ley. 5 Ustedes también saben que él fue manifestado para quitar nuestros pecados, y en él no hay pecado. 6 Nadie que se mantiene en unión con él practica el pecado; nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo. 7 Hijitos, que nadie los engañe. El que practica la justicia es justo, así como él es justo. 8 El que practica el pecado proviene del Diablo, porque el Diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue manifestado con este propósito: para deshacer las obras del Diablo.
4 Πᾶς ὁ ποιῶν τὴν ἁμαρτίαν καὶ τὴν ἀνομίαν ποιεῖ, καὶ ἡ ἁμαρτία ἐστὶν ἡ ἀνομία. 5 καὶ οἴδατε ὅτι ἐκεῖνος ἐφανερώθη ἵνα τὰς ἁμαρτίας ἄρῃ, καὶ ἁμαρτία ἐν αὐτῷ οὐκ ἔστιν. 6 πᾶς ὁ ἐν αὐτῷ μένων οὐχ ἁμαρτάνει· πᾶς ὁ ἁμαρτάνων οὐχ ἑώρακεν αὐτὸν οὐδὲ ἔγνωκεν αὐτόν. 7 Τεκνία, μηδεὶς πλανάτω ὑμᾶς· ὁ ποιῶν τὴν δικαιοσύνην δίκαιός ἐστιν, καθὼς ἐκεῖνος δίκαιός ἐστιν· 8 ὁ ποιῶν τὴν ἁμαρτίαν ἐκ τοῦ διαβόλου ἐστίν, ὅτι ἀπ' ἀρχῆς ὁ διάβολος ἁμαρτάνει. εἰς τοῦτο ἐφανερώθη ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ ἵνα λύσῃ τὰ ἔργα τοῦ διαβόλου.
Pecado aislado y práctica del pecado. Juan también hace una distinción entre el pecado aislado y la práctica del pecado, según se ve al comparar 1 Juan 2:1 con 3:4-8 en la Traducción del Nuevo Mundo. La obra Imágenes verbales en el Nuevo Testamento (de A. T. Robertson, CLIE, 1990, vol. 6, pág. 247) dice en cuanto a lo propio de la traducción “todo el que practica pecado , (ὁ ποιῶν τὴν ἁμαρτίαν, ho poi·ṓn tēn ha·mar·tí·an)” (1Jn 3:4): “El participio presente en voz activa ( ποιῶν ,poiōn) significa el hábito de practicar el pecado”.
En 1 Juan 3:6, aparece la frase ( οὐχ ἁμαρτάνει oukj ha·mar·tá·nei )en el texto griego, la misma obra comenta (pág. 247): “Presente lineal [...] de indicativo en voz activa de hamartanō: ‘no persiste en pecar’”. Por consiguiente, es posible que en un determinado momento el cristiano fiel incurra o caiga en pecado debido a debilidad o a ser descarriado, pero “no se ocupa en el pecado”, es decir no anda de continuo en ese camino. (1Jn 3:9, 10; compárese con 1Co 15:33, 34; 1Ti 5:20.)
El no distinguir entre los tiempos presente y aoristo cuando se traduce, dificulta la comprensión de la idea original. Por ejemplo, en la traducción Nácar-Colunga puede parecer que el apóstol Juan se contradice al comparar el pasaje citado antes con las palabras de 1 Juan 3:6, 9. Esta traducción dice: “Todo el que permanece en Él no peca” y “Quien ha nacido de Dios no peca”. Esta traducción no transmite con claridad la acción continua que da a entender el tiempo presente de los verbos griegos empleados. Sin embargo, algunas versiones modernas, en lugar de traducir esta expresión por “no peca”, tienen en cuenta la acción continua y traducen los verbos correspondientes: “No practica el pecado”, “no se ocupa en el pecado” (NM); “no sigue en el pecado”, “[no] vive entregado al pecado” (FS); “no continúa pecando”, “no practica el pecado” (Val), y “no anda en pecado”, “no practica el pecado” (PNT) (véanse también NTI, NVI). Del mismo modo, Jesús mandó a sus seguidores: “Sigan, pues, buscando primero el reino”, más bien que simplemente, “buscad primero su Reino”; con el uso del tiempo presente indica un esfuerzo continuo. (Mt 6:33; NM; BJ.)
El vivir como hijos de Dios también significa hacer lo que es justo. (1 Juan 3:4, 5.) “Todo el que practica pecado también está practicando desafuero” desde el punto de vista de Jehová, cuyas leyes ha violado el pecador. (Isaías 33:22; Santiago 4:12.) Todo “pecado es desafuero”, es decir, transigir respecto a las leyes de Dios. El practicar el pecado es contrario al espíritu cristiano, y estamos agradecidos de que Jesucristo “fue manifestado” como humano “para quitar nuestros pecados”. Puesto que “no hay pecado en él”, pudo presentar a Dios el único sacrificio completamente satisfactorio que expía los pecados. (Isaías 53:11, 12; Hebreos 7:26-28; 1 Pedro 2:22-25.)
“Todo el que permanece en unión con él [el Hijo] no practica el pecado.” (1 Juan 3:6.) Debido a nuestra imperfección, puede que a veces cometamos pecados. Pero el pecar no es una práctica en el caso de los que permanecen en unión con el Hijo y, por lo tanto, en unión con el Padre. Los que practican el pecado no han “visto” a Jesús con los ojos de fe; tales pecadores empedernidos, como los apóstatas, tampoco ‘conocen’ ni aprecian a Cristo como “El Cordero de Dios” que expía los pecados. (Juan 1:36.)
Juan advierte contra el dejarse extraviar. ( 1 Juan 3:7, 8.) “No vaya a extraviarlos nadie”, dice el apóstol, y añade: “el que se ocupa en la justicia [mediante el seguir la ley de Dios] es justo, así como ése [Jesucristo] es justo”. Nuestra pecaminosidad impide que seamos justos al mismo grado que lo fue nuestro Gran Dechado. Pero debido a la bondad inmerecida de Jehová, los seguidores ungidos de Jesús ahora pueden seguir viviendo como hijos de Dios.
El que deliberadamente practica el pecado “se origina del Diablo”, quien ha estado pecando “desde el principio” de su carrera de rebelión contra Jehová. Pero el Hijo de Dios “fue manifestado” para “desbaratar las obras” de Satanás relacionadas con el promover el pecado y la maldad. Esto incluye deshacer los efectos de la muerte adámica mediante la expiación del pecado por medio de Cristo y la resurrección de los que se hallan en el Seol (Hades), así como el magullamiento de la cabeza de Satanás. (Génesis 3:15; 1 Corintios 15:26.) Mientras tanto, que nosotros, el resto ungido y la “gran muchedumbre”, sigamos guardándonos de practicar pecado e injusticia.
El pecado se produjo primero en la región de los espíritus antes de introducirse en la Tierra. Desde tiempos inmemoriales había prevalecido en el universo una completa armonía con Dios. Pero esa armonía fue interrumpida por una criatura celestial a la que se llama simplemente Resistidor, Adversario heb. Sa·tán; gr. (Sa·ta·nás; Job 1:6; Ro 16:20), el principal Acusador Falso o Calumniador (gr. Di·á·bo·los) de Dios. (Heb 2:14; Rev 12:9.) Por consiguiente, el apóstol Juan dice: “El que se ocupa en el pecado se origina del Diablo, porque el Diablo ha estado pecando desde el principio”. (1Jn 3:8.)
Con la expresión “desde el principio”, Juan claramente se refiere al principio de la persistente oposición de Satanás, igual que en 1 Juan 2:7; 3:11 se utiliza “principio” para referirse al comienzo del discipulado de los cristianos. Las palabras de Juan muestran que Satanás continuó su proceder pecaminoso después de haber dado principio al pecado. Por consiguiente, todo el que “hace del pecado su ocupación o práctica” demuestra que es ‘hijo’ del Adversario, descendiente espiritual que refleja las cualidades de su “padre”.
Antes de que el Reino pudiera empezar a gobernar, era necesario que apareciera en la Tierra la parte principal de la Descendencia, Jesucristo. ¿Por qué? Porque Jehová Dios lo nombró “para desbaratar [o deshacer] las obras del Diablo” (1 Juan 3:8). Las obras de Satanás incluían haber inducido a Adán al pecado, lo cual ocasionó la condenación al pecado y a la muerte de toda la prole de este (Romanos 5:12). Jesús deshizo esta obra del Diablo al dar Su vida como rescate. Así, proveyó la base para librar a la humanidad de la condenación al pecado y a la muerte, y abrió el camino a la vida eterna (Mateo 20:28; Romanos 3:24; Efesios 1:7).
La resurrección también hace posible que Dios cumpla con lo que el apóstol Juan escribió: “Con este propósito el Hijo de Dios fue manifestado, a saber, para desbaratar las obras del Diablo” (1 Juan 3:8). En el jardín de Edén, Satanás se convirtió en el asesino de toda la especie humana cuando indujo a nuestros primeros padres al pecado que les ocasionó la muerte (Génesis 3:1-6; Juan 8:44). Jesús empezó a desbaratar las obras de Satanás cuando entregó su vida perfecta como un rescate correspondiente que abría el camino para que se liberara a la humanidad de la esclavitud heredada al pecado, legado de la desobediencia voluntaria de Adán (Romanos 5:18). La resurrección de los que mueren por causa del pecado de Adán será otra manera de desbaratar las obras del Diablo.
9 Nadie que ha nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él, y él no puede practicar el pecado porque ha nacido de Dios. 10 Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se reconocen por esto: el que no practica la justicia no proviene de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano. 11 Porque este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros; 12 no como Caín, que provino del Maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus propias acciones eran malvadas pero las de su hermano eran justas.
9 Πᾶς ὁ γεγεννημένος ἐκ τοῦ θεοῦ ἁμαρτίαν οὐ ποιεῖ, ὅτι σπέρμα αὐτοῦ ἐν αὐτῷ μένει, καὶ οὐ δύναται ἁμαρτάνειν, ὅτι ἐκ τοῦ θεοῦ γεγέννηται. 10 ἐν τούτῳ φανερά ἐστιν τὰ τέκνα τοῦ θεοῦ καὶ τὰ τέκνα τοῦ διαβόλου· πᾶς ὁ μὴ ποιῶν δικαιοσύνην οὐκ ἔστιν ἐκ τοῦ θεοῦ, καὶ ὁ μὴ ἀγαπῶν τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ.
11 ὅτι αὕτη ἐστὶν ἡ ἀγγελία ἣν ἠκούσατε ἀπ' ἀρχῆς, ἵνα ἀγαπῶμεν ἀλλήλους· 12 οὐ καθὼς Καὶν ἐκ τοῦ πονηροῦ ἦν καὶ ἔσφαξεν τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ· καὶ χάριν τίνος ἔσφαξεν αὐτόν; ὅτι τὰ ἔργα αὐτοῦ πονηρὰ ἦν, τὰ δὲ τοῦ ἀδελφοῦ αὐτοῦ δίκαια.
Juan hace una distinción entre los hijos de Dios y los hijos del Diablo. ( 1 Juan 3:9-12.) Todo el que ha “nacido de Dios no se ocupa en el pecado”, o no hace de este una práctica. La “semilla reproductiva” de Jehová, o el espíritu santo que da a la persona “un nuevo nacimiento” a una esperanza celestial, permanece en el individuo a menos que este lo resista y en consecuencia ‘contriste’ el espíritu, haciendo que Dios lo aparte de él. (1 Pedro 1:3, 4, 18, 19, 23; Efesios 4:30.) Para permanecer como hijo de Dios, el cristiano engendrado por espíritu “no puede practicar el pecado”. Y siendo que ahora es “una nueva creación” con una “nueva personalidad”, lucha contra el pecado. Ha “escapado de la corrupción que hay en el mundo por la lujuria”, y en su corazón no se halla el deseo de ser un malhechor habitual. (2 Corintios 5:16, 17; Colosenses 3:5-11; 2 Pedro 1:4.)
Una manera de distinguir entre los hijos de Dios y los hijos del Diablo es la siguiente: “Todo el que no se ocupa en la justicia no se origina de Dios”. La injusticia es tan característica de los hijos del Diablo que estos “no duermen a menos que hagan maldad, y su sueño les ha sido arrebatado a no ser que hagan tropezar a alguien”, esto es lo que los apóstatas quisieran hacerle a los cristianos leales. (Proverbios 4:14-16.)
Además, “tampoco [se origina de Dios] el que no ama a su hermano”. De hecho, el “mensaje” que hemos oído “desde el principio” de nuestra vida como testigos de Jehová es que “debemos tener amor unos para con otros”. (Juan 13:34.) De manera que no somos “como Caín”, quien mostró que se “originó del inicuo” al ‘degollar a su hermano’ de manera violenta, lo cual es característico del homicida Satanás. (Génesis 4:2-10; Juan 8:44.) Caín degolló a Abel “porque sus propias obras eran inicuas, pero las de su hermano eran justas”. El reflexionar en el proceder de Caín ciertamente debe movernos a guardarnos contra el odiar de manera similar a nuestros hermanos espirituales.
El apóstol Pedro les recuerda a sus hermanos su condición de hijos del “Dios vivo y duradero”, no de un padre humano que muere y que no puede transmitirles incorruptibilidad ni vida eterna. La semilla incorruptible con la que se les ha dado este nuevo nacimiento es el espíritu santo de Dios, su fuerza activa, que obra conjuntamente con su palabra perdurable inspirada por el espíritu. El apóstol Juan, de igual manera, dice en cuanto a estos ungidos por espíritu: “Todo el que ha nacido de Dios no se ocupa en el pecado, porque la semilla reproductiva de Él permanece en el tal, y no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios”. (1Jn 3:9.)
Este espíritu actúa en ellos para generar un nuevo nacimiento como hijos de Dios. Es una fuerza que limpia, y produce el fruto del espíritu, no las obras corruptas de la carne. El que tenga en él esta semilla reproductiva no practicará, por lo tanto, las obras de la carne. El apóstol Pablo dice al respecto: “Porque Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia, sino con relación a santificación. Así, pues, el hombre que muestra desatención, no está desatendiendo a hombre, sino a Dios, que pone su espíritu santo en ustedes”. (1Te 4:7, 8.)
Sin embargo, si un cristiano engendrado por espíritu resistiese constantemente al espíritu santo, lo ‘contristase’, ‘entristeciese’ o ‘hiriese’, con el tiempo Dios le retiraría su espíritu. (Ef 4:30, nota; compárese con Isa 63:10.) Una persona podría ir tan lejos como hasta incurrir en blasfemia contra el espíritu, lo que le abocaría a un desenlace fatal. (Mt 12:31, 32; Lu 12:10.) Por esa razón, Pedro y Juan recalcaron la importancia de mantener la santidad y el amor de Dios, amar a los hermanos desde el corazón y aceptar con sumisión la guía del espíritu de Dios, pues solo así demostrarían ser verdaderos hijos leales de Dios. (1Pe 1:14-16, 22; 1Jn 2:18, 19; 3:10, 14.)
En una ocasión, el Gran Maestro hizo esta sorprendente pregunta: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?” (Mateo 12:48). ¿Podrías contestar esa pregunta?... Seguramente sabes que la madre de Jesús se llamaba María. La Biblia dice que los hermanos de Jesús se llamaban Santiago, José, Simón y Judas. Indica, además, que sí tenía hermanas. Jesús era el primer hijo, de modo que todos sus hermanos eran menores que él (Mateo 13:55, 56; Lucas 1:34, 35).
¿Eran los hermanos de Jesús discípulos suyos?... La Biblia dice que al principio “no ejercían fe en él” (Juan 7:5). Pero después, Santiago y Judas llegaron a ser sus discípulos e incluso escribieron libros de la Biblia. ¿Sabes cuáles?... Las cartas de Santiago y de Judas. Aunque la Biblia no revela el nombre de las hermanas de Jesús, sabemos que por lo menos eran dos. ¿Se hicieron discípulas de él sus hermanas?... La Biblia no lo dice, así que no lo sabemos. Pero ¿por qué preguntó Jesús quiénes eran su madre y sus hermanos?... Vamos a ver.
Momentos antes, Jesús estaba enseñando a sus discípulos, y alguien lo interrumpió para decirle: “Tu madre y tus hermanos están parados fuera, y procuran hablarte”. Jesús quiso aprovechar la oportunidad para enseñar una lección importante. Por eso hizo la sorprendente pregunta: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?”, y entonces, señalando hacia sus discípulos, exclamó: “¡Mira! ¡Mi madre y mis hermanos!”.
A continuación explicó: “Cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano y hermana y madre” (Mateo 12:47-50). Esto muestra el cariño que Jesús sentía por sus discípulos. Con esas palabras nos enseñó que, para él, sus discípulos eran como verdaderos hermanos, hermanas y madres.
En aquel entonces, los hermanos carnales de Jesús —Santiago, José, Simón y Judas— no pensaban que él fuera el Hijo de Dios. No creían que fuera cierto lo que el ángel Gabriel le había dicho a su madre (Lucas 1:30-33). Puede que incluso trataran mal a Jesús. Quien se porta así no demuestra ser un verdadero hermano. ¿Conoces a alguien que se porte mal con su hermano o su hermana?...
En el relato bíblico de Esaú y Jacob leemos que Esaú se enojó tanto con su hermano que dijo: “Voy a matar a Jacob mi hermano”. Su madre, Rebeca, se asustó mucho y mandó a Jacob lejos para que Esaú no lo matara (Génesis 27:41-46). Sin embargo, muchos años después, Esaú cambió de actitud, y abrazó y besó a su hermano (Génesis 33:4). Con el tiempo, Jacob tuvo doce hijos. Pero los mayores no amaban a su hermano menor José. Tenían celos de él porque era el preferido de su padre. De modo que lo vendieron a unos mercaderes de esclavos que iban camino a Egipto, y luego le dijeron a su padre que una fiera lo había matado (Génesis 37:23-36).
Años después, los hermanos de José se arrepintieron de lo que habían hecho, y él los perdonó. ¿Ves en qué se parecen José y Jesús?... Cuando Jesús estuvo en problemas, sus apóstoles huyeron, y Pedro hasta negó que lo conociera. Pero, al igual que José, Jesús los perdonó a todos.
También aprendemos una lección de lo que les sucedió a otros dos hermanos: Caín y Abel. Dios vio en el corazón de Caín que no amaba a su hermano, así que le dijo que tenía que cambiar. Si Caín hubiera amado de verdad a Dios, le habría hecho caso. Pero no lo amaba. Un día, Caín le dijo a su hermano: “Vamos allá al campo”. Abel lo acompañó, y cuando estaban los dos solos en el campo, Caín le dio un golpe tan fuerte que lo mató (Génesis 4:2-8).
La Biblia dice que ese relato nos enseña una lección importante. ¿Sabes cuál es?... “Este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio, que debemos tener amor unos para con otros; no como Caín, que se originó del inicuo.” Por lo tanto, los hermanos tienen que amarse. No deben ser como Caín (1 Juan 3:11, 12).
¿Por qué no debemos ser como Caín?... Porque la Biblia dice que Caín “se originó del inicuo”, Satanás el Diablo. Como Caín se portó igual que el Diablo, fue como si se hubiera convertido en hijo suyo. ¿Entiendes por qué es importante que ames a tus hermanos?... Si no lo haces, ¿a quiénes estarás imitando?... A los hijos del Diablo. Y tú no deseas ser como ellos, ¿verdad?... Entonces, ¿cómo puedes demostrar que quieres ser un hijo o una hija de Dios?... Amando a tus hermanos.
Pero ¿qué es el amor?... Es un sentimiento profundo que nos motiva a realizar buenas obras por otras personas. Demostramos amor a los demás cuando les tenemos cariño y hacemos cosas buenas por ellos. ¿Y quiénes son nuestros hermanos, a los que debemos amar?... Recuerda que Jesús enseñó que son quienes componen la gran familia cristiana.
¿Por qué es importante que amemos a nuestros hermanos cristianos?... La Biblia dice: “El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 4:20). De manera que no basta con amar solo a unos cuantos miembros de la familia cristiana. Debemos amarlos a todos. Jesús dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). ¿Amas tú a todos los hermanos?... Recuerda que si no los amas a ellos, tampoco amas realmente a Dios. ¿Cómo podemos demostrar verdadero amor a nuestros hermanos?... Por ejemplo, no evitaremos encontrarnos con ellos para no tener que hablarles. Al contrario, seremos amables con todos, los trataremos siempre bien y compartiremos nuestras cosas con ellos. Y si alguna vez tienen problemas, los ayudaremos, porque verdaderamente somos una gran familia.
13 Hermanos, no se sorprendan de que el mundo los odie. 14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. 15 Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna. 16 Por esto hemos llegado a conocer el amor: porque él entregó la vida por nosotros, y nosotros tenemos la obligación de entregar la vida por nuestros hermanos. 17 Pero, si alguien tiene las posesiones de este mundo y ve que su hermano está pasando necesidad pero se niega a mostrarle compasión, ¿cómo puede el amor a Dios permanecer en él? 18 Hijitos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.
13 [καὶ] Μὴ θαυμάζετε, ἀδελφοί, εἰ μισεῖ ὑμᾶς ὁ κόσμος. 14 ἡμεῖς οἴδαμεν ὅτι μεταβεβήκαμεν ἐκ τοῦ θανάτου εἰς τὴν ζωήν, ὅτι ἀγαπῶμεν τοὺς ἀδελφούς· ὁ μὴ ἀγαπῶν μένει ἐν τῷ θανάτῳ. 15 πᾶς ὁ μισῶν τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ ἀνθρωποκτόνος ἐστίν, καὶ οἴδατε ὅτι πᾶς ἀνθρωποκτόνος οὐκ ἔχει ζωὴν αἰώνιον ἐν αὐτῷ μένουσαν. 16 Ἐν τούτῳ ἐγνώκαμεν τὴν ἀγάπην, ὅτι ἐκεῖνος ὑπὲρ ἡμῶν τὴν ψυχὴν αὐτοῦ ἔθηκεν· καὶ ἡμεῖς ὀφείλομεν ὑπὲρ τῶν ἀδελφῶν τὰς ψυχὰς θεῖναι. 17 ὃς δ' ἂν ἔχῃ τὸν βίον τοῦ κόσμου καὶ θεωρῇ τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ χρείαν ἔχοντα καὶ κλείσῃ τὰ σπλάγχνα αὐτοῦ ἀπ' αὐτοῦ, πῶς ἡ ἀγάπη τοῦ θεοῦ μένει ἐν αὐτῷ;
18 Τεκνία, μὴ ἀγαπῶμεν λόγῳ μηδὲ τῇ γλώσσῃ ἀλλὰ ἐν ἔργῳ καὶ ἀληθείᾳ.
Sabemos que el mundo va a odiarnos (1 Juan 3:13). Juan nos recuerda que “el mundo entero está bajo el poder del Maligno” (1 Juan 5:19). El fin de este sistema está cada vez más cerca, así que Satanás está cada vez más furioso (Apoc. 12:12). No solo nos ataca por medios sutiles, como la inmoralidad y las mentiras de los apóstatas, sino que también usa la fuerza. Él sabe que le queda poco tiempo, por eso intenta más y más detener la predicación o destruir nuestra fe. No nos extraña, pues, que en algunos países se restrinja o incluso prohíba nuestra obra. Aun así, nuestros hermanos en esos lugares siguen aguantando. Demuestran que, sin importar lo que el Diablo nos haga, podemos mantenernos fieles.
Podemos ayudar a los hermanos a seguir en la verdad siendo compasivos (1 Juan 3:10, 11, 16-18). Debemos amarnos unos a otros en las buenas y en las malas. Por ejemplo, ¿conocemos a algún hermano que ha perdido a un ser querido y necesita consuelo o algún tipo de ayuda? ¿Nos hemos enterado de que debido a un desastre natural los hermanos necesitan ayuda para reconstruir sus Salones del Reino o sus hogares? El verdadero amor y compasión por nuestros hermanos lo demostraremos sobre todo con actos, no solo con palabras.
Cuando nos mostramos amor unos a otros, imitamos a nuestro cariñoso Padre celestial ( 1 Juan 4:7, 8). Una forma importante de mostrar amor es perdonando a los demás. Por ejemplo, si alguien nos hiere, el amor nos llevará a perdonarlo y olvidar lo que hizo (Col. 3:13). El apóstol Juan amaba mucho a sus hermanos y se interesaba en su bienestar espiritual. Ese sentimiento se refleja con claridad en los consejos que dio en las tres cartas que escribió por inspiración. Cuánto nos anima saber que los hombres y mujeres que irán al cielo a gobernar con Cristo tienen la misma clase de sentimientos que tenía Juan (1 Juan 2:27).
Tomemos en serio los consejos que hemos analizado. Resolvámonos a andar en la verdad y a obedecer a Jehová en todo lo que hagamos. Estudiemos su Palabra y confiemos en ella. Fortalezcamos nuestra fe en Jesús. Rechacemos las ideas humanas y lo que dicen los apóstatas. Luchemos contra la tentación de llevar una doble vida y ceder al pecado. Dejémonos guiar por las elevadas normas morales de Jehová. Y ayudemos a nuestros hermanos a mantenerse fuertes perdonando a los que nos ofenden y ayudando a los que lo necesitan. Entonces, sin importar las batallas que tengamos que luchar, seguiremos andando en la verdad.
Si imitáramos a Caín, estaríamos muertos en sentido espiritual. ( 1 Juan 3:13-15.) Por su gran odio mató a su hermano, y no nos sorprende que el mundo nos odie de manera similar, pues Jesús predijo esto. (Marcos 13:13.) Pero “nosotros sabemos [o, estamos seguros] que hemos pasado de muerte [espiritual] a vida [eterna], porque amamos a los hermanos”, nuestros compañeros testigos de Jehová. Debido a ese amor fraternal, aunado a nuestra fe en Cristo, ya no estamos ‘muertos’ en nuestras ofensas y pecados, sino que Dios ha removido de nosotros Su condenación y nos ha levantado de la muerte espiritual, dándonos la esperanza de vida eterna. (Juan 5:24; Efesios 2:1-7.) Los desamorados apóstatas no tienen tal esperanza, pues “el que no ama permanece en la muerte [espiritual]”.
En realidad, “todo el que odia a su hermano es homicida”. Quizás no se cometa un homicidio literal (como cuando Caín mató a Abel debido a envidia y odio), pero la persona que odia desearía que su hermano espiritual no viviera. Puesto que Jehová lee el corazón, el que odia permanece bajo condenación. (Proverbios 21:2; compárese con Mateo 5:21, 22.) Ningún “homicida” impenitente, o que odia a un compañero de creencia, “tiene vida eterna en permanencia en él”. Por lo tanto si aún en secreto odiáramos a un compañero testigo, ¿no deberíamos orar a Jehová para que nos ayude a cambiar nuestro espíritu a uno de amor fraternal?
Si hemos de seguir viviendo como hijos de Dios, tenemos que mostrar amor fraternal en palabra y hecho. ( 1 Juan 3:16-18.) Esto debe ser posible, pues “hemos venido a conocer el amor, porque aquél [Jesucristo] entregó su alma [o “vida”] por nosotros”. Puesto que Jesús mostró amor hasta ese extremo, nosotros deberíamos desplegar un amor similar basado en principios (griego, ἀγάπη, ης, ἡ , agape) para con nuestros compañeros creyentes. Por ejemplo, en tiempos de persecución “estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos”, así como Prisca y Áquila, quienes ‘arriesgaron su propio cuello’ por el alma del apóstol Pablo. (Romanos 16:3, 4; Juan 15:12, 13.)
Si nuestro deber es dar la vida por nuestros hermanos, deberíamos estar dispuestos a hacer cosas menos exigentes a favor de ellos. Supongamos que tenemos “los medios de este mundo para el sostén de la vida”: dinero, comida, ropa y cosas similares que el mundo hace posible, y tal vez ‘contemplemos’ a un hermano en necesidad, no solo viendo por casualidad su situación, sino más bien fijándonos bien en ella, puede que al verlo de esa manera la “puerta” de nuestras “tiernas compasiones”, o sentimientos profundos, se abran. Pero ¿qué hay si cerramos esa “puerta” por medio de permitir que el egoísmo frustre nuestros deseos de ayudarle? Entonces, ¿“de qué manera permanece el amor de Dios” en nosotros? No basta con solo hablar del amor fraternal. Como hijos de Dios, tenemos que manifestarlo “en hecho y verdad”. Por ejemplo, si un hermano está pasando hambre, este necesita comida, no meras palabras. (Santiago 2:14-17.)
‘Pasar de muerte a vida.’ Jesús habló de los que ‘tienen vida eterna’ porque oyen sus palabras con fe y obediencia y creen en el Padre que le envió. Dijo en cuanto a cada uno de ellos: “No entra en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. Muy verdaderamente les digo: La hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan hecho caso vivirán”. (Jn 5:24, 25.)
Los que han ‘pasado de la muerte a la vida ahora’ no son los que habían muerto literalmente y estaban en las sepulturas. Cuando Jesús dijo estas palabras, toda la humanidad estaba condenada a muerte ante Dios el Juez de todos. Por lo tanto, Jesús se refería a personas que estaban muertas en sentido espiritual, a la clase de muertos espirituales que debió tener presente cuando dijo al judío que quería ir primero a su casa a enterrar a su padre: “Continúa siguiéndome, y deja que los muertos entierren a sus muertos”. (Mt 8:21, 22.)
Los que se han hecho cristianos verdaderos se encontraron en un tiempo entre las personas del mundo que estaban muertas espiritualmente. El apóstol Pablo recordó a la congregación este hecho, diciendo: “A ustedes Dios los vivificó aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados, en los cuales en un tiempo anduvieron conforme al sistema de cosas de este mundo [...]. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, nos vivificó junto con el Cristo, aun cuando estábamos muertos en ofensas —por bondad inmerecida han sido salvados ustedes— y nos levantó juntos y nos sentó juntos en los lugares celestiales en unión con Cristo Jesús”. (Ef 2:1, 2, 4-6.)
De modo que Jehová retiró su condenación debido a que ya no andaban en ofensas y pecados contra Dios y por su fe en Cristo. Los levantó de la muerte espiritual y les dio la esperanza de vida eterna. (1Pe 4:3-6.) El apóstol Juan describe este cambio de muerte en ofensas y pecados a vida espiritual con estas palabras: “No se maravillen, hermanos, de que el mundo los odie. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos”. (1Jn 3:13, 14.)
El respeto por el regalo de la vida empieza en lo más profundo del corazón. Incluye lo que sentimos por otras personas. El apóstol Juan escribió: “Todo el que odia a su hermano es un asesino” (1 Juan 3:15). Sin darnos cuenta, podemos llegar a odiar a alguien que no nos cae bien. El odio puede hacer que tratemos a los demás sin respeto, que los acusemos falsamente o incluso que deseemos que estuvieran muertos. Jehová sabe lo que sentimos por otras personas (Levítico 19:16; Deuteronomio 19:18-21; Mateo 5:22). Así que, si notamos que odiamos a alguien, debemos esforzarnos por deshacernos de ese sentimiento (Santiago 1:14, 15; 4:1-3).
Otra manera de demostrar que valoramos la vida. Según Salmo 11:5, Jehová “odia a todo el que ama la violencia”. Si escogemos entretenimiento violento, eso podría revelar que amamos la violencia. Está claro que no queremos llenar la mente con imágenes, ideas y palabras violentas. Más bien, queremos llenarla con pensamientos limpios y pacíficos (Filipenses 4:8, 9).
El odio se equipara al asesinato. El impulso asesino procede del corazón. (Mt 15:19; Mr 7:21; compárese con Ro 1:28-32.) Por lo tanto, el que odiara a su hermano sería un homicida, un asesino. (1Jn 3:15.) Cristo Jesús también relacionó el asesinato con las actitudes incorrectas, como el que una persona continuara airada con su hermano, le insultara o lo juzgara y condenara como un “despreciable necio”. (Mt 5:21, 22.) Un odio interno de tal naturaleza puede conducir al asesinato. Ese parece ser el trasfondo de las palabras de Santiago (5:6), cuando dice: “Han condenado, han asesinado al justo”. Las personas adineradas de inclinación malvada a las que se refiere Santiago y que manifestaron odio a los discípulos del Hijo de Dios y los oprimieron, en determinadas ocasiones llegaron a materializar su odio en asesinato. Como Jesús considera que el trato que se les dispensa a sus hermanos es como si se le diese a él, estas personas también asesinaron figurativamente a Jesús. Esta parece ser la idea de Santiago en su comentario. (Compárese con Snt 2:1-11; Mt 25:40, 45; Hch 3:14, 15.)
Aunque a los seguidores de Cristo quizás se les persiga y hasta asesine por causa de la justicia, nunca deberían sufrir por haber cometido asesinatos u otros delitos. (Mt 10:16, 17, 28; 1Pe 4:12-16; Rev 21:8; 22:15.)
Pero Jehová no se conforma con que no hagamos daño al prójimo. Quiere que extirpemos del corazón un sentimiento por el que se han derramado mares de sangre: el odio. Mediante el apóstol Juan nos advierte: “Todo el que odia a su hermano es homicida” (1 Juan 3:15). Claro, no se trata solo de tenerle antipatía a una persona, sino de desear verla muerta. Tal aversión pudiera llevar a calumniarla o acusarla falsamente de actos dignos del castigo divino (Levítico 19:16; Deuteronomio 19:18-21; Mateo 5:22). Sin duda, es vital que nos esforcemos por erradicar del corazón las malas intenciones que tengamos (Santiago 1:14, 15; 4:1-3).
19 Así sabremos que provenimos de la verdad y haremos que nuestro corazón se sienta seguro delante de Dios, 20 incluso si nuestro corazón nos condena, porque Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. 21 Amados, si nuestro corazón no nos condena, podemos hablarle a Dios con confianza; 22 y todo lo que le pedimos lo recibimos de él, porque estamos obedeciendo sus mandamientos y haciendo lo que a él le agrada. 23 De hecho, este es su mandamiento: que tengamos fe en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, así como él nos mandó. 24 Además, el que obedece sus mandamientos se mantiene en unión con él, y él se mantiene en unión con esa persona. Y, por el espíritu que él nos dio, sabemos que él se mantiene en unión con nosotros.
19 [καὶ] Ἐν τούτῳ γνωσόμεθα ὅτι ἐκ τῆς ἀληθείας ἐσμέν, καὶ ἔμπροσθεν αὐτοῦ πείσομεν τὴν καρδίαν ἡμῶν 20 ὅτι ἐὰν καταγινώσκῃ ἡμῶν ἡ καρδία, ὅτι μείζων ἐστὶν ὁ θεὸς τῆς καρδίας ἡμῶν καὶ γινώσκει πάντα. 21 Ἀγαπητοί, ἐὰν ἡ καρδία [ἡμῶν] μὴ καταγινώσκῃ, παρρησίαν ἔχομεν πρὸς τὸν θεόν, 22 καὶ ὃ ἂν / ἐὰν αἰτῶμεν λαμβάνομεν ἀπ' αὐτοῦ, ὅτι τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ τηροῦμεν καὶ τὰ ἀρεστὰ ἐνώπιον αὐτοῦ ποιοῦμεν. 23 καὶ αὕτη ἐστὶν ἡ ἐντολὴ αὐτοῦ, ἵνα πιστεύσωμεν τῷ ὀνόματι τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστοῦ καὶ ἀγαπῶμεν ἀλλήλους, καθὼς ἔδωκεν ἐντολὴν ἡμῖν. 24 καὶ ὁ τηρῶν τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ ἐν αὐτῷ μένει καὶ αὐτὸς ἐν αὐτῷ· καὶ ἐν τούτῳ γινώσκομεν ὅτι μένει ἐν ἡμῖν, ἐκ τοῦ πνεύματος οὗ ἡμῖν ἔδωκεν.
La Biblia dice: “Haremos que nuestro corazón se sienta seguro delante de Dios, incluso si nuestro corazón nos condena, porque Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo” (1 Juan 3:19, 20). Veamos cuatro maneras en que la Biblia nos ayuda a “que nuestro corazón se sienta seguro” de que Dios nos ama.
En primer lugar, la Biblia enseña claramente que, para Dios, cada uno de sus siervos es muy valioso. Por ejemplo, Jesús dijo: “Se venden dos gorriones por una moneda de poco valor, ¿no es cierto? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin que su Padre lo sepa. Pero, en el caso de ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están todos contados. Así que no tengan miedo. Ustedes valen más que muchos gorriones” (Mateo 10:29-31). Pensemos en lo que estas palabras de Jesús significaban para un judío del siglo primero.
Hoy quizás nos preguntemos quién compraría un gorrión. Pues bien, en aquel tiempo el gorrión era el ave comestible más barata. Se vendían dos por una moneda de poco valor. En otra ocasión, Jesús dijo que con dos monedas no daban cuatro, sino cinco. Venía uno de regalo, como si no valiera nada. Quizá la gente pensara que esos pajaritos no tenían ningún valor. Pero ¿cómo los veía el Creador? Jesús dijo que “Dios no se olvida de ninguno de ellos”, ni siquiera del que salía gratis (Lucas 12:6, 7). ¿Vemos la lección? Si un pajarito es tan valioso para Jehová, ¡con más razón lo somos nosotros! Como explicó Jesús, Dios conoce hasta el más mínimo detalle sobre nosotros. ¡Hasta sabe cuántos cabellos tenemos!
¿Contar nuestros cabellos? Tal vez algunos piensen que Jesús exageraba. Pero piense en la resurrección. Para que Jehová haga que cada uno de nosotros vuelva a ser exactamente igual, ¡qué bien debe conocernos! Valemos tanto para él que lo recuerda todo sobre nosotros. Por ejemplo, conoce nuestro código genético y nuestros recuerdos, y sabe todo lo que nos ha pasado a lo largo de los años. Contar los cabellos de una persona —unos 100.000 en promedio— no es nada en comparación con esto.
En segundo lugar, la Biblia nos enseña lo que Jehová valora de sus siervos. Nuestras cualidades y los esfuerzos que hacemos por servirle lo hacen feliz. El rey David le dijo a su hijo Salomón: “Jehová examina todos los corazones y ve todas las intenciones y pensamientos” (1 Crónicas 28:9). Así que Jehová está buscando algo bueno en los miles de millones de corazones que hay en este mundo lleno de odio y violencia. ¡Qué feliz debe sentirse cuando encuentra un corazón que ama la paz, la justicia y la verdad! ¿Y qué hace Jehová cuando ve que alguien lo ama y quiere saber más cosas de él y contárselas a otros? Él mismo nos dice que se fija en especial en quienes hablan de él con otros. ¡Hasta hay “un libro para recordar a los que temen a Jehová y a los que meditan en su nombre”! (Malaquías 3:16). Él valora muchísimo todo esto.
Jehová valora mucho nuestras buenas obras. ¿Cuáles son algunas de ellas? Pues bien, él espera que nos esforcemos por seguir los pasos de su Hijo, Jesucristo (1 Pedro 2:21). Por eso una de las obras que Dios valora es predicar las buenas noticias del Reino. En Romanos 10:15 leemos: “¡Qué hermosos son los pies de los que declaran buenas noticias de cosas buenas!”. Por lo general, los pies no son lo más “hermoso” que tenemos. Pero, en este versículo, representan los esfuerzos que hacemos los siervos de Dios para predicar las buenas noticias. A Jehová le encanta ver esos esfuerzos y valen mucho para él (Mateo 24:14; 28:19, 20).
Jehová también valora nuestro aguante (Mateo 24:13). Recuerde que Satanás quiere que usted le dé la espalda a Dios. Así que cada día que le es leal a Jehová es un día más en que contribuye a responder a los desafíos del Diablo (Proverbios 27:11). Claro, a veces es difícil aguantar. Si tenemos problemas de salud, económicos, emocionales o de otro tipo, cada día puede convertirse en una prueba. Además, si nuestras expectativas tardan en cumplirse, podríamos desanimarnos (Proverbios 13:12). Jehová valora mucho que, a pesar de todo esto, le sigamos sirviendo con aguante. Por eso, con total seguridad, el rey David le pidió que recogiera sus lágrimas en un odre y le dijo: “¿Acaso no están anotadas en tu libro?” (Salmo 56:8). Jehová ve nuestras lágrimas y todo lo que sufrimos por serle leales. Él recuerda todo esto con cariño y lo valora muchísimo.
Pero, a pesar de saber todo esto, tal vez sigamos sintiendo que no merecemos que Dios nos ame. Quizá no dejemos de decirnos: “Hay tantos hermanos que son mejores que yo... ¡Qué decepcionado debe estar Jehová cuando me compara con ellos!”. Pero él no nos compara con nadie ni espera de nosotros más de lo que podemos hacer (Gálatas 6:4). Cuando Jehová mira en nuestro corazón, valora todo lo bueno que encuentra en él, por pequeño que parezca.
En tercer lugar, cuando Jehová mira en nuestro corazón, separa con cuidado lo que encuentra para sacar lo bueno. Por ejemplo, en la época del rey Jeroboán, dijo que acabaría con la dinastía apóstata de este rey. Ahora bien, decidió que uno de sus hijos, Abías, tuviera un entierro digno. ¿Por qué? Jehová, el Dios de Israel, había “encontrado algo bueno” en él (1 Reyes 14:1, 10-13). Jehová fue separando todo lo que vio en el corazón del muchacho y encontró “algo bueno”. Por insignificante que fuera aquello que encontró, él se encargó de que este dato se incluyera en su Palabra. Y hasta le mostró misericordia dándole un entierro digno, aunque venía de una familia apóstata.
El caso del rey Jehosafat nos enseña más claramente que Jehová busca lo bueno en las personas. Cuando el rey cometió un grave error, un profeta de Dios le dijo: “Jehová está indignado contigo”. ¡Qué mensaje tan fuerte! Pero también le dijo esto: “Sin embargo, se han hallado cosas buenas en ti” (2 Crónicas 19:1-3). Así que, aunque Jehová tenía buenas razones para estar muy enojado con Jehosafat, seguía viendo lo bueno que había en él. ¡Qué diferentes somos nosotros! Cuando alguien nos hace enojar, tal vez no veamos sus cosas buenas. Y, cuando nosotros cometemos un pecado, puede que la decepción, la vergüenza y la culpa no nos dejen ver nuestras cosas buenas. Pero tengamos presente que, si nos arrepentimos y nos esforzamos por no volver a caer en lo mismo, Jehová nos perdona.
Al ir buscando lo bueno que hay en nosotros, Jehová es como un buscador de oro, que desecha las piedritas y se queda con las valiosas pepitas de oro. Del mismo modo, Dios desecha nuestros pecados y se queda con nuestras buenas obras y cualidades. Pensemos en otro ejemplo. ¿Se ha fijado en el cariño con el que los padres guardan los dibujos o trabajos escolares de sus niños? Décadas después, cuando los hijos ya ni se acuerdan de esas cosas, los padres todavía las guardan. Pues Jehová es el Padre más cariñoso que hay. Mientras le seamos fieles, nunca olvidará nuestras buenas obras y cualidades. Para él sería una injusticia olvidarlas, y él no es injusto (Hebreos 6:10). Pero la búsqueda que Jehová hace en nuestro corazón no termina ahí.
Jehová ve más allá de nuestras imperfecciones y se centra en lo que podemos llegar a ser. Por ejemplo, quienes aman el arte son capaces de lo que sea con tal de restaurar una obra de arte dañada. En un museo de Londres (la National Gallery) había una obra maestra de Leonardo da Vinci, un dibujo de 500 años de antigüedad valorado en unos 30 millones de dólares. Un día, alguien le disparó, pero nadie pensó en tirarla porque hubiera sufrido daños. Más bien, se pusieron a restaurarla de inmediato. ¿Por qué? Por su valor para quienes aman el arte. Pero ¿verdad que usted vale más que cualquier dibujo? Aunque la imperfección nos haya causado tantos daños, Dios nos sigue valorando muchísimo (Salmo 72:12-14). Jehová, el artista que nos creó, restaurará a todos los que correspondan a su amor para que alcancen la perfección (Hechos 3:21; Romanos 8:20-22).
Todos tenemos cualidades que quizá nosotros no veamos; pero Jehová sí las ve. A medida que sigamos sirviéndole, potenciará todo lo bueno que hay en nosotros hasta que alcancemos la perfección. Por muy mal que nos haya tratado el mundo de Satanás, para Jehová siempre seremos muy valiosos (Ageo 2:7).
En cuarto lugar, todo lo que Jehová hace por nosotros demuestra que nos ama. Piense en esto: el Diablo afirmó que no valemos nada ni merecemos ser amados; pero el sacrificio de Jesús es la mayor prueba de que eso es mentira. Que esto se nos quede bien grabado: el dolor de Jesús en el madero de tormento y el dolor aún mayor que sintió Jehová al ver morir a su querido Hijo son prueba de que los dos nos aman muchísimo. Es triste decirlo, pero muchos sienten que no merecen el rescate, y por eso les cuesta verlo como un regalo personal. ¿Qué puede ayudarles? Recordar el caso del apóstol Pablo. Antes de hacerse cristiano era un perseguidor. Aun así, él escribió: “El Hijo de Dios [...] me amó y se entregó por mí” (Gálatas 1:13; 2:20).
Jehová nos ayuda individualmente a beneficiarnos del regalo del rescate, y así también nos demuestra su amor. Jesús dijo: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo traiga” (Juan 6:44). Jehová mismo nos acerca —o nos atrae— a su Hijo y nos ofrece la esperanza de vida eterna. ¿Cómo? Llegando a cada persona mediante la predicación. Además, usa su espíritu santo para que, a pesar de la imperfección, podamos entender y aplicar lo que nos enseña la Biblia. Jehová nos dice lo mismo que le dijo a su pueblo Israel: “Te he amado con un amor eterno. Por eso te atraje a mí con amor leal” (Jeremías 31:3).
Tal vez la forma más personal e íntima en que Jehová nos demuestra su amor es al concedernos el honor de orarle. En 1 Tesalonicenses 5:17 se nos hace esta invitación: “Oren constantemente”. Él nos presta atención, y la Biblia hasta se refiere a él como “el que escucha las oraciones” (Salmo 65:2). No ha delegado esta función en nadie, ni siquiera en su Hijo. Piénselo: el Creador del universo nos invita a acercarnos a él en oración con total libertad y confianza. ¿Y con qué actitud nos escucha? ¿Con frialdad, indiferencia o falta de interés? ¡No, para nada!
Jehová nos escucha con empatía. ¿Y qué es la empatía? Un cristiano de edad avanzada la definió así: “Es sentir tu dolor en mi corazón”. Pero ¿puede sentir Dios nuestro dolor? Isaías 63:9 dice cómo se sintió al ver sufrir a su pueblo Israel: “Durante todas sus angustias, él también estuvo angustiado”. Así que Jehová no solo vio que estaban angustiados, sino que sintió la angustia de ellos. Él mismo expresó lo intensos que son sus sentimientos cuando les dijo a sus siervos: “Quien los toca a ustedes toca la niña de mis ojos” (Zacarías 2:8). Cuando a uno le meten el dedo en el ojo, ¿verdad que es una sensación muy dolorosa? Pues algo así siente Jehová. Sufre cuando sufrimos.
Claro, tenemos que mostrar equilibrio y no pensar que el amor de Jehová nos da derecho a sentirnos superiores o a volvernos egocéntricos. El apóstol Pablo escribió: “Por la bondad inmerecida que se me ha mostrado, le digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense de un modo que demuestre buen juicio, según la medida de fe que Dios le haya dado” (Romanos 12:3). Otra traducción bíblica lo dice así: “Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación” (Nueva Versión Internacional). Por eso, disfrutemos del cariño de nuestro Padre celestial, pero al mismo tiempo recordemos que su amor no es algo que nos hayamos ganado o nos merezcamos (Lucas 17:10).
Hagamos todo lo posible por rechazar las mentiras de Satanás, como por ejemplo la idea de que no valemos nada y no merecemos que nos quieran. Quizás lo que le ha pasado en la vida le ha hecho creer que usted es tan mala persona que no merece que Dios lo ame. O tal vez piense que sus buenas acciones son tan insignificantes que ni siquiera el Dios que todo lo ve puede tomarlas en cuenta. O hasta puede que se imagine que sus pecados son tan graves que ni siquiera la muerte del Hijo de Dios puede cubrirlos. Pero ¡cuidado! No se deje engañar por las mentiras de Satanás. Más bien, luche por convencerse de lo mismo que Pablo. Él dijo por inspiración: “Estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes ni cosas futuras, ni poderes, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:38, 39).
Cuando Juan envejeció, debió entender muchos detalles sobre la magnanimidad de Dios. Recordemos que escribió: “Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas”. Además, nos animó a ‘asegurar nuestro corazón’. ¿Qué quiso decir con esas palabras?
Según el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de Vine, el verbo griego πείθω, peizo, traducido ‘asegurar’ significa “aplicar persuasión, prevalecer sobre o ganarse a, persuadir”. En otras palabras, para asegurar nuestro corazón, hemos de ganárnoslo, persuadirlo de que crea que Jehová nos ama. ¿Cómo?
Cierto, la oración, la lectura de la Biblia y la meditación tal vez no cambien nuestra situación actual, pero pueden modificar el modo de verla. Grabar en el corazón ideas de la Palabra de Dios nos ayuda a pensar como Él. Además, gracias al estudio entendemos mejor la magnanimidad de Dios. Llegamos a aceptar poco a poco que Jehová no nos culpa del ambiente que vivimos en la niñez ni de nuestras dolencias. Sabe que las cargas que muchos llevamos, sean emocionales o físicas, por lo general no son culpa nuestra, y lo tiene amorosamente en cuenta.
Juan después pasa a señalar la seguridad de que somos hijos de Jehová. (1 Juan 3:19-24.) “Conoceremos que nos originamos de la verdad” y que no somos víctimas del engaño de los apóstatas “en esto”: en el hecho de que desplegamos amor fraternal. Así “aseguraremos nuestro corazón” delante de Dios. (Salmo 119:11.) Si nuestro corazón nos condena, quizás porque nos parece que no hemos mostrado suficiente amor a nuestros compañeros de adoración, recuerde que “Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas”. Él es misericordioso porque está al tanto de nuestro “cariño fraternal sin hipocresía”, de nuestra lucha contra el pecado y de nuestros esfuerzos por vivir de una manera que le agrade. (1 Pedro 1:22; Salmo 103:10-14.) “Si nuestro corazón no nos condena” debido a que hay hechos que prueban nuestro amor fraternal, y no somos culpables de pecados ocultos, “tenemos franqueza de expresión para con Dios” cuando le oramos. (Salmo 19:12.) Él contesta nuestras oraciones “porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos”.
Si esperamos recibir respuestas a nuestras oraciones, tenemos que guardar el “mandamiento” de Dios, el cual implica estos dos requisitos: 1) Tener fe en el “nombre” de Jesús, aceptar el rescate y reconocer su autoridad dada por Dios. (Filipenses 2:9-11.) 2) ‘Amarnos los unos a los otros’ así como Jesús mandó. (Juan 15:12, 17.) Indudablemente cualquiera que tenga fe en el nombre de Cristo debe amar a todos los que ejercen la misma fe.
La persona que observa los mandamientos de Dios “permanece en unión con él”, en unidad con Jehová. (Compárese con Juan 17:20, 21.) Pero ¿cómo “adquirimos el conocimiento” de que Dios ‘permanece en unión con nosotros’? Lo adquirimos “debido al espíritu [santo] que nos dio”. El poseer el espíritu santo de Dios y la capacidad de desplegar su fruto, que incluye el amor fraternal, prueba que estamos en unión con Jehová. (Gálatas 5:22, 23.)
A veces, nuestro corazón imperfecto puede engañarnos y hacernos sentir que no servimos para nada o que no merecemos que nos quieran ( 1 Juan 3:19, 20). Por eso, tal vez lleguemos a pensar que el sacrificio de Jesús no puede cubrir nuestros pecados. Cuando nos sintamos así, recordemos que “Dios es más grande que nuestro corazón”. Aunque sintamos que nuestro Padre celestial no nos ama ni nos perdona, la realidad es que sí nos ama y sí nos perdona. Tenemos que convencer a nuestro corazón para que lo acepte. Para lograrlo, tenemos que estudiar su Palabra todos los días, orar con frecuencia y pasar tiempo con los hermanos de manera regular. Veamos por qué son tan importantes estas tres cosas.
Estudiar la Palabra de Dios todos los días. Si lo hacemos, conoceremos cada vez mejor la hermosa personalidad de Jehová y nos daremos cuenta de lo mucho que nos quiere. Meditar cada día en la Biblia nos ayudará a pensar con más claridad y “rectificar las cosas” en nuestra mente y nuestro corazón (2 Tim. 3:16). Un anciano llamado Kevin, que luchaba con su baja autoestima, dice: “Leer el Salmo 103 y meditar en él me ha ayudado a ver las cosas como son y a entender lo que Jehová piensa de mí en realidad”. Eva, mencionada en el párrafo 5, explica: “Al terminar el día, dedico un ratito a meditar tranquilamente en cómo ve Jehová las cosas. Eso le da paz a mi corazón y fortalece mi fe”.
Orar con frecuencia (1 Tes. 5:17). Las buenas amistades se basan en la comunicación sincera y frecuente, y esto también es cierto en el caso de Jehová. Cuando le contamos lo que sentimos, lo que pensamos y lo que nos preocupa, le demostramos que confiamos en él y que sabemos que nos ama (Sal. 94:17-19; 1 Juan 5:14, 15). Yua, mencionada en el segundo párrafo, cuenta: “Cuando oro, trato de no limitarme a contarle a Jehová lo que he hecho ese día. Le abro mi corazón y le cuento todo lo que siento. En vez de ver a Jehová como el presidente de una compañía, poco a poco he aprendido a verlo como un padre que de veras ama a sus hijos”. (Vea el recuadro “¿Lo ha leído?”).
Pasar tiempo con nuestros hermanos. Ellos son un regalo de Jehová (Sant. 1:17). Nuestro Padre celestial demuestra que se interesa por cada uno de nosotros al suministrarnos una familia espiritual de hermanos que nos “ama en todo momento” (Prov. 17:17). En su carta a los colosenses, Pablo mencionó a ciertos cristianos que lo habían ayudado y dijo que se habían “convertido en una fuente de gran consuelo” para él (Col. 4:10, 11). El propio Jesucristo necesitó y agradeció el apoyo que recibió de sus amigos, tanto ángeles como seres humanos (Luc. 22:28, 43).
¿Buscamos y aceptamos la ayuda de nuestros hermanos de la congregación? Contarle a un hermano maduro lo que nos preocupa no es una señal de debilidad; de hecho, puede ser una protección. Pensemos en lo que dice James, mencionado en el párrafo 5: “Tener buenas amistades con cristianos maduros ha sido para mí un salvavidas. Cuando me invaden los sentimientos negativos, esos queridos amigos me escuchan con paciencia y me recuerdan que me quieren. Mediante ellos percibo que Jehová me ama y se preocupa por mí”. ¡Qué importante es que tengamos buenos amigos en la congregación!
Sabemos que “nos originamos de la verdad” porque amamos a nuestros hermanos y no practicamos el pecado (Salmo 119:11). Si nuestro corazón nos condena por alguna razón, recordemos que “Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas”. Él sabe que mostramos “cariño fraternal sin hipocresía”, que luchamos contra el pecado y que nos esforzamos por hacer su voluntad, y por eso tiene misericordia de nosotros (1 Pedro 1:22). Si además de manifestar amor fraternal y no practicar deliberadamente el pecado, confiamos en Jehová, nuestro corazón no nos condenará. Así, tendremos “franqueza de expresión” cuando le oremos a Dios. Y él, por su parte, nos contestará porque observamos sus mandamientos.
El apóstol Juan muestra que el amor de Dios se hace perfecto en los cristianos que permanecen en unión con Él, observan la palabra de su Hijo y se aman unos a otros. (1Jn 2:5; 4:11-18.) Este amor perfecto echa fuera el temor y concede “franqueza de expresión”. El contexto muestra que Juan se refiere en este pasaje a la “franqueza de expresión para con Dios”, franqueza que habría de tenerse, por ejemplo, al orar. (1Jn 3:19-22; compárese con Heb 4:16; 10:19-22.) La persona en la que el amor de Dios alcanza una expresión plena, puede acercarse a su Padre celestial confiado, sin sentirse condenado en su corazón como si fuera un hipócrita o estuviera desaprobado. Sabe que observa los mandamientos de Dios y hace lo que le agrada a su Padre, por lo que se siente libre tanto para expresarse como para hacer sus peticiones a Jehová. No se siente como si Dios le restringiera el privilegio de lo que puede decir o pedir. (Compárese con Nú 12:10-15; Job 40:1-5; Lam 3:40-44; 1Pe 3:7.) Tampoco se inhibe por temores mórbidos ni se encamina al “día del juicio” con remordimientos de conciencia o algo que ocultar. (Compárese con Heb 10:27, 31.) Al contrario, igual que un niño que no teme pedir algo a sus amorosos padres, el cristiano en quien el amor está plenamente desarrollado se siente seguro de que “no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye. Además, si sabemos que nos oye respecto a cualquier cosa que estemos pidiendo, sabemos que hemos de tener las cosas pedidas porque se las hemos pedido a él”. (1Jn 5:14, 15.)
Sin embargo, este ‘amor perfecto’ no echa fuera todo temor. No elimina el temor reverencial y filial a Dios, que nace de un profundo respeto por la posición que Él ocupa, su poder y su justicia. (Sl 111:9, 10; Heb 11:7.) Tampoco suprime el temor normal, gracias al cual una persona puede evitar el peligro y proteger su vida, ni el temor causado por un peligro repentino. (Compárese con 1Sa 21:10-15; 2Co 11:32, 33; Job 37:1-5; Hab 3:16, 18.)
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Estudio de la 1ª carta de Juan. Capítulo 2
CAPÍTULO 2 Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan un pecado. Pero, si alguno comete un pecado, tenemos un ayudante que está junto al Padre: Jesucristo, uno que es justo. 2 Él es un sacrificio de reconciliación por nuestros pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. 3 Y por esto sabemos que lo hemos llegado a conocer: si seguimos obedeciendo sus mandamientos. 4 El que dice “Yo he llegado a conocerlo” pero no obedece sus mandamientos es un mentiroso, y la verdad no está en él. 5 Pero, si alguien obedece su palabra, el amor a Dios realmente se ha hecho perfecto en él. Por eso sabemos que estamos en unión con él. 6 El que dice que se mantiene en unión con él está obligado a seguir andando como aquel anduvo.
1 Τεκνία μου, ταῦτα γράφω ὑμῖν ἵνα μὴ ἁμάρτητε. καὶ ἐάν τις ἁμάρτῃ, παράκλητον ἔχομεν πρὸς τὸν πατέρα Ἰησοῦν Χριστὸν δίκαιον, 2 καὶ αὐτὸς ἱλασμός ἐστιν περὶ τῶν ἁμαρτιῶν ἡμῶν, οὐ περὶ τῶν ἡμετέρων δὲ μόνον ἀλλὰ καὶ περὶ ὅλου τοῦ κόσμου.
3 Καὶ ἐν τούτῳ γινώσκομεν ὅτι ἐγνώκαμεν αὐτόν, ἐὰν τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ τηρῶμεν. 4 ὁ λέγων ὅτι Ἔγνωκα αὐτόν καὶ τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ μὴ τηρῶν ψεύστης ἐστίν, καὶ ἐν τούτῳ ἡ ἀλήθεια οὐκ ἔστιν· 5 ὃς δ' ἂν τηρῇ αὐτοῦ τὸν λόγον, ἀληθῶς ἐν τούτῳ ἡ ἀγάπη τοῦ θεοῦ τετελείωται. Ἐν τούτῳ γινώσκομεν ὅτι ἐν αὐτῷ ἐσμέν· 6 ὁ λέγων ἐν αὐτῷ μένειν ὀφείλει καθὼς ἐκεῖνος περιεπάτησεν καὶ αὐτὸς [οὕτως] περιπατεῖν.
Los tiempos verbales, tanto en hebreo como en griego, se deben traducir con cuidado y precisión. Por ejemplo, la Versión Nácar-Colunga presenta 1 Juan 2:1 así: “Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo”. Poco después esa misma traducción vierte 1 Juan 3:6 así: “Todo el que permanece en [Jesús] no peca”. Si ningún seguidor de Jesús peca, ¿qué aplicación tienen las palabras de 1 Juan 2:1?
La Traducción del Nuevo Mundo resuelve esa aparente contradicción. En 1 Juan 2:1 dice: “Les escribo estas cosas para que no cometan un pecado ( ἁμάρτητε, hamartēte ). Y no obstante, si alguno comete un pecado ( ἁμάρτῃ , hamartē) tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo”.
1Τεκνία μου, ταῦτα γράφω ὑμῖν ἵνα μὴ ἁμάρτητε. καὶ ἐάν τις ἁμάρτῃ, παράκλητον ἔχομεν πρὸς τὸν πατέρα Ἰησοῦν Χριστὸν δίκαιον,
En este versículo Juan usó el tiempo aoristo del verbo ἁμαρτάνω , hamartanó que indica la comisión de un pecado aislado, el tipo de error que todos cometemos de vez en cuando porque somos imperfectos. Sin embargo, 1 Juan 3:6 dice: “Todo el que permanece en unión con él no practica el pecado; nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo”.
1 Juan 3:6 6 πᾶς ὁ ἐν αὐτῷ μένων οὐχ ἁμαρτάνει· πᾶς ὁ ἁμαρτάνων οὐχ ἑώρακεν αὐτὸν οὐδὲ ἔγνωκεν αὐτόν
Aquí Juan empleó el tiempo presente, lo cual indica un derrotero pecaminoso continuo, habitual, que invalidaría la afirmación que hiciera tal persona de ser cristiana.
¿Por qué dijo Juan que Jesús es nuestro “ayudante” particularmente cuando alguno de nosotros “comete un pecado”? Pues bien, todos erramos a diario, y sabemos que el pecado acarrea la muerte (Eclesiastés 7:20; Romanos 6:23). Sin embargo, Jesús entregó su vida como sacrificio expiatorio y está al lado de nuestro Padre misericordioso para abogar por nosotros. El hecho es que todos necesitamos su intercesión. ¿Cómo la aceptamos? Arrepintiéndonos de nuestros pecados, suplicando el perdón en virtud del sacrificio de Cristo y luchando por no reincidir.
Durante el reinado milenario, el gobierno de Cristo sobre la Tierra desempeñará un papel sacerdotal a favor de la humanidad obediente. (Rev 5:9, 10; 20:6; 21:1-3.) De este modo terminará el dominio del pecado y la muerte como reyes sobre la humanidad obediente, ahora sujeta a su “ley”; la bondad inmerecida y la justicia serán las cualidades imperantes. (Ro 5:14, 17, 21.) Como los habitantes de la Tierra ya no estarán sujetos al pecado y la muerte, también terminará la necesidad de que Jesús rinda un servicio propiciatorio como “ayudante para con el Padre” por los pecados de los humanos imperfectos. (1Jn 2:1, 2.) La humanidad habrá recuperado la posición que tenía originalmente cuando el hombre perfecto Adán estaba en Edén. En aquel tiempo Adán no necesitaba a nadie entre él y Dios para hacer propiciación. De igual modo, al final del gobierno milenario los habitantes de la Tierra estarán en posición —de hecho, tendrán la obligación— de responder por su proceder ante Jehová Dios como Juez Supremo, sin recurrir a nadie como intermediario o ayudante legal. De ese modo Jehová, el Poder Soberano, pasa a ser “todas las cosas para con todos”. Esto significa que se habrá realizado en su totalidad el propósito de Dios de “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la tierra”. (1Co 15:28; Ef 1:9, 10.)
Cuando cometemos errores a pesar de nuestros esfuerzos por hacer lo que está bien, ¿cómo deberíamos sentirnos? Claro, no queremos justificarnos ni minimizar la gravedad de nuestros errores. Pero tampoco debemos dejar que los sentimientos de culpa nos hagan pensar que no merecemos servir a Jehová. ¡Nunca nos demos por vencidos! Nuestro cariñoso Dios nos ha dado el medio para perdonarnos si estamos arrepentidos de corazón. El apóstol Juan dijo: “Les escribo estas cosas para que no cometan un pecado”. Y luego añadió estas palabras tranquilizadoras: “Pero, si alguno comete un pecado [a causa de la imperfección heredada], tenemos un ayudante que está junto al Padre: Jesucristo” (1 Juan 2:1). Así que, gracias al sacrificio de Jesús, Jehová nos permite ser sus siervos aunque seamos imperfectos. ¿Verdad que esto nos motiva a esforzarnos por hacerlo feliz?
Tenemos que hacer todo lo posible para no pecar. De no ser así, demostramos una lamentable falta de respeto por el amor de Dios, un proceder muy parecido al de los que, como explica Judas, se valían de la bondad inmerecida de Dios como pretexto para la conducta relajada. (Judas 4.)
¿En qué sentido es Jesús “un sacrificio propiciatorio”? “Propiciatorio” es aquello que sirve para “aplacar la justicia divina y tener a Dios propicio”, es decir, favorable. Jesús dio su vida como un sacrificio propiciatorio en el sentido de que, al hacerlo, aplacó o satisfizo la norma de justicia perfecta. Y sobre la base de ese sacrificio, Dios podría mostrar misericordia y perdonar los pecados de los que ejercieran fe en Jesús (Juan 3:16; Rom. 6:23).
La propiciación o sacrificio propiciatorio satisface la justicia. Todavía tenía que satisfacerse la justicia. Aunque el hombre había sido creado perfecto, perdió esta condición cuando pecó, y tanto él como sus descendientes llegaron a estar bajo la condenación de Dios. La justicia y la fidelidad a los principios de rectitud requerían que Dios ejecutara la sentencia de su ley contra el desobediente Adán. No obstante, el amor movió a Dios, a proporcionar un modo de satisfacer la justicia para que, sin violarla, la descendencia arrepentida del pecador Adán pudiera ser perdonada y consiguiera la paz con Dios. (Col 1:19-23.) Por lo tanto, Jehová “envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados”. (1Jn 4:10; Heb 2:17.) La propiciación mueve a la consideración propicia o favorable. El sacrificio propiciatorio de Jesús elimina la razón por la que Dios tiene que condenar a los hombres y hace posible que les extienda favor y misericordia. Esta propiciación elimina el cargo de pecado y la condena de muerte resultante en el caso del Israel espiritual y de todos los demás que se valgan de ella. (1Jn 2:1, 2; Ro 6:23.)
La idea de la sustitución sobresale en ciertos textos bíblicos relativos a la expiación. Por ejemplo, Pablo observó que “Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras” (1Co 15:3), y que “Cristo, por compra, nos libró de la maldición de la Ley, llegando a ser una maldición en lugar de nosotros, porque está escrito: ‘Maldito es todo aquel que es colgado en un madero’”. (Gál 3:13; Dt 21:23.) Pedro comentó: “Él mismo cargó con nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero, para que acabáramos con los pecados y viviéramos a la justicia. Y ‘por sus heridas ustedes fueron sanados’”. (1Pe 2:24; Isa 53:5.) Pedro también escribió: “Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por injustos, para conducirlos a ustedes a Dios”. (1Pe 3:18.)
La base para la reconciliación. Únicamente puede haber una reconciliación completa con Dios por medio del sacrificio de rescate de Cristo Jesús; él es “el camino” y nadie va al Padre sino por él. (Jn 14:6.) Su muerte sirvió de “sacrificio propiciatorio [gr. Ἱλασμός, hi·la·smón] por nuestros pecados”. (1Jn 2:2; 4:10.)
La palabra ἱλασμός, hi·la·smós significa “medio de apaciguamiento; expiación”. Está claro que el sacrificio de Jesucristo no era un “medio de apaciguamiento” en el sentido de que calmara los sentimientos heridos que Dios pudiera tener o le aplacara, pues es patente que la muerte de su amado Hijo no produciría tal efecto. Más bien, ese sacrificio apaciguó o satisfizo las exigencias de la justicia perfecta de Dios al sentar la base recta y justa para el perdón del pecado, a fin de que Dios “sea justo hasta al declarar justo al hombre [pecaminoso por herencia] que tiene fe en Jesús”. (Ro 3:24-26.) Al suministrar el medio para la expiación o compensación completa de los pecados y acciones ilícitas humanas, el sacrificio de Cristo creó una situación propicia para que a partir de ese momento el hombre procurara y consiguiera restablecer una buena relación con el Dios Soberano. (Ef 1:7; Heb 2:17)
Para continuar andando en la luz divina tenemos que obedecer a Jehová. (1 Juan 2:3-6.) Reconocemos que si “continuamos observando sus mandamientos” ‘habremos llegado a conocer’ a Dios, comprendiéndolo a Él y sus cualidades. Quien alegue conocer a Dios pero no le obedezca “es mentiroso”. Por otra parte, “el amor a Dios ha sido perfeccionado”, o hecho completo, si observamos su palabra. “En esto”, es decir, en la muestra de obediencia y amor a Dios, sabemos que estamos “en unión con él”. Estamos obligados a andar así como anduvo su Hijo en la obra de hacer discípulos, en sus tratos con otras personas, y así por el estilo.
“Corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros —escribió el apóstol Pablo—, mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús.” (Hebreos 12:1, 2.) Para ser fieles hay que mirar atentamente a Jesucristo.
La palabra original ( ἀφορῶντες, aphorōntes del verbo ἀφοράω) traducida por “mirar atentamente”, según se usa en las Escrituras Griegas Cristianas, quiere decir “mirar algo sin distracción”, “apartar la mirada de algo a fin de poder ver otra cosa”, “fijar la mirada”. Dice cierta obra de consulta: “En el mismo instante en que el corredor griego aparta la mirada de la pista y la meta final y la vuelve hacia los espectadores, disminuye la velocidad. Así pasa con el cristiano”. Las distracciones pueden frenar nuestro progreso espiritual; por eso tenemos que mirar atentamente a Jesucristo. ¿Y qué buscamos en el Agente Principal? El vocablo griego ( ἀρχηγὸν, archēgon de ἀρχηγός, οῦ, ὁ )vertido “agente principal” significa “guía principal”, “el que inicia y abre el camino,pionero, arrastrando tras sí a los otros”. Mirar atentamente a Jesús implica seguir su ejemplo.
“El que dice que permanece en unión con [Dios] está obligado él mismo también a seguir andando así como anduvo [Jesús]”, afirma la Biblia (1 Juan 2:6). Debemos permanecer en unión con Dios guardando los mandamientos de Jesús como él guardó los de su Padre (Juan 15:10). Por lo tanto, andar como Jesús anduvo exige que lo miremos como nuestro Guía Principal y sigamos sus pasos atentamente.
7 Amados, no les escribo un mandamiento nuevo, sino uno antiguo que han tenido desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron. 8 Con todo, les escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en el caso de él y en el de ustedes, porque la oscuridad se está yendo y la luz verdadera ya está brillando.
7 Ἀγαπητοί, οὐκ ἐντολὴν καινὴν γράφω ὑμῖν, ἀλλ' ἐντολὴν παλαιὰν ἣν εἴχετε ἀπ' ἀρχῆς· ἡ ἐντολὴ ἡ παλαιά ἐστιν ὁ λόγος ὃν ἠκούσατε. 8 πάλιν ἐντολὴν καινὴν γράφω ὑμῖν, ὅ ἐστιν ἀληθὲς ἐν αὐτῷ καὶ ἐν ὑμῖν, ὅτι ἡ σκοτία παράγεται καὶ τὸ φῶς τὸ ἀληθινὸν ἤδη φαίνει.
Las Escrituras Griegas Cristianas están repletas de recordatorios sobre mostrarnos amor unos a otros. Jesús dijo que el segundo mandamiento más importante es “amar a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:39). Santiago, el medio hermano de Jesús, lo llamó “la ley real” (Sant. 2:8). El apóstol Juan escribió: “Amados, no les escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento viejo que ustedes han tenido desde el principio. [...] Otra vez, les escribo un mandamiento nuevo” (1 Juan 2:7, 8).
Ambas expresiones se referían al mismo mandamiento: que los seguidores de Cristo debían amarse desinteresadamente, con espíritu de sacrificio (Juan 13:34, 35).
El apóstol se refería al mandamiento sobre mostrarse amor fraternal y abnegado (Juan 13:34). Lo llamó “viejo” porque Jesús lo había establecido más de sesenta años antes de que Juan escribiera su primera carta inspirada. Por eso dijo que los creyentes lo habían tenido “desde el principio” de su vida como cristianos. Sin embargo, el mandamiento también era “nuevo” en el sentido de que ya no implicaba solo ‘amar al prójimo como a uno mismo’, sino estar dispuesto a sacrificarse por él (Lev. 19:18; Juan 15:12, 13).
No obstante, es también “nuevo” porque va más allá del amor al prójimo que requería la Ley y pide que uno esté dispuesto a dar su alma a favor de sus compañeros creyentes. (Levítico 19:18; Juan 15:12, 13.) Dado que nuestro amor abnegado es prueba de que la obediencia a este “mandamiento nuevo” es ‘verdadero tanto en el caso de Cristo como en el nuestro, la oscuridad va pasando y la luz verdadera ya está resplandeciendo’.
Ahora bien, ¿cuál es la clave para lograrlo?“No se conviertan en lo que detestan”, advirtió el conferenciante. Si uno detesta la forma en que lo tratan pero responde igual, está imitando el comportamiento que odia, y así solo conseguirá hacerse daño. Por el contrario, si buscamos nuevas formas de expresar amor en esas situaciones, haremos brillar “la luz verdadera” que disipa la oscuridad espiritual.
9 El que dice que está en la luz pero odia a su hermano todavía está en la oscuridad. 10 El que ama a su hermano se mantiene en la luz, y en él no hay nada que lo haga caer. 11 Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y anda en la oscuridad, y no sabe adónde va, porque la oscuridad le ha cegado los ojos.
9 Ὁ λέγων ἐν τῷ φωτὶ εἶναι καὶ τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ μισῶν ἐν τῇ σκοτίᾳ ἐστὶν ἕως ἄρτι. 10 ὁ ἀγαπῶν τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ ἐν τῷ φωτὶ μένει, καὶ σκάνδαλον ἐν αὐτῷ οὐκ ἔστιν· 11 ὁ δὲ μισῶν τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ ἐν τῇ σκοτίᾳ ἐστὶν καὶ ἐν τῇ σκοτίᾳ περιπατεῖ, καὶ οὐκ οἶδεν ποῦ ὑπάγει, ὅτι ἡ σκοτία ἐτύφλωσεν τοὺς ὀφθαλμοὺς αὐτοῦ.
¿Quién verdaderamente está “en la luz”? (1 Juan 2:9-11.) Pues bien, “el que dice que está en la luz y, sin embargo, odia a su hermano” está en oscuridad espiritual “hasta ahora mismo”. Pero, “el que ama a su hermano permanece en la luz” y en su caso no hay “causa de tropiezo”. Aquí la palabra griega σκάνδαλον, ου, τό indica una trampa con carnada para apresar animales y da a entender que puede ocasionar una caída en el pecado. En efecto, un cristiano profeso que odie a su hermano “no sabe a dónde va, porque la oscuridad le ha cegado los ojos”. (Mateo 13:13-15.) ¿Hará esta advertencia que usted evite la oscuridad espiritual al no permitir que diferencias personales, las mentiras de los apóstatas o cualquier otra cosa destruya su amor fraternal?
La Biblia atribuye mucha más importancia a la vista espiritual que a la física. Cuando curó a un ciego de nacimiento, Jesús aprovechó la ocasión para señalar lo reprensibles que eran los fariseos, ya que aseguraban tener vista espiritual, pero voluntariamente rehusaban salir de su ceguera. Eran como aquellos que amaban la oscuridad más bien que la luz. (Jn 9:39-41; 3:19, 20.) Cuando se dirigió a la congregación de Éfeso, el apóstol Pablo les dijo que habían sido iluminados los ojos de su corazón. (Ef 1:16, 18.) Jesús señaló que los que profesan ser cristianos, pero no tienen conciencia de su necesidad espiritual, están ciegos y desnudos y no disciernen su condición lastimosa y tambaleante. (Rev 3:17.)
Así como el permanecer en oscuridad por un largo período de tiempo causaría ceguera, el apóstol Juan asemeja al cristiano que odia a su hermano a alguien que anda errante en una oscuridad que le ciega ( ἡ σκοτία ἐτύφλωσεν de τυφλόω, cegar ya sea de forma física, mental o espiritual ). (1Jn 2:11.) Asimismo, Pedro advierte que el que no cultiva los frutos cristianos, el mayor de los cuales es el amor, está “ciego, pues cierra los ojos a la luz”. (2Pe 1:5-9.) La fuente de tal oscuridad y ceguera espiritual es Satanás el Diablo, quien, a pesar de transformarse en ángel de luz, es en realidad “el dios de este sistema de cosas” y de la oscuridad, que ha cegado la mente de los incrédulos para que no disciernan las buenas nuevas acerca del Cristo. (Lu 22:53; 2Co 4:4; 11:14, 15.)
12 Hijitos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por causa del nombre de él. 13 Padres, les escribo porque ustedes han llegado a conocer al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque han vencido al Maligno. Niñitos, les escribo porque han llegado a conocer al Padre. 14 Padres, les escribo porque han llegado a conocer al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al Maligno.
12 Γράφω ὑμῖν, τεκνία, ὅτι ἀφέωνται ὑμῖν αἱ ἁμαρτίαι διὰ τὸ ὄνομα αὐτοῦ· 13 γράφω ὑμῖν, πατέρες, ὅτι ἐγνώκατε τὸν ἀπ' ἀρχῆς· γράφω ὑμῖν, νεανίσκοι, ὅτι νενικήκατε τὸν πονηρόν. ἔγραψα ὑμῖν, παιδία, ὅτι ἐγνώκατε τὸν πατέρα· 14 ἔγραψα ὑμῖν, πατέρες, ὅτι ἐγνώκατε τὸν ἀπ' ἀρχῆς· ἔγραψα ὑμῖν, νεανίσκοι, ὅτι ἰσχυροί ἐστε καὶ ὁ λόγος τοῦ θεοῦ ἐν ὑμῖν μένει καὶ νενικήκατε τὸν πονηρόν.
Juan expresa su confianza en los “hijitos”, aparentemente aludiendo a la entera congregación. (1 Juan 2:12-14.) Nuestros pecados han sido perdonados ‘por causa del nombre de Cristo’, ya que solo por medio de él Dios hizo posible la salvación. (Hechos 4:12.) Los ungidos ‘conocen al Padre’ porque él los ha engendrado con su espíritu. Algunos de ellos son “padres”, probablemente creyentes de edad madura, con más experiencia y adelantados en sentido espiritual. Conocen a Jesús, quien existió “desde el principio” por el hecho de que Dios lo creó antes de todas las otras cosas.
Los “jóvenes” a quienes Juan se dirige tal vez sean cristianos de menos edad y con menos experiencia. Ellos “han vencido al inicuo”, Satanás, al no sucumbir a sus “designios”. (2 Corintios 2:11.) En la actualidad esto incluiría, por ejemplo, evitar diversiones inmundas, música sensual y pornografía, cosas que pueden corroer los principios cristianos y ocasionar que uno caiga en inmoralidad sexual. Los “jóvenes” vencen a Satanás porque espiritualmente están “fuertes” y “la palabra de Dios” permanece en ellos. Imitémoslos en aceptar las provisiones espirituales de Dios, rechazar la apostasía y continuar andando en la luz divina.
El apóstol Juan, quien durante unas siete décadas fue un leal discípulo de Cristo, señaló un factor clave cuando dirigió este elogio a los cristianos fieles: “Son fuertes y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al inicuo”. Aquellos discípulos de Cristo aguantaron, o permanecieron en la palabra de Dios, porque la palabra de Dios permaneció en ellos, porque la valoraron con todo su corazón (1 Juan 2:14, 24). De igual modo hoy día, para ‘aguantar hasta el fin’ hemos de asegurarnos de que la palabra de Dios permanezca en nosotros (Mateo 24:13). ¿Cómo lo conseguiremos? Una ilustración de Jesús nos brinda la respuesta.
La expresión : “Oye la palabra”.- En los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas encontramos la ilustración de Jesús acerca de un sembrador que siembra semillas (Mateo 13:1-9, 18-23; Marcos 4:1-9, 14-20; Lucas 8:4-8, 11-15). Al leer estos relatos, notará que el rasgo principal de la parábola es que semillas de la misma clase caen en diversos tipos de terreno, con diferentes resultados. El primer tipo de terreno es duro, el segundo poco profundo, y el tercero espinoso. En cambio, el cuarto tipo es “tierra excelente” y “buena”. Según la propia explicación de Jesús, la semilla es el mensaje del Reino que se halla en la Palabra de Dios, y la tierra representa a personas con distinta condición de corazón. Aunque todas ellas tienen algunos aspectos en común, las simbolizadas por la tierra excelente poseen una característica que las distingue de las demás.
El pasaje de Lucas 8:12-15 indica que, en los cuatro casos, las personas ‘oyen la palabra’. Sin embargo, las que poseen “un corazón excelente y bueno” no se conforman con oírla, sino que “la retienen y llevan fruto con aguante”. La tierra excelente y buena, por ser blanda y profunda, permite que las raíces penetren, de manera que la semilla brota y produce fruto (Lucas 8:8). Así mismo, quienes tienen un corazón excelente entienden, valoran y asimilan la palabra de Dios (Romanos 10:10; 2 Timoteo 2:7). Esta permanece en ellos, es decir, en su interior, y por tanto, llevan fruto con aguante. De modo que para demostrar el aguante que exige el discipulado cristiano, es imprescindible que valoremos profunda y sinceramente la Palabra de Dios (1 Timoteo 4:15).
15 No amen al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor al Padre no está en él. 16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la ostentación de las cosas que uno tiene— proviene del Padre, sino que proviene del mundo. 17 Además, el mundo se está yendo, y sus deseos también, pero el que hace la voluntad de Dios vive para siempre.
15 Μὴ ἀγαπᾶτε τὸν κόσμον μηδὲ τὰ ἐν τῷ κόσμῳ. ἐάν τις ἀγαπᾷ τὸν κόσμον, οὐκ ἔστιν ἡ ἀγάπη τοῦ πατρὸς ἐν αὐτῷ· 16 ὅτι πᾶν τὸ ἐν τῷ κόσμῳ, ἡ ἐπιθυμία τῆς σαρκὸς καὶ ἡ ἐπιθυμία τῶν ὀφθαλμῶν καὶ ἡ ἀλαζονία / ἀλαζονεία τοῦ βίου, οὐκ ἔστιν ἐκ τοῦ πατρός, ἀλλὰ / ἀλλ' ἐκ τοῦ κόσμου ἐστίν· 17 καὶ ὁ κόσμος παράγεται καὶ ἡ ἐπιθυμία αὐτοῦ, ὁ δὲ ποιῶν τὸ θέλημα τοῦ θεοῦ μένει εἰς τὸν αἰῶνα.
El discípulo Santiago escribió: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo”. Y añadió: “Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte” (Sant. 1:14, 15). En su afán de romper nuestra relación con Dios, Satanás dirige sus ataques a la cuna de nuestros deseos: el corazón.
¿Cómo ataca el Diablo nuestro corazón? “El mundo entero yace en el poder del inicuo”, dice la Biblia (1 Juan 5:19). Por lo tanto, sus armas incluyen “las cosas que están en el mundo” ( 1 Juan 2:15, 16). El Diablo lleva miles de años diseñando el sistema malvado que hoy nos rodea. Puesto que vivimos en este mundo, debemos estar en guardia contra sus astutas estrategias (Juan 17:15).
Satanás se vale de trampas para corromper los deseos de nuestro corazón. El apóstol Juan mencionó tres señuelos: 1) “el deseo de la carne”, 2) “el deseo de los ojos” y 3) “la exhibición ostentosa del medio de vida”. El Diablo recurrió a los tres cuando tentó a Jesús en el desierto. Y los ha empleado durante tanto tiempo que hoy es un verdadero experto y sabe cuál usar con cada persona teniendo en cuenta sus debilidades. Ahora bien, antes de analizar qué podemos hacer para protegernos, veamos cómo los utilizó en el caso de Eva y el propio Hijo de Dios, y la manera tan distinta en que cada uno reaccionó.
“El deseo de la carne”.- Los seres humanos tenemos una necesidad básica: alimentarnos. Por eso mismo, nuestro Creador diseñó la Tierra para que produjera alimento en abundancia. Pero Satanás puede utilizar ese deseo natural para apartarnos de hacer la voluntad de Dios. Veamos cómo lo hizo en el caso de Eva ( Génesis 3:1-6). Le dijo que podía comer del fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” y que no moriría (Gén. 2:9). Es más, le aseguró que, en cuanto comiera de él, llegaría a ser igual que Dios. Con estas palabras, Satanás insinuó que ella no necesitaba obedecer a Jehová para seguir con vida. ¡Qué mentira tan descarada! ¿Qué haría Eva? Tenía dos opciones: rechazar de plano aquella idea, o seguir dándole vueltas y dejar que el deseo de comer el fruto creciera. Lamentablemente, a pesar de tener a su disposición todos los demás árboles, Eva decidió seguir pensando en lo que el Diablo le dijo acerca del árbol que estaba en medio del jardín. ¿Con qué resultado? “Empezó a tomar de su fruto y a comerlo.” Satanás había sembrado en ella un deseo por algo que el Creador había prohibido.
Satanás empleó la misma táctica para tentar a Jesús en el desierto. Como este llevaba cuarenta días y cuarenta noches sin comer, el Diablo trató de apelar a su deseo de alimentarse. “Si eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”, le dijo (Luc. 4:1-3). Jesús tenía dos opciones: podía realizar un milagro para satisfacer su hambre, o podía no hacerlo. Él sabía que no debía emplear su poder sobrenatural para complacerse a sí mismo. Aunque estaba hambriento, su relación con Jehová le importaba mucho más. Por eso contestó: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre sino de todo lo que procede de la boca de Jehová’” (Luc. 4:4, nota).
“El deseo de los ojos”.- Juan mencionó otro señuelo: “el deseo de los ojos”. Esta expresión sugiere que es posible empezar a desear algo con tan solo mirarlo. En el caso de Eva, Satanás apeló a este deseo y dijo: “Tendrán que abrírseles los ojos”. Cuanto más miraba ella el fruto, más lo deseaba. Sí, “a los ojos [el árbol] era algo que anhelar”.
¿Y cómo utilizó Satanás “el deseo de los ojos” para tentar a Jesús? “Le mostró todos los reinos de la tierra habitada en un instante de tiempo; y [...] le dijo: ‘Te daré toda esta autoridad y la gloria de ellos’.” (Luc. 4:5, 6.) Obviamente, Jesús no vio todos aquellos reinos con sus ojos físicos. Satanás se los mostró en una visión, pensando que se sentiría tentado al ver su gloria. Entonces tuvo el atrevimiento de decirle: “Si tú haces un acto de adoración delante de mí, todo será tuyo” (Luc. 4:7). Jesús, sin embargo, no quería en absoluto ser la clase de persona que Satanás deseaba que fuera. Por eso contestó: “Está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’” (Luc. 4:8).
“La exhibición ostentosa del medio de vida ”.- Un comentario bíblico explica que la frase “la ostentación de las cosas que uno tiene” se refiere a alguien que “procura hacerse más importante de lo que es”. Los cristianos no necesitamos que los demás nos admiren. Más bien, seguimos este consejo de la Biblia: “No nos volvamos egocéntricos, fomentando competencias entre unos y otros y envidiándonos unos a otros” (Gál. 5:26). Si somos humildes, no se nos contagiará el espíritu vanidoso de este mundo.
Entre las cosas que hay en el mundo, Juan mencionó “la exhibición ostentosa del medio de vida”. Cuando Adán y Eva eran los únicos habitantes del planeta, no podían exhibir ante otras personas todo lo que tenían. Pero igualmente manifestaron una actitud orgullosa. ¿Cómo? Al tentar a Eva, Satanás insinuó que Jehová la estaba privando de algo maravilloso. Le dijo que el día que probara el fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” llegaría a ser “como Dios, conociendo lo bueno y lo malo” (Gén. 2:17; 3:5). Con estas palabras, le dio a entender que ella podía independizarse de Jehová. Al parecer, el orgullo la impulsó a creerse aquella mentira. Pensando que no moriría, Eva comió del fruto. ¡Qué equivocada estaba!
A diferencia de Eva, ¡qué magnífico ejemplo de humildad nos dejó Jesús! Satanás quiso tentarlo nuevamente, esta vez para que hiciera algo que impresionara a otros y pusiera a prueba a Jehová, pero Jesús sabía que aquello sería una clara muestra de orgullo. Por eso respondió sin rodeos: “Dicho está: ‘No debes poner a prueba a Jehová tu Dios’” ( Lucas 4:9-12).
¿Cómo podemos proteger nuestra amistad con Jehová ?.- Hoy en día, Satanás se vale de tácticas parecidas a las que usó con Eva y con Jesús. Apela al “deseo de la carne” promoviendo la inmoralidad y los excesos en la comida y la bebida. También trata de despertar “el deseo de los ojos” por medio de la pornografía, sobre todo en Internet, y así captar la atención de quien está desprevenido. Además, intenta alimentar el deseo de prominencia, poder y riquezas para que la gente se vuelva orgullosa y haga una “exhibición ostentosa” de todo lo que tiene.
“Las cosas que están en el mundo” pueden compararse a los cebos que emplea un pescador. Son atrayentes, pero esconden un anzuelo. Satanás se aprovecha de lo que las personas tal vez consideren necesidades básicas para hacerles desear aquello que Dios prohíbe. Sus engañosas tentaciones están diseñadas para despertar en nosotros malos deseos y corromper nuestro corazón. Con ellas, el Diablo pretende hacernos creer que nuestras necesidades y comodidades son más importantes que obedecer a Jehová. ¿Morderemos el anzuelo?
Otra manera como Satanás busca entramparnos es induciéndonos a amar a este mundo, es decir, la sociedad humana injusta alejada de Dios. Jesús llamó al Diablo “el gobernante del mundo” y agregó: “Él no tiene dominio sobre mí” (Juan 14:30). Nunca permitamos que Satanás nos domine. Por supuesto, somos conscientes de que “el mundo entero yace en el poder de [ese] inicuo” (1 Juan 5:19). Fue por eso por lo que el Diablo pudo ofrecer a Jesús “todos los reinos del mundo” a cambio de un acto de adoración apóstata, algo a lo que el Hijo de Dios se negó rotundamente (Mateo 4:8-10). El mundo gobernado por Satanás odia a los seguidores de Cristo (Juan 15:18-21). ¡Con razón el apóstol Juan nos advirtió que no amáramos al mundo! No debemos amar al mundo, pues su modo de vida atrae a la carne pecaminosa pero se opone diametralmente a las normas de Jehová Dios.
¿Qué podemos hacer si abrigamos amor al mundo en el corazón? En ese caso, roguemos a Jehová que nos ayude a vencer dicho amor junto con los deseos carnales que lo acompañan (Gálatas 5:16-21). De seguro lucharemos por mantenernos “sin mancha del mundo” si recordamos que “las fuerzas espirituales inicuas” son “los gobernantes mundiales” invisibles de la sociedad humana injusta (Santiago 1:27; Efesios 6:11, 12; 2 Corintios 4:4).
Con relación a sus discípulos, Jesús dijo: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:16). Los cristianos ungidos y sus compañeros dedicados a Dios se esfuerzan por permanecer limpios en sentido moral y espiritual, así como por estar separados del mundo (Juan 15:19; 17:14; Santiago 4:4). Este mundo injusto nos odia porque no pertenecemos a él y porque somos ‘predicadores de justicia’ (2 Pedro 2:5). Es cierto que vivimos en medio de una sociedad en la que hay fornicadores, adúlteros, extorsionistas, idólatras, ladrones, mentirosos y borrachos (1 Corintios 5:9-11; 6:9-11; Revelación 21:8). Pero no respiramos “el espíritu del mundo”, porque esta fuerza motivadora pecaminosa no nos controla (1 Corintios 2:12).
¿Qué es amor apropiado para la gente del mundo?.- ¿Significaría el ‘no hacerse parte del mundo’ también hacerse un ‘odiador de la humanidad’? Si así fuera, uno se pondría en contra de Jehová Dios, quien, como dijo su Hijo Jesús, “tanto amó [...] al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. De modo que la bondad y compasión de Dios para con gente de toda clase nos da el ejemplo que debemos seguir. (Juan 3:16; Mateo 5:44-48.)
Pero ¿no nos dice el apóstol Juan: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”? Si Dios mismo amó al mundo, ¿por qué dijo esto el apóstol? (1 Juan 2:15.)
La Biblia muestra que Dios ama al mundo de la humanidad sencillamente como criaturas humanas en estado imperfecto y moribundo y en desesperada necesidad de ayuda. Por otra parte, Satanás ha organizado a la mayoría de la humanidad en oposición a Dios. Es de ese “mundo” —la sociedad humana apartada de Dios y bajo el control de Satanás— del cual tienen que separarse los cristianos verdaderos. (Santiago 1:27.)
Esos deseos de la carne y de los ojos y de ensalzamiento personal ciertamente ‘se originan del mundo’. Fueron lo que se desarrolló en los primeros padres de la humanidad e hizo que buscaran independizarse de Dios para procurar satisfacciones egoístas. El seguir estos deseos egoístas resultó en la violación de las leyes de Dios. (Génesis 3:1-6, 17.)
Considere lo que ve a su alrededor. ¿No edifica la mayoría de la gente su vida alrededor de los deseos de la carne y de los ojos y de “la exhibición ostentosa del medio de vida de uno”? ¿No son estas cosas las que dan forma a sus esperanzas e intereses, y gobiernan la manera como actúan y tratan unos con otros? Debido a esto, la historia de la humanidad es un largo registro de desunión y de guerra, inmoralidad y crimen, de codicia comercial y opresión, de orgullosa ambición y de luchar por fama y poder.
Podemos ver, pues, que amar al mundo como Dios lo hace difiere muchísimo de amar sus malos deseos y prácticas, que él condena. El amor de Dios a la humanidad ha hecho posible obtener libertad de esos deseos pecaminosos y sus malos resultados, entre los cuales está la muerte misma. Él expresó ese amor dando a su propio Hijo para rescatar a la humanidad. Pero si alguien rechaza ese sacrificio y continúa en la desobediencia, la Biblia dice que “la ira de Dios permanece sobre él”. (Juan 3:16, 36; Romanos 5:6-8.)
Cómo mantenerse libre del control del “gobernante de este mundo”.- Entonces, ¿qué hay de nosotros? ¿‘Amamos’ a las personas del mundo en el sentido de tener el deseo sincero de ayudarles a hallar el camino a la vida en el favor de Dios, o amamos las mismísimas cosas que les impiden llegar a ser siervos de Dios... el espíritu de independencia, la exhibición ostentosa de sus recursos, la confianza en su propia importancia y gloria? Si nos encanta estar con la gente por tales cualidades, entonces estamos ‘amando al mundo’ de la manera que condenó el apóstol.
En los días de Jesús muchas personas amaban los caminos del mundo. Por eso evitaron declararse denodadamente discípulos de Jesús. No querían perder su popularidad ni su puesto entre la gente en sus círculos sociales y religiosos. Amaban la alabanza de los hombres más que la aprobación de Dios. (Juan 12:42, 43.) Es verdad que algunas hacían obras de caridad y ejecutaban otros actos religiosos. Pero efectuaban estas cosas principalmente porque deseaban la alta estima de otras personas. (Mateo 6:1-6; 23:5-7; Marcos 12:38-40.) ¿No ve usted que la gente muestra ese mismo amor por el mal proceder del mundo hoy día? Sin embargo, la Biblia indica que esa clase de “amor” solamente puede llevar a la destrucción.
El propio Hijo de Dios fue sometido a tentación en estos mismos sentidos. Se hizo el esfuerzo por despertar en él el deseo egoísta de hacer una exhibición ostentosa para impresionar a la gente... para llegar a ser como el mundo. Hasta se le ofreció gobernación sobre todos los reinos del mundo con su gloria. Él rechazó redondamente aquellos llamamientos a los deseos egoístas. Estos venían de aquel que originalmente había desafiado la soberanía de Jehová Dios, Satanás el Diablo. (Lucas 4:5-12.)
La capacidad de pensar nos ayudará a hacer frente a otra presión sutil. Cuando el viento dirige las olas contra el costado del barco, se denomina mar de través. En condiciones meteorológicas normales, el mar de través puede desviar la nave de su rumbo lentamente; en cambio, en un temporal es capaz de hacerla zozobrar.
De igual modo, si sucumbimos a la presión que ejerce este mundo malvado para que disfrutemos de todo lo que tiene que ofrecernos, nos arriesgamos a que su estilo de vida materialista nos descarríe en sentido espiritual (2 Timoteo 4:10). De no controlarlo, el amor al mundo acabaría desviándonos por completo del “rumbo” cristiano (1 Juan 2:15). ¿Cómo nos ayudará al respecto la capacidad de pensar?
Primero, nos permitirá prever los peligros que tengamos que afrontar. El mundo se vale de toda treta comercial imaginable para atraernos. Promueve sin cesar un modelo de vida que supuestamente todo el mundo debería seguir, a saber, el ostentoso estilo de vida de los ricos, las estrellas del espectáculo y los famosos (1 Juan 2:16). Se nos garantiza también la admiración y el favor general, en especial de parte de nuestros compañeros y vecinos. La capacidad de pensar nos ayudará a contrarrestar esta propaganda, recordándonos la importancia de ‘permanecer exentos del amor al dinero’, pues Jehová ha prometido que ‘de ningún modo nos dejará’ (Hebreos 13:5).
Segundo, la capacidad de pensar impedirá que sigamos a los que se han “desviado de la verdad” (2 Timoteo 2:18). Resulta muy difícil contradecir a las personas que hemos amado y en quienes hemos confiado (1 Corintios 15:12, 32-34). Sin embargo, hasta la más mínima influencia de los que han abandonado la senda del cristianismo podría frenar nuestro progreso espiritual y acabar poniéndonos en peligro. Nos asemejaríamos a un barco que deriva solo un grado del rumbo trazado. Al final de una travesía larga se habrá desviado muchísimo de su puerto de destino (Hebreos 3:12).
La capacidad de pensar nos permitirá determinar dónde nos hallamos en sentido espiritual y adónde nos dirigimos. Quizá reconozcamos la necesidad de participar a mayor grado en las actividades cristianas (Hebreos 6:11, 12).
Recuerde que “el mundo va pasando” y será destruido. (2 Pedro 3:6.) Sus deseos y esperanzas perecerán junto con él y los que lo aman. “Pero —dice Juan— el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” Por lo tanto, mantengamos ante nosotros la esperanza de vida eterna por medio de ‘repudiar los deseos mundanos’ y continuar andando en la luz divina. (Tito 2:11-14.)
18 Niñitos, es la última hora. Ustedes oyeron que viene el anticristo. Incluso ahora han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que es la última hora. 19 Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; porque, si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros. Pero salieron para que quedara claro que no todos son de los nuestros. 20 Ustedes han recibido una unción que viene del santo, y todos ustedes tienen conocimiento. 21 Les escribo no porque no conozcan la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira proviene de la verdad.
18 Παιδία, ἐσχάτη ὥρα ἐστίν, καὶ καθὼς ἠκούσατε ὅτι ἀντίχριστος ἔρχεται, καὶ νῦν ἀντίχριστοι πολλοὶ γεγόνασιν· ὅθεν γινώσκομεν ὅτι ἐσχάτη ὥρα ἐστίν.
19 ἐξ ἡμῶν ἐξῆλθαν, ἀλλ' οὐκ ἦσαν ἐξ ἡμῶν· εἰ γὰρ ἐξ ἡμῶν ἦσαν, μεμενήκεισαν ἂν μεθ' ἡμῶν· ἀλλ' ἵνα φανερωθῶσιν ὅτι οὐκ εἰσὶν πάντες ἐξ ἡμῶν. 20 καὶ ὑμεῖς χρίσμα ἔχετε ἀπὸ τοῦ ἁγίου· [καὶ] οἴδατε πάντες 21 οὐκ ἔγραψα ὑμῖν ὅτι οὐκ οἴδατε τὴν ἀλήθειαν, ἀλλ' ὅτι οἴδατε αὐτήν, καὶ ὅτι πᾶν ψεῦδος ἐκ τῆς ἀληθείας οὐκ ἔστιν.
Anticristo .-Significa “contra (o en lugar de) Cristo”. Aparece cinco veces en las Escrituras tanto en singular como en plural, todas ellas en dos de las epístolas de Juan. Este tema no era nuevo para los cristianos cuando Juan escribió sus cartas (alrededor del año 98 E.C.). En 1 Juan 2:18 se lee: “Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que el anticristo (gr.ἀντίχριστος , an·tí·kjri·stos) viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora”. La declaración de Juan muestra que hay muchos anticristos individuales, aunque todos juntos podrían formar una persona compuesta designada como “el anticristo”. (2Jn 7.) El uso de la expresión “hora” para referirse a un período de tiempo relativamente breve o de duración indeterminada se encuentra en otros escritos de Juan. (Véanse Jn 2:4; 4:21-23; 5:25, 28; 7:30; 8:20; 12:23, 27.) De modo que no limita la aparición, existencia y actividad del anticristo a algún tiempo futuro, más bien, dice que ya está presente e indica que seguirá existiendo. (1Jn 4:3.)
Identificación. Aunque en el pasado en repetidas ocasiones se ha intentado identificar al “anticristo” con un individuo, como pudiera ser Pompeyo, Nerón o Mahoma (este último a instancias del papa Inocencio III en 1213 E.C.), o con una organización específica —según la opinión de los protestantes “el anticristo” aplica al papado—, las declaraciones inspiradas de Juan muestran que el término tiene una aplicación amplia y abarca a todos aquellos que niegan que “Jesús es el Cristo” y el Hijo de Dios que vino “en carne”. (1Jn 2:22; 4:2, 3; 2Jn 7; compárese con Jn 8:42, 48, 49; 9:22.)
El negar a Jesús como el Cristo e Hijo de Dios incluye necesariamente la negación de algunas o de todas las enseñanzas bíblicas sobre él: su origen, su lugar en el propósito de Dios, su cumplimiento de las profecías de las Escrituras Hebreas como el Mesías prometido, su ministerio, sus enseñanzas y sus profecías, así como cualquier forma de oposición a él o cualquier esfuerzo por reemplazarlo de su posición de Sumo Sacerdote y Rey asignado por Dios. Esto se ve en otros textos, que, si bien no usan el término “anticristo”, expresan en esencia la misma idea. Así, Jesús declaró: “El que no está de mi parte, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama”. (Lu 11:23.) En 2 Juan 7 se muestra que estos podrían actuar como engañadores, así que el “anticristo” incluiría a los que son “falsos Cristos” y “falsos profetas”, así como a aquellos que realizan obras poderosas en el nombre de Jesús pero que él clasifica como “obradores del desafuero”. (Mt 24:24; 7:15, 22, 23.)
Además, en vista de la regla dada por Jesús en el sentido de que cualquier cosa que se hiciese contra sus verdaderos seguidores sería como hacérsela a él (Mt 25:40, 45; Hch 9:5), el término también debe incluir a quienes los persiguen, lo que significa que debería quedar comprendida en él “Babilonia la Grande”. (Lu 21:12; Rev 17:5, 6.)
Juan menciona específicamente a los apóstatas como parte del anticristo cuando hace referencia a aquellos que “salieron de entre nosotros”, al abandonar la congregación cristiana. (1Jn 2:18, 19.) Por lo tanto, incluye al “hombre del desafuero” o “hijo de la destrucción” del que habla Pablo, así como a los “falsos maestros” que Pedro denuncia por formar sectas destructivas y que ‘repudian hasta al dueño que los compró’. (2Te 2:3-5; 2Pe 2:1)
En la descripción simbólica de Revelación 17:8-15 y 19:19-21 se muestra que también son parte del anticristo tanto reinos como naciones y organizaciones. (Compárese con Sl 2:1, 2.)
Las Escrituras muestran que todas las partes integrantes del anticristo antes mencionadas se encaminan hacia su venidera destrucción a causa de su derrotero de oposición.
En resumen:
El anticristo no es una sola persona, una organización en particular o una entidad, pues la Biblia dice que hay “muchos anticristos” (1 Juan 2:18). De hecho, el término “anticristo”, que proviene de una palabra griega que significa “contra (o, en lugar de) Cristo”, se refiere a cualquiera que haga lo siguiente:
● Negar que Jesús es el Cristo, o el Mesías, o que es el Hijo de Dios (1 Juan 2:22).
● Oponerse a Cristo, el Ungido de Dios (Salmo 2:1, 2; Lucas 11:23).
● Hacerse pasar por el Cristo (Mateo 24:24).
● Perseguir a los seguidores de Cristo, pues, para Jesús, lo que se les hace a ellos es como si se lo hicieran a él mismo (Hechos 9:5).
● Afirman que son cristianos, pero en realidad hacen lo que es malo o engañan a la gente fingiendo ser lo que no son (Mateo 7:22, 23; 2 Corintios 11:13).
Aunque la Biblia califica a los que hacen estas cosas de anticristos, también se refiere a ellos de forma colectiva como “el anticristo” (2 Juan 7). El anticristo apareció por primera vez en el tiempo de los apóstoles y se ha mantenido activo desde entonces, tal como había predicho la Biblia (1 Juan 4:3).
Cómo podemos identificar a los anticristos
● Los anticristos promueven ideas falsas sobre Jesús (Mateo 24:9, 11). Por ejemplo, los que defienden la doctrina de la Trinidad o que Jesús es el Dios Altísimo van en contra de Jesús, pues él enseñó: “El Padre es mayor que yo” (Juan 14:28).
● Además, no aceptan lo que Jesús dijo sobre cómo actúa el Reino de Dios. Por ejemplo, algunos líderes religiosos dicen que Jesús utiliza a gobiernos humanos para intervenir en los asuntos políticos. Sin embargo, esta idea contradice lo que enseñó Jesús, quien declaró: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36).
● Afirman que Jesús es su Señor, pero no obedecen sus mandamientos, entre los cuales está el de predicar las buenas nuevas del Reino (Mateo 28:19, 20; Lucas 6:46; Hechos 10:42).
Cuando el término “hora” se usa de manera simbólica o figurada, significa un período de tiempo relativamente corto. Jesús dijo a la muchedumbre que fue contra él: “Esta es su hora y la autoridad de la oscuridad”. (Lu 22:53.) Se dice que los diez cuernos de la bestia salvaje de color escarlata representan diez reyes que reciben autoridad como tales con la bestia salvaje durante “una hora”. (Rev 17:12.) Se exclama sobre Babilonia la Grande: “¡[...] En una sola hora ha llegado tu juicio!”. (Rev 18:10.) Además, en armonía con las palabras de Jesús referentes al trigo y la mala hierba (Mt 13:25, 38), las advertencias de Pablo en cuanto a la apostasía venidera (Hch 20:29 y 2Te 2:3, 7) y la declaración de Pedro en 2 Pedro 2:1-3, el apóstol Juan —el que sobrevivió a los demás apóstoles— muy bien pudo decir: “Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que el anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora”. Era un tiempo muy breve, de hecho, la “última hora”, la parte final del período apostólico, después del cual la apostasía brotaría en toda su plenitud. (1Jn 2:18.)
Cuando Juan advierte en contra de los anticristos. (1 Juan 2:18, 19.) Él les recuerda a sus compañeros creyentes que fue de los apóstoles que ‘oyeron que el anticristo viene’. La aparición de “muchos anticristos” mostraba que era “la última hora”, es decir, la última parte del período apostólico. Aunque los que están ‘en contra de Cristo’ forman un “anticristo” compuesto, muchos anticristos individuales pretendieron adorar a Dios pero “no eran de nuestra clase” y abandonaron el cristianismo verdadero. Nos satisface ver que la partida o expulsión de estas personas impide que se corrompa la congregación.
Los cristianos leales engendrados por espíritu rechazan los puntos de vista de los apóstatas. Dado que la “unción del santo”, Jehová, los ayuda a entender su Palabra, ‘todos ellos tienen conocimiento’. ( 1 Juan 2:20, 21.) Con certeza conocen “la verdad” con relación a Jesucristo, mientras que los apóstatas tienen ideas erróneas acerca de él. Puesto que “ninguna mentira se origina de la verdad”, todos los que aman a Jehová rechazan tales puntos de vista falsos y a los que abogan por ellos.
Los que han recibido esta invitación tan especial no necesitan que nadie más les confirme que han sido ungidos con espíritu. Jehová mismo se encarga de que no tengan ninguna duda. El apóstol Juan les dice a estos cristianos: “Ustedes tienen una unción [o llamado] del santo; todos ustedes tienen conocimiento. Y en cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él” (1 Juan 2:20, 27). Desde luego, los cristianos ungidos necesitan instrucción igual que todos los demás. Lo que Juan quiso decir es que no necesitan que nadie les diga que han sido invitados al cielo: ¡la fuerza más poderosa del universo se lo ha confirmado!
22 ¿Quién es el mentiroso? ¿No es el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo: el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo el que niega al Hijo tampoco tiene al Padre. Pero el que reconoce al Hijo también tiene al Padre. 24 Y ustedes, que lo que oyeron desde el principio permanezca en ustedes. Si lo que oyeron desde el principio permanece en ustedes, también ustedes permanecerán en unión con el Hijo y en unión con el Padre. 25 Además, esto es lo que él mismo nos prometió: la vida eterna.
22Τίς ἐστιν ὁ ψεύστης εἰ μὴ ὁ ἀρνούμενος ὅτι Ἰησοῦς οὐκ ἔστιν ὁ χριστός; οὗτός ἐστιν ὁ ἀντίχριστος, ὁ ἀρνούμενος τὸν πατέρα καὶ τὸν υἱόν. 23πᾶς ὁ ἀρνούμενος τὸν υἱὸν οὐδὲ τὸν πατέρα ἔχει· ὁ ὁμολογῶν τὸν υἱὸν καὶ τὸν πατέρα ἔχει. 24Ὑμεῖς ὃ ἠκούσατε ἀπ' ἀρχῆς, ἐν ὑμῖν μενέτω· ἐὰν ἐν ὑμῖν μείνῃ ὃ ἀπ' ἀρχῆς ἠκούσατε, καὶ ὑμεῖς ἐν τῷ υἱῷ καὶ ἐν τῷ πατρὶ μενεῖτε. 25καὶ αὕτη ἐστὶν ἡ ἐπαγγελία ἣν αὐτὸς ἐπηγγείλατο ἡμῖν, τὴν ζωὴν τὴν αἰώνιον.
El único escritor bíblico que usa la palabra anticristo es el apóstol Juan. ¿Qué dice de él? En su primera carta comenta: “Es la última hora, y, así como han oído que el anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora. Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase [...]. ¿Quién es el mentiroso si no es el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo” (1 Juan 2:18, 19, 22).
¿Qué aprendemos de estas palabras? Juan habla de “muchos anticristos”, dando a entender que el anticristo lo forman varias personas. Según él, los que lo integran esparcen mentiras —como que Jesús no es el Cristo— o intentan esconder la verdadera identidad de Jesucristo y su Padre. Por lo tanto, pueden ser individuos que engañen a la gente fingiendo ser el Cristo u organizaciones que proclaman ser sus representantes a fin de ganar adeptos. Juan dice que todas estas personas “salieron de entre nosotros”, lo que indica que han rechazado las enseñanzas cristianas. Es más, este grupo ya existía en el tiempo de Juan. Al parecer, la expresión “la última hora” se refería a los años previos a la muerte del último apóstol de Jesús.
¿Qué más dijo Juan sobre el anticristo? Afirmó que enseñaría ideas religiosas falsas, pues dijo: “Toda expresión inspirada que confiesa que Jesucristo ha venido en carne se origina de Dios, pero toda expresión inspirada que no confiesa a Jesús no se origina de Dios. Además, esta es la expresión inspirada del anticristo que ustedes han oído que venía, y actualmente ya está en el mundo” (1 Juan 4:2, 3). Más tarde, en su segunda carta, repitió la idea: “Muchos engañadores han salido al mundo, personas que no confiesan a Jesucristo como venido en carne. Este es el engañador y el anticristo” (2 Juan 7). Está claro que para Juan el anticristo es quien esparce mentiras acerca de Jesucristo y de lo que él enseñó.
Los apóstatas que niegan a Cristo no tienen a Jehová como su Amigo. (Juan 5:23.) Pero los que públicamente ‘confesamos al Hijo tenemos al Padre’ y una relación aprobada con Dios. (Mateo 10:32, 33.) Los primeros seguidores leales de Jesús se asieron de lo que habían oído acerca del Hijo de Dios “desde el principio” de sus vidas como cristianos. Si la misma verdad está en nuestro corazón, ‘continuaremos en unión’ con Dios y con Cristo y recibiremos “la cosa prometida”, a saber, vida eterna. (Juan 17:3).
26 Les escribo estas cosas sobre los que tratan de engañarlos. 27 En cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les esté enseñando. Pero la unción que viene de él, que es verdadera y no es mentira, les está enseñando acerca de todas las cosas. Tal como les ha enseñado, manténganse en unión con él. 28 Así que ahora, hijitos, manténganse en unión con él, para que cuando él sea manifestado podamos hablar con confianza y no nos apartemos de él avergonzados durante su presencia. 29 Si ustedes saben que él es justo, también saben que todo el que practica la justicia ha nacido de él.
26Ταῦτα ἔγραψα ὑμῖν περὶ τῶν πλανώντων ὑμᾶς. 27καὶ ὑμεῖς τὸ χρίσμα ὃ ἐλάβετε ἀπ' αὐτοῦ μένει ἐν ὑμῖν, καὶ οὐ χρείαν ἔχετε ἵνα τις διδάσκῃ ὑμᾶς· ἀλλ' ὡς τὸ αὐτοῦ χρίσμα διδάσκει ὑμᾶς περὶ πάντων, καὶ ἀληθές ἐστιν καὶ οὐκ ἔστιν ψεῦδος, καὶ καθὼς ἐδίδαξεν ὑμᾶς, μένετε ἐν αὐτῷ.
28Καὶ νῦν, τεκνία, μένετε ἐν αὐτῷ, ἵνα ἐὰν φανερωθῇ σχῶμεν παρρησίαν καὶ μὴ αἰσχυνθῶμεν ἀπ' αὐτοῦ ἐν τῇ παρουσίᾳ αὐτοῦ. 29ἐὰν εἰδῆτε ὅτι δίκαιός ἐστιν, γινώσκετε ὅτι [καὶ] πᾶς ὁ ποιῶν τὴν δικαιοσύνην ἐξ αὐτοῦ γεγέννηται.
Para andar en la luz divina y no desviarnos por causa de los apóstatas, necesitamos instrucción espiritual apropiada. ( 1 Juan 2:26-29.) Los que son engendrados por el espíritu tienen una “unción” del espíritu santo, han llegado a conocer a Dios y a su Hijo, y “no necesitan que nadie [un apóstata] les esté enseñando”. Dios, con su espíritu de unción, “está enseñando” a los israelitas espirituales “acerca de todas las cosas” que necesitan saber para adorarlo de manera acepta. (Juan 4:23, 24; 6:45.) Estamos contentos de que como testigos de Jehová recibimos tal instrucción espiritual de Dios por medio del “esclavo fiel y discreto”. (Mateo 24:45-47.)
Juan exhorta a los bien instruidos ungidos a que “permanezcan en unión” con Dios. Los que estén “en unión con” Jehová también lo están con su Hijo. (Juan 14:19-21.) Se recomienda tal unidad para que “cuando él [Cristo] sea manifestado tengamos franqueza de expresión y no se nos aparte de él avergonzados al tiempo de su presencia”, es decir, durante su Parousía.
Dado que estamos viviendo durante la “presencia” de Jesús, ¿cómo podemos asegurarnos de que no tenemos nada de qué avergonzarnos y que realmente estamos andando en la luz? Por medio de ‘practicar la justicia.’ Juan razona de esta manera: ‘Si sabemos que Dios es justo’ entonces somos conscientes de que “todo el que practica la justicia ha nacido de él”.
ὁ ποιῶν del verbo ποιέω : hacer, practicar,construir, actuar
τὴν δικαιοσύνην de δικαιοσύνη, ης, ἡ : rectitud, justicia.
‘Practicar la justicia’ significa obedecer los mandamientos de Dios, evitar el desafuero y envolverse en obras buenas como la de hacer discípulos y ayudar a compañeros creyentes. (Marcos 13:10; Filipenses 4:14-19; 1 Timoteo 6:17, 18.) ‘Nacer ( γεννάω ) de’ Dios significa ‘nacer de nuevo’ como hijos espirituales. (Juan 3:3-8.)
¿Cómo sabe alguien que ha recibido la llamada celestial? La respuesta se ve con claridad en las palabras que Pablo les escribió a los que estaban en Roma y habían sido “llamados para ser santos”. Les dijo: “Ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que les haga volver a tener miedo, sino que recibieron un espíritu que los adopta como hijos, el espíritu que nos motiva a exclamar: ‘¡Abba, Padre!’. El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Rom. 1:7; 8:15, 16). Así pues, por medio de su espíritu santo, Dios les deja claro a los ungidos que han recibido la llamada celestial (1 Tes. 2:12).
Jehová se encarga de que los que reciban su invitación de ir al cielo no tengan ni la más mínima duda en su mente y corazón ( 1 Juan 2:20, 27). Claro está, al igual que todos los demás cristianos, los ungidos necesitan que Jehová les enseñe mediante la congregación. Pero no necesitan que nadie les confirme que son ungidos. Jehová se lo ha dejado totalmente claro mediante la fuerza más poderosa del universo, el espíritu santo.
Puesto que toda la Palabra de Dios se escribió bajo inspiración (2Ti 3:16), solo ella contiene la enseñanza del espíritu. Por consiguiente, los cristianos no deben prestar la más mínima atención a la enseñanza que esté en conflicto con la Palabra de Dios. El apóstol Juan escribió: “No necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él”. (1Jn 2:27.) Juan dirigía estas palabras a los cristianos ungidos por espíritu, que conocían a Jehová Dios y a su Hijo Cristo Jesús y entendían perfectamente la verdad de Dios, por lo que no necesitaban maestros que negasen al Padre y al Hijo. Tales maestros solo podían extraviarles de la verdad que les había enseñado el espíritu de Dios en armonía con lo que los Escritos Sagrados claramente exponen. (1Jn 2:18-26.) Por esa razón los cristianos no deberían recibir a maestros apóstatas en sus hogares, ni siquiera darles un saludo. (2Jn 9-11.)
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Estudio de la 1ª carta de Juan cap 4 .docx
Por Erich2030
Estudio d
CAPÍTULO 4 Amados, no se crean cualquier mensaje inspirado, sino pongan a prueba los mensajes inspirados para ver si provienen de Dios, ya que han aparecido muchos falsos profetas en el mundo.
2 Así es como pueden saber si el mensaje inspirado es de Dios: todo mensaje inspirado que reconoce que Jesucristo vino como ser humano proviene de Dios. 3 Pero ningún mensaje inspirado que no reconoce a Jesús proviene de Dios. Ese es el mensaje inspirado del anticristo, el que ustedes oyeron que vendría y que ya está en el mundo.
1 Ἀγαπητοί, μὴ παντὶ πνεύματι πιστεύετε, ἀλλὰ δοκιμάζετε τὰ πνεύματα εἰ ἐκ τοῦ θεοῦ ἐστίν, ὅτι πολλοὶ ψευδοπροφῆται ἐξεληλύθασιν εἰς τὸν κόσμον. 2 Ἐν τούτῳ γινώσκετε τὸ πνεῦμα τοῦ θεοῦ· πᾶν πνεῦμα ὃ ὁμολογεῖ Ἰησοῦν Χριστὸν ἐν σαρκὶ ἐληλυθότα ἐκ τοῦ θεοῦ ἐστίν, 3 καὶ πᾶν πνεῦμα ὃ μὴ ὁμολογεῖ τὸν Ἰησοῦν ἐκ τοῦ θεοῦ οὐκ ἔστιν· καὶ τοῦτό ἐστιν τὸ τοῦ ἀντιχρίστου, ὃ ἀκηκόατε ὅτι ἔρχεται, καὶ νῦν ἐν τῷ κόσμῳ ἐστὶν ἤδη.
“Expresiones inspiradas” verdaderas y falsas. La palabra griega πνεῦμα, ατος, τό , pnéu·ma (espíritu) se usa de una manera especial en algunos escritos apostólicos. En 2 Tesalonicenses 2:2, por ejemplo, el apóstol Pablo insta a sus hermanos tesalonicenses a que no se dejen excitar o sacudir de su razón “tampoco mediante una expresión inspirada [literalmente, “espíritu”], ni mediante un mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová esté aquí”. Está claro que Pablo usa la palabra πνεῦμα, pnéu·ma (espíritu) en relación con ciertos medios de comunicación, como un “mensaje verbal” o una “carta”. Por este motivo, en las notas de algunas versiones leemos los siguientes comentarios sobre este texto: “El Espíritu, que, con sentido metonímico (causa por el efecto), equivale a revelación o profecía” (CJ). “El autor sagrado alude a quienes arrogándose la posesión de un carisma profético, supuestamente recibido del Espíritu Santo, se dedicaban a divulgar sus ideas personales como si vinieran de Dios” (UN). Así pues, aunque en este caso y otros similares algunas versiones traducen πνεῦμα, pnéu·ma por “espíritu”, otras muchas dicen “manifestaciones del espíritu” (BJ), “revelaciones carismáticas” (FF, Vi), “supuestas revelaciones” (NBE, TA), “anuncios proféticos” (LT), “profecía” (NVI), “inspiración” (CI, GR, SA) o “expresión inspirada” (NM).
Las palabras de Pablo aclaran que hay “expresiones inspiradas” verdaderas y las hay falsas. En 1 Timoteo 4:1, el apóstol se refiere a ambas clases cuando dice que “la expresión inspirada [del espíritu santo de Jehová] dice definitivamente que en períodos posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios”. Este texto muestra que la fuente de las “expresiones inspiradas” falsas son los demonios. Esta idea la corrobora la visión que se dio al apóstol Juan sobre “tres expresiones inspiradas inmundas” parecidas a ranas que procedían de la boca del dragón, de la bestia salvaje y del falso profeta, y de las que se dice específicamente que son “inspiradas por demonios” y sirven para reunir a los reyes de la Tierra a la guerra en Armagedón. (Rev 16:13-16.)
Con buena razón, por lo tanto, Juan insta a los cristianos a que “prueben las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios”. (1Jn 4:1-3; compárese con Rev 22:6.) Luego muestra que las expresiones que en realidad son inspiradas de Dios se transmiten a través de la verdadera congregación cristiana, no de fuentes mundanas no cristianas. Por supuesto, Jehová Dios inspiró la declaración de Juan, pero, además, la carta de Juan había puesto una base sólida para decir: “El que adquiere el conocimiento de Dios nos escucha; el que no se origina de Dios no nos escucha. Es así como notamos la expresión inspirada de la verdad y la expresión inspirada del error”. (1Jn 4:6.) Lejos de ser mero dogmatismo, Juan había mostrado que tanto él como otros cristianos verdaderos manifestaban los frutos del espíritu de Dios, en particular el amor, y demostraban por su conducta correcta y habla veraz que verdaderamente ‘andaban en la luz’ en unión con Dios. (1Jn 1:5-7; 2:3-6, 9-11, 15-17, 29; 3:1, 2, 6, 9-18, 23, 24; contrástese con Tit 1:16.)
Cómo poner a prueba la profecía y su interpretación. En vista de los falsos profetas, Juan advirtió que no se creyera toda “expresión inspirada” —básicamente eso son las profecías—; más bien aconsejó que se “[probasen] las expresiones inspiradas para ver si se [originaban] de Dios”. (1Jn 4:1.) Para determinar si una expresión inspirada es de origen divino, Juan propone una doctrina, a saber, que Cristo vino en carne. Sin embargo, es obvio que no quería decir que este era el único criterio que se debía aplicar, sino simplemente citó un ejemplo de una cuestión corriente, y tal vez predominante, debatida en aquel entonces. (1Jn 4:2, 3.) Un factor determinante es: que la profecía armonice con la palabra y el propósito revelado de Dios. (Dt 13:1-5; 18:20-22.) Además, para que la profecía o su interpretación sean correctas, dicha armonía debe ser completa, no parcial. A algunos miembros de la congregación cristiana del primer siglo se les concedió el don del “discernimiento de expresiones inspiradas” (1Co 12:10), lo que les permitía autenticar una profecía. Aunque esta facultad milagrosa también cesó, es razonable que Dios todavía hiciera disponible el entendimiento correcto de la profecía por medio de la congregación, en especial en el predicho “tiempo del fin”, aunque no de manera milagrosa, sino como resultado de la investigación y el estudio diligentes y de que se compare la profecía con las circunstancias y los acontecimientos que se producen. (Compárese con Da 12:4, 9, 10; Mt 24:15, 16; 1Co 2:12-14; 1Jn 4:6)
Entonces, ¿cómo podemos determinar si estamos tratando con un amigo o con un enemigo? Pues bien, Jesús dice que las ovejas siguen al pastor “porque conocen su voz” (Juan 10:4). No es la apariencia física de él lo que hace que lo sigan; es su voz. Un libro sobre las tierras bíblicas relata que cierto visitante afirmó que las ovejas identificaban la vestimenta, no la voz. En respuesta, un pastor aseguró que era la voz lo que reconocían, y, para demostrarlo, intercambió la ropa con el extraño. Este, vestido con las prendas del pastor, llamó a las ovejas, pero ellas no se movieron. No conocían su voz. Sin embargo, cuando el pastor las llamó, todas a la vez fueron hacia él aunque llevaba otra ropa. Para las ovejas, el hecho de que alguien aparente ser un pastor no significa que lo sea. En realidad, ellas prueban la voz que las llama, es decir, la comparan con la del pastor. La Biblia nos manda hacer lo mismo: “[probar] las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios” (1 Juan 4:1; 2 Timoteo 1:13). ¿Qué nos ayudará a este respecto?
Lógicamente, cuanto mejor conozcamos la voz, o el mensaje, de Jehová, mejor detectaremos la voz de un extraño. La Biblia indica la forma en que adquirimos tal conocimiento: “Tus propios oídos oirán una palabra detrás de ti que diga: ‘Este es el camino. Anden en él’” (Isaías 30:21). La “palabra” que oímos detrás de nosotros proviene de la Palabra de Dios. Cada vez que la leemos, oímos, por así decirlo, la voz de nuestro Gran Pastor, Jehová (Salmo 23:1). Por lo tanto, cuanto más estudiamos las Escrituras, más familiar nos resulta la voz divina. A su vez, este profundo conocimiento nos permite detectar enseguida la voz de los extraños (Gálatas 1:8).
¿Qué más hay implicado en conocer la voz de Jehová? Además de oírla, es preciso obedecerla. Fijémonos de nuevo en Isaías 30:21. La Palabra de Dios declara: “Este es el camino”. En efecto, mediante el estudio de la Biblia escuchamos las instrucciones de Jehová, quien pasa a decirnos: “Anden en él”. Dios desea que pongamos por obra lo que oímos. Al aplicar lo que aprendemos, demostramos que no solo hemos oído Su voz, sino que además la hemos escuchado (Deuteronomio 28:1). Obedecerla también implica obedecer la voz de Jesús, pues Jehová mismo así lo ha dispuesto (Mateo 17:5). ¿Y qué nos dice Jesús, el Pastor Excelente? Nos enseña a hacer discípulos y a confiar en “el esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45; 28:18-20). Si obedecemos la voz de Cristo, obtendremos la vida eterna (Hechos 3:23).
Cómo rechazar las palabras sin valor. El anciano apóstol Juan dio un consejo muy oportuno sobre este asunto (1 Juan 4:1). En armonía con ese consejo, siempre animamos a la gente del territorio a comprobar si sus creencias se basan en lo que enseña la Biblia. Nosotros debemos hacer una comprobación similar. Si alguien nos hace un comentario que pone en duda las verdades bíblicas o el buen nombre de la congregación, de los ancianos o de cualquier otro hermano, no le creemos así porque sí. Más bien, nos preguntamos: “¿Está actuando conforme a lo que dice la Biblia la persona que difunde dicho comentario? ¿Fomentan sus palabras los intereses del Reino? ¿Promueven la paz en la congregación?”. Cualquier comentario que derrumbe a los hermanos en vez de edificarlos es una cosa que nada vale (2 Cor. 13:10, 11).
También los ancianos tienen presente la advertencia contra las palabras sin valor. Cuando es necesario dar consejo, recuerdan que tienen limitaciones, por lo que no se atreven a basarse en sus propios conocimientos. Saben que deben recurrir siempre a la Biblia, pues Pablo dio esta regla: “No [hay que ir] más allá de las cosas que están escritas” (1 Cor. 4:6). De modo que los ancianos no van más allá de lo que está escrito en la Biblia ni, por extensión, de lo que está escrito en las publicaciones bíblicas preparadas por el esclavo fiel y discreto.
Como hemos visto, las cosas que nada valen —sean dioses falsos, palabras u otras cosas— hacen mucho daño. Por eso, siempre le pedimos a Jehová que nos guíe para que podamos reconocerlas y rechazarlas. De este modo, hacemos nuestras las siguientes palabras del salmista: “Haz que mis ojos pasen adelante para que no vean lo que es inútil; consérvame vivo en tu propio camino” (Sal. 119:37).
Juan después muestra cómo debemos estar en guardia. ( 1 Juan 4:1.) No debemos creer en todo espíritu, o “expresión inspirada”, sino más bien debemos ‘probar las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios’. ¿Por qué? “Porque muchos falsos profetas han salido al mundo.” Por lo menos algunos de estos maestros engañosos estaban viajando de lugar en lugar, asociándose con varias congregaciones y tratando de “arrastrar a los discípulos tras de sí”. (Hechos 20:29, 30; 2 Juan 7.) De modo que los fieles tenían que estar en guardia.
Algunos cristianos del primer siglo tenían “discernimiento de expresiones inspiradas”, un don milagroso de la fuerza activa de Dios que evidentemente les permitía determinar si las expresiones inspiradas se originaban de Jehová. (1 Corintios 12:4, 10.) Pero la advertencia de Juan parece aplicar a los cristianos en general, y es útil hoy día cuando los apóstatas procuran subvertir la fe de los testigos de Jehová. Aunque el don del espíritu de ‘discernir expresiones inspiradas’ ha cesado, las palabras de Juan proveen los medios para determinar si los maestros son movidos por el espíritu de Dios o por las influencias demoníacas.
Note una manera de poner esto a prueba. ( 1 Juan 4:2, 3.) “Toda expresión inspirada que confiesa que Jesucristo ha venido en carne se origina de Dios.” Reconocemos que Jesús vivió como humano y que es el Hijo de Dios, y nuestra fe nos mueve a enseñar estas verdades a otras personas. (Mateo 3:16, 17; 17:5; 20:28; 28:19, 20.) “Pero toda expresión inspirada que no confiesa a Jesús no se origina de Dios.” Más bien, “ésta es la expresión inspirada del anticristo”; es decir, contra Cristo y contra las enseñanzas bíblicas acerca de él. Evidentemente, Juan y otros apóstoles habían dado advertencia de que la “expresión inspirada del anticristo” vendría. (2 Corintios 11:3, 4; 2 Pedro 2:1.) Puesto que en aquel entonces los falsos maestros amenazaban a los cristianos verdaderos, Juan pudo decir: “Ya está en el mundo”.
Este tema no era nuevo para los cristianos cuando Juan escribió sus cartas (alrededor del año 98 E.C.). En 1 Juan 2:18 se lee: “Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que el anticristo (gr. ἀντίχριστος, ου, ὁ , an·tí·kjri·stos) viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora”. La declaración de Juan muestra que hay muchos anticristos individuales, aunque todos juntos podrían formar una persona compuesta designada como “el anticristo”. (2Jn 7.) El uso de la expresión “hora” para referirse a un período de tiempo relativamente breve o de duración indeterminada se encuentra en otros escritos de Juan. (Véanse Jn 2:4; 4:21-23; 5:25, 28; 7:30; 8:20; 12:23, 27.) De modo que no limita la aparición, existencia y actividad del anticristo a algún tiempo futuro, más bien, dice que ya está presente e indica que seguirá existiendo. (1Jn 4:3.)
Aunque en el pasado en repetidas ocasiones se ha intentado identificar al “anticristo” con un individuo, como pudiera ser Pompeyo, Nerón o Mahoma (este último a instancias del papa Inocencio III en 1213 E.C.), o con una organización específica —según la opinión de los protestantes “el anticristo” aplica al papado—, las declaraciones inspiradas de Juan muestran que el término tiene una aplicación amplia y abarca a todos aquellos que niegan que “Jesús es el Cristo” y el Hijo de Dios que vino “en carne”. (1Jn 2:22; 4:2, 3; 2Jn 7; compárese con Jn 8:42, 48, 49; 9:22.)
El negar a Jesús como el Cristo e Hijo de Dios incluye necesariamente la negación de algunas o de todas las enseñanzas bíblicas sobre él: su origen, su lugar en el propósito de Dios, su cumplimiento de las profecías de las Escrituras Hebreas como el Mesías prometido, su ministerio, sus enseñanzas y sus profecías, así como cualquier forma de oposición a él o cualquier esfuerzo por reemplazarlo de su posición de Sumo Sacerdote y Rey asignado por Dios. Esto se ve en otros textos, que, si bien no usan el término “anticristo”, expresan en esencia la misma idea. Así, Jesús declaró: “El que no está de mi parte, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama”. (Lu 11:23.) En 2 Juan 7 se muestra que estos podrían actuar como engañadores, así que el “anticristo” incluiría a los que son “falsos Cristos” y “falsos profetas”, así como a aquellos que realizan obras poderosas en el nombre de Jesús pero que él clasifica como “obradores del desafuero”. (Mt 24:24; 7:15, 22, 23.)
Además, en vista de la regla dada por Jesús en el sentido de que cualquier cosa que se hiciese contra sus verdaderos seguidores sería como hacérsela a él (Mt 25:40, 45; Hch 9:5), el término también debe incluir a quienes los persiguen, lo que significa que debería quedar comprendida en él “Babilonia la Grande”. (Lu 21:12; Rev 17:5, 6.)
Juan menciona específicamente a los apóstatas como parte del anticristo cuando hace referencia a aquellos que “salieron de entre nosotros”, al abandonar la congregación cristiana. (1Jn 2:18, 19.) Por lo tanto, incluye al “hombre del desafuero” o “hijo de la destrucción” del que habla Pablo, así como a los “falsos maestros” que Pedro denuncia por formar sectas destructivas y que ‘repudian hasta al dueño que los compró’. (2Te 2:3-5; 2Pe 2:1.)
En la descripción simbólica de Revelación 17:8-15 y 19:19-21 se muestra que también son parte del anticristo tanto reinos como naciones y organizaciones. (Compárese con Sl 2:1, 2.). Las Escrituras muestran que todas las partes integrantes del anticristo antes mencionadas se encaminan hacia su venidera destrucción a causa de su derrotero de oposición.
4 Hijitos, ustedes provienen de Dios y los han vencido a ellos porque el que está en unión con ustedes es más grande que el que está en unión con el mundo. 5 Ellos provienen del mundo; por eso hablan de las cosas que provienen del mundo y el mundo los escucha. 6 Nosotros provenimos de Dios. El que llega a conocer a Dios nos escucha; el que no proviene de Dios no nos escucha. Así es como distinguimos entre el mensaje inspirado de la verdad y el mensaje inspirado del error.
4 Ὑμεῖς ἐκ τοῦ θεοῦ ἐστέ, τεκνία, καὶ νενικήκατε αὐτούς, ὅτι μείζων ἐστὶν ὁ ἐν ὑμῖν ἢ ὁ ἐν τῷ κόσμῳ· 5 αὐτοὶ ἐκ τοῦ κόσμου εἰσίν· διὰ τοῦτο ἐκ τοῦ κόσμου λαλοῦσιν καὶ ὁ κόσμος αὐτῶν ἀκούει. 6 ἡμεῖς ἐκ τοῦ θεοῦ ἐσμέν· ὁ γινώσκων τὸν θεὸν ἀκούει ἡμῶν, ὃς οὐκ ἔστιν ἐκ τοῦ θεοῦ οὐκ ἀκούει ἡμῶν. ἐκ τούτου γινώσκομεν τὸ πνεῦμα τῆς ἀληθείας καὶ τὸ πνεῦμα τῆς πλάνης.
La cristiandad —de hecho, todo el imperio mundial de la religión falsa— no habla el mismo lenguaje que hablan los testigos de Jehová. Es interesante que a los que hablan el lenguaje puro el apóstol Juan escribió: “Ustedes se originan de Dios, [...] y han vencido a esas personas, porque el que está en unión con ustedes es mayor que el que está en unión con el mundo. Ellos se originan del mundo; por eso hablan lo que procede del mundo y el mundo los escucha. Nosotros nos originamos de Dios. El que adquiere el conocimiento de Dios nos escucha; el que no se origina de Dios no nos escucha”. (1 Juan 4:4-6.) Los siervos de Jehová han vencido a los maestros falsos porque Dios, quien está en unión con su pueblo, “es mayor que el [Diablo, quien] está en unión con el mundo”, la sociedad humana injusta. Puesto que los apóstatas “se originan del mundo” y tienen su espíritu inicuo, “hablan lo que procede del mundo y el mundo los escucha”. Pero las personas mansas como ovejas escuchan a los que se originan de Dios, pues se dan cuenta de que el pueblo de Jehová habla el lenguaje puro de la verdad bíblica que se suministra mediante Su organización.
Se predijo una gran apostasía, y un ‘misterio de desafuero’ operaba ya en el siglo I E.C. Con el tiempo, hombres que aceptaron puestos de enseñanza en la congregación, o que se apoderaron de ellos, enseñaron muchas doctrinas falsas. Su lenguaje estuvo lejos de ser puro. Por eso surgió un compuesto “hombre del desafuero”, el clero de la cristiandad, atado a falsas tradiciones religiosas, filosofías mundanas y enseñanzas antibíblicas. (2 Tesalonicenses 2:3, 7.)
Otra manera de probar las “expresiones inspiradas” es por medio de observar quiénes las escuchan. (1 Juan 4:4-6.) Como siervos de Jehová, hemos “vencido” o superado a los falsos maestros, hemos triunfado sobre sus intentos por apartarnos de la verdad de Dios. Esta victoria espiritual ha sido posible porque Dios, quien está “en unión con” los cristianos leales, “es mayor que el Diablo, que está en unión con el mundo”, o sociedad humana injusta. (2 Corintios 4:4.) Debido a que los apóstatas “se originan del mundo” y su espíritu es inicuo, “hablan lo que procede del mundo y el mundo los escucha”. Teniendo el espíritu de Jehová, podemos detectar la naturaleza no espiritual de sus “expresiones inspiradas” y por consiguiente rechazarlas.
Pero nosotros sabemos que “nos originamos de Dios” porque “el que adquiere el conocimiento de Dios nos escucha”. Las personas mansas como ovejas reconocen que enseñamos la verdad basada en la Palabra de Dios. (Compárese con Juan 10:4, 5, 16, 26, 27.) Por supuesto, “el que no se origina de Dios no nos escucha”. Los profetas, o maestros, falsos no escucharon ni a Juan ni a otros que ‘se originaron de Dios’ e impartían instrucción espiritual sana. Por eso, “es así como notamos la expresión inspirada de la verdad y la expresión inspirada del error”. Los que componemos la familia de adoradores de Jehová hablamos el “lenguaje puro” de la verdad bíblica provista por la organización de Dios. (Sofonías 3:9.) Y por lo que decimos, las personas mansas como ovejas pueden evidenciar que somos guiados por el espíritu santo de Dios.
Juan insta a los cristianos a que “prueben las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios”. (1Jn 4:1-3; compárese con Rev 22:6.) Luego muestra que las expresiones que en realidad son inspiradas de Dios se transmiten a través de la verdadera congregación cristiana, no de fuentes mundanas no cristianas. Por supuesto, Jehová Dios inspiró la declaración de Juan, pero, además, la carta de Juan había puesto una base sólida para decir: “El que adquiere el conocimiento de Dios nos escucha; el que no se origina de Dios no nos escucha. Es así como notamos la expresión inspirada de la verdad y la expresión inspirada del error”. (1Jn 4:6.) Lejos de ser mero dogmatismo, Juan había mostrado que tanto él como otros cristianos verdaderos manifestaban los frutos del espíritu de Dios, en particular el amor, y demostraban por su conducta correcta y habla veraz que verdaderamente ‘andaban en la luz’ en unión con Dios. (1Jn 1:5-7; 2:3-6, 9-11, 15-17, 29; 3:1, 2, 6, 9-18, 23, 24; contrástese con Tit 1:16.)
7 Amados, sigamos amándonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor. 9 Así es como el amor de Dios fue revelado en nuestro caso: Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que consiguiéramos la vida por medio de él. 10 El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio de reconciliación por nuestros pecados.
11 Amados, si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros también tenemos la obligación de amarnos unos a otros. 12 A Dios nadie lo ha visto jamás. Si seguimos amándonos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se hace perfecto en nosotros. 13 Por esto sabemos que nos mantenemos en unión con él y que él se mantiene en unión con nosotros: porque él nos ha dado su espíritu. 14 Además, nosotros mismos hemos visto que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo y damos testimonio de eso. 15 Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios se mantiene en unión con él y él se mantiene en unión con Dios. 16 Y nosotros hemos llegado a conocer el amor que Dios nos tiene y creemos en ese amor.
Dios es amor, y el que permanece en el amor se mantiene en unión con Dios, y Dios se mantiene en unión con él. 17 Así es como el amor se ha hecho perfecto en nosotros para que en el día de juicio podamos hablar con confianza, porque, tal como es él, así también somos nosotros en este mundo. 18 No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor nos limita. En realidad, el que tiene temor no ha sido hecho perfecto en el amor. 19 Nosotros amamos porque él nos amó primero.
20 Si alguien dice “Yo amo a Dios” pero odia a su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. 21 Recibimos de él este mandamiento: que el que ama a Dios ame también a su hermano.
7 Ἀγαπητοί, ἀγαπῶμεν ἀλλήλους, ὅτι ἡ ἀγάπη ἐκ τοῦ θεοῦ ἐστίν, καὶ πᾶς ὁ ἀγαπῶν ἐκ τοῦ θεοῦ γεγέννηται καὶ γινώσκει τὸν θεόν. 8 ὁ μὴ ἀγαπῶν οὐκ ἔγνω τὸν θεόν, ὅτι ὁ θεὸς ἀγάπη ἐστίν. 9 ἐν τούτῳ ἐφανερώθη ἡ ἀγάπη τοῦ θεοῦ ἐν ἡμῖν, ὅτι τὸν υἱὸν αὐτοῦ τὸν μονογενῆ ἀπέσταλκεν ὁ θεὸς εἰς τὸν κόσμον ἵνα ζήσωμεν δι' αὐτοῦ. 10 ἐν τούτῳ ἐστὶν ἡ ἀγάπη, οὐχ ὅτι ἡμεῖς ἠγαπήκαμεν τὸν θεόν, ἀλλ' ὅτι αὐτὸς ἠγάπησεν ἡμᾶς καὶ ἀπέστειλεν τὸν υἱὸν αὐτοῦ ἱλασμὸν περὶ τῶν ἁμαρτιῶν ἡμῶν. 11 Ἀγαπητοί, εἰ οὕτως ὁ θεὸς ἠγάπησεν ἡμᾶς, καὶ ἡμεῖς ὀφείλομεν ἀλλήλους ἀγαπᾷν. 12 θεὸν οὐδεὶς πώποτε τεθέαται· ἐὰν ἀγαπῶμεν ἀλλήλους, ὁ θεὸς ἐν ἡμῖν μένει καὶ ἡ ἀγάπη αὐτοῦ τετελειωμένη ⇔ «ἐν ἡμῖν» ἐστίν.
13 ἐν τούτῳ γινώσκομεν ὅτι ἐν αὐτῷ μένομεν καὶ αὐτὸς ἐν ἡμῖν, ὅτι ἐκ τοῦ πνεύματος αὐτοῦ δέδωκεν ἡμῖν. 14 Καὶ ἡμεῖς τεθεάμεθα καὶ μαρτυροῦμεν ὅτι ὁ πατὴρ ἀπέσταλκεν τὸν υἱὸν σωτῆρα τοῦ κόσμου. 15 ὃς ἐὰν ὁμολογήσῃ ὅτι Ἰησοῦς (Χριστός) ἐστιν ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ, ὁ θεὸς ἐν αὐτῷ μένει καὶ αὐτὸς ἐν τῷ θεῷ. 16 Καὶ ἡμεῖς ἐγνώκαμεν καὶ πεπιστεύκαμεν τὴν ἀγάπην ἣν ἔχει ὁ θεὸς ἐν ἡμῖν. Ὁ θεὸς ἀγάπη ἐστίν, καὶ ὁ μένων ἐν τῇ ἀγάπῃ ἐν τῷ θεῷ μένει καὶ ὁ θεὸς ἐν αὐτῷ μένει. 17 Ἐν τούτῳ τετελείωται ἡ ἀγάπη μεθ' ἡμῶν, ἵνα παρρησίαν ἔχωμεν ἐν τῇ ἡμέρᾳ τῆς κρίσεως, ὅτι καθὼς ἐκεῖνός ἐστιν καὶ ἡμεῖς ἐσμὲν ἐν τῷ κόσμῳ τούτῳ. 18 φόβος οὐκ ἔστιν ἐν τῇ ἀγάπῃ, ἀλλ' ἡ τελεία ἀγάπη ἔξω βάλλει τὸν φόβον, ὅτι ὁ φόβος κόλασιν ἔχει, ὁ δὲ φοβούμενος οὐ τετελείωται ἐν τῇ ἀγάπῃ. 19 Ἡμεῖς ἀγαπῶμεν, ὅτι αὐτὸς πρῶτος ἠγάπησεν ἡμᾶς. 20 ἐάν τις εἴπῃ ὅτι Ἀγαπῶ τὸν θεόν, καὶ τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ μισῇ, ψεύστης ἐστίν· ὁ γὰρ μὴ ἀγαπῶν τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ ὃν ἑώρακεν, τὸν θεὸν ὃν οὐχ ἑώρακεν οὐ δύναται ἀγαπᾷν. 21 καὶ ταύτην τὴν ἐντολὴν ἔχομεν ἀπ' αὐτοῦ, ἵνα ὁ ἀγαπῶν τὸν θεὸν ἀγαπᾷ καὶ τὸν ἀδελφὸν αὐτοῦ.
Jehová es tanto el ejemplo supremo del amor como su Origen. Bien escribió el apóstol Juan: “Amados, continuemos amándonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y adquiere el conocimiento de Dios. El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:7, 😎. Como este amor es un don de Jehová, solo puede cultivarlo la persona que se acerca a él, para lo cual primero tiene que aprender con exactitud cuál es su voluntad y luego cumplirla de todo corazón (Filipenses 1:9; Santiago 4:8; 1 Juan 5:3).
En la última oración que hizo con sus once apóstoles fieles, Jesús señaló la conexión que hay entre conocer a Dios y crecer en el amor: “Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos, y yo en unión con ellos” (Juan 17:26). Jesús ayudó a sus discípulos a cultivar la clase de amor que existía entre él y su Padre. Para ello, les reveló con sus palabras y obras todo lo que representa el nombre divino, es decir, la suma de las maravillosas cualidades de Dios. Por eso pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:9, 10; 17:8).
El amor cristiano es obra del espíritu santo (Gálatas 5:22). En el Pentecostés del año 33, los primeros seguidores de Jesús recibieron el espíritu santo prometido, lo cual no solo les permitió recordar las enseñanzas de su Maestro, sino también entender mejor el significado de las Escrituras. Sin duda, esta mayor comprensión llevó a que creciera su amor a Dios (Juan 14:26; 15:26). ¿Con qué resultado? Predicaron con fervor y valentía las buenas nuevas del Reino, aun a riesgo de sus vidas (Hechos 5:28, 29).
Juan enfatiza la importancia del amor. ( 1 Juan 4:7, 8.) A los cristianos “amados” se les exhorta a ‘continuar amándose unos a otros, porque el amor es de Dios’, Jehová es la Fuente de este amor. “Todo el que ama ha nacido de Dios [como persona engendrada por espíritu] y adquiere el conocimiento de Dios”, conociendo las cualidades y los propósitos de Jehová y cómo él expresa amor. Hoy día, la “gran muchedumbre” de “otras ovejas” de Cristo también ha adquirido este “conocimiento de Dios”.
Conocer a Dios significa que verdaderamente apreciamos sus cualidades, lo amamos completamente y nos adherimos a él como nuestro Soberano. Pero “el que no ama no ha llegado a conocer a Dios”. Las personas que no despliegan amor cristiano no han “llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor”. Sí, el amor es la cualidad dominante de Jehová y se manifiesta en sus provisiones espirituales y materiales a favor de la humanidad.
Lo que se menciona después es la mayor prueba de que “Dios es amor”. ( 1 Juan 4:9, 10.) Juan dice: “Por esto el amor de Dios fue manifestado en nuestro caso [como pecadores merecedores de muerte], porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros consiguiéramos la vida mediante él”. Jesús es el “Hijo unigénito” de Jehová puesto que él fue el único creado directamente por Dios. (Juan 1:1-3, 14; Colosenses 1:13-16.) Además, Jesús ‘fue enviado al mundo’ al ser hecho humano, llevar a cabo su ministerio públicamente y entonces morir una muerte sacrificatoria. (Juan 11:27; 12:46.) El que ‘consigamos la vida eterna mediante él’ —ya sea en el cielo o en la Tierra— exige que ejerzamos fe en el mérito de su sacrificio de rescate.
Aún siendo nosotros pecadores que no amábamos a Dios, “él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados”. El sacrificio de Cristo hizo posible que consiguiéramos una restauración de buenas relaciones con Dios. (Romanos 3:24, 25; Hebreos 2:17.) ¿Aprecia usted esta manifestación superlativa de amor inmerecido de parte de nuestro Padre celestial?
El amor que Dios nos tiene debería afectar nuestra actitud hacia otras personas. ( 1 Juan 4:11-13.) Ya que él nos amó aún siendo nosotros pecadores, “nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros”. De entre los humanos, “nadie ha contemplado a Dios nunca”. De modo que no podemos decir que amamos a Jehová porque lo hayamos visto. (Éxodo 33:20; Juan 1:18; 4:24.) No obstante, al desplegar amor mostramos que amamos la Fuente de esta cualidad. Nuestro amor fraternal es prueba de que “Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona”, o alcanza su completa expresión en nosotros. Además, sabemos que “estamos permaneciendo en unión” con Jehová “porque él nos ha impartido su espíritu”. Nuestro despliegue de amor fraternal es prueba de que el espíritu de Jehová opera en nosotros, pues el amor es uno de sus frutos. (Gálatas 5:22, 23.) Esto indica que conocemos a Dios y tenemos su aprobación.
Hay aún más evidencia de que estamos “en unión con Dios”. ( 1 Juan 4:14-16a.) Habiendo “contemplado” lo que Jesús hizo en la Tierra y cuánto sufrió a favor de la humanidad, Juan podía ‘dar testimonio de que el Padre había enviado a su Hijo como Salvador del mundo’ de la humanidad pecaminosa. (Juan 4:42; 12:47.) Además, ‘Dios permanece en unión con nosotros y nosotros con él’ si hacemos confesión sincera de que Jesucristo es su Hijo. Esto exige que ejerzamos fe y demos testimonio público de que Jesús es el Hijo de Dios. (Juan 3:36; Romanos 10:10.) Nuestra confianza en “el amor que Dios tiene en nuestro caso” es evidencia adicional de que nosotros, seamos miembros del resto ungido o de las “otras ovejas”, estamos en unión con Jehová.
El siguiente punto que Juan señala es que el amor puede ser “perfeccionado”. ( 1 Juan 4:16b, 17.) Se nos recuerda que “Dios es amor”. Debido a que ‘permanecemos en el amor’, desplegando este fruto del espíritu de Jehová, ‘permanecemos en unión con Dios’. Si el amor a Jehová “ha sido perfeccionado con nosotros”, habiendo alcanzado completa expresión hacia él, entonces amaremos a nuestros compañeros creyentes. (Compárese con el versículo 12.) El amor “perfecto” también promueve la “franqueza de expresión” para dirigirnos a Dios en oración ahora y “en el día del juicio”, el cual está asociado con la presencia de Cristo. Las personas que despliegan dicho amor no tendrán razón alguna para temer que el juicio de Dios les sea adverso. Si desplegamos amor, “tal como es ése [Jesús], así somos nosotros mismos en este mundo”. Sí, somos semejantes a él al disfrutar del favor de Dios como hijos suyos en este mundo de la humanidad alejada de Dios.
Las personas cuyo amor ha sido “perfeccionado” no experimentan el temor que restringe la oración. ( 1 Juan 4:18, 19.) “El temor ejerce una restricción” que nos impediría abordar abiertamente a Jehová. Así que, si experimentamos dicho temor, entonces ‘no hemos sido perfeccionados en el amor’. Pero si hemos ‘sido perfeccionados en el amor’, esta cualidad llena nuestro corazón, nos impulsa a efectuar la voluntad divina y nos mueve a mantenernos cerca de nuestro Padre celestial mediante la oración. Ciertamente tenemos razón para amar a Jehová y dirigirnos a él en oración, pues, tal como Juan dice, ‘amamos, porque Dios nos amó primero’.
Por supuesto, el meramente decir que amamos a Dios no es suficiente. (1 Juan 4:20, 21.) Cualquiera que diga: “Yo amo a Dios”, mientras que odia a su hermano espiritual “es mentiroso”. Puesto que podemos ver a nuestro hermano y observar sus características piadosas, el mostrarle amor debería ser más fácil que el amar a un Dios invisible. En efecto, “el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto”. Por eso es razonable que obedezcamos este “mandamiento”: “Que el que ama a Dios esté amando también a su hermano”.
¿Cómo han manchado la reputación de Dios con sus actos?.- Las religiones falsas no tratan a las personas como las trata Jehová. La Biblia dice que “sus pecados se han acumulado hasta el cielo” (Apocalipsis 18:5). Las religiones llevan siglos metiéndose en asuntos políticos, apoyando guerras y causando o aprobando la muerte de muchísimas personas. Algunos líderes religiosos viven rodeados de lujos y les exigen dinero a los miembros de su religión para mantener ese estilo de vida. Esos actos demuestran que ni siquiera conocen a Dios. Así que ¿cómo van a ser sus representantes? ( 1 Juan 4:8).
El apóstol Juan escribe: “Dios es amor”. (1Jn 4:8.) Él es la mismísima personificación del amor y esta es su cualidad dominante. Sin embargo, no es cierta la idea que comunica la inversión de la frase, es decir, ‘el amor [la cualidad abstracta] es Dios’. En la Biblia, Dios se manifiesta como una Persona y habla en sentido figurado de sus “ojos”, sus “manos”, su “corazón”, su “alma”, etc. También tiene otros atributos, como la justicia, el poder y la sabiduría. (Dt 32:4; Job 36:22; Rev 7:12.) Por otra parte, tiene la capacidad de odiar, una cualidad completamente opuesta al amor. Su amor a la justicia exige que odie la iniquidad. (Dt 12:31; Pr 6:16.) El amor incluye sentir y expresar afecto personal, algo que solo una persona puede hacer o que solo se puede mostrar a una persona. Por supuesto, Jesucristo, el Hijo de Dios, no es una cualidad abstracta, y él dijo que había estado con su Padre, trabajando con Él, agradándole y escuchándole, y que los ángeles contemplan el rostro de su Padre, todo lo cual sería imposible si Dios fuese simplemente una cualidad abstracta. (Mt 10:32; 18:10; Jn 5:17; 6:46; 8:28, 29, 40; 17:5.)
La prueba de su amor. Hay abundante prueba de que Jehová, el Creador y Dios del universo, es amor. Esta se puede ver en la misma creación física. ¡Con qué cuidado tan extraordinario ha sido hecha para la salud, el placer y el bienestar del hombre! El ser humano no solo está hecho para existir, sino para disfrutar de comer, para deleitarse en contemplar el color y la belleza de la creación, para disfrutar de los animales y en especial de la compañía de sus semejantes, y para gozar de los otros incontables deleites de la vida. (Sl 139:14, 17, 18.) Pero Dios ha desplegado su amor aún más al hacer al hombre a su imagen y semejanza (Gé 1:26, 27), con facultad para la espiritualidad y capacidad de amar, así como al revelarse a la humanidad por medio de su Palabra y su espíritu santo. (1Co 2:12, 13.)
El amor de Jehová a la humanidad es el de un Padre a sus hijos. (Mt 5:45.) Él no escatima nada que sea para su bien, sin importar lo que le cueste; su amor trasciende de todo lo que nosotros podamos sentir o expresar. (Ef 2:4-7; Isa 55:8; Ro 11:33.) Su mayor manifestación de amor, lo más sublime que un padre puede hacer, fue lo que Él hizo por la humanidad: dar la vida de su fiel Hijo unigénito. (Jn 3:16.) El apóstol Juan escribe: “En cuanto a nosotros, amamos, porque él nos amó primero”. (1Jn 4:19.) Por consiguiente, Él es la Fuente del amor. Pablo, coapóstol de Juan, también dice: “Porque apenas muere alguien por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir. Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Ro 5:7, 8; 1Jn 4:10.)
El amor perdurable de Dios. El amor de Jehová por sus siervos fieles es perdurable; no falla ni disminuye, prescindiendo de las circunstancias en las que se hallen —desahogadas o acuciantes— o de las incidencias —grandes o pequeñas— que pudieran sobrevenirles. A este respecto Pablo dijo: “Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Ro 8:38, 39.)
La soberanía de Dios basada en el amor. Jehová se gloría en el hecho de que tanto su soberanía como el apoyo que le dan sus criaturas se basa principalmente en el amor. Solo desea como súbditos a aquellos que aman Su soberanía y la prefieren a cualquier otra por sus excelentes cualidades y porque es justa. (1Co 2:9.) Dichas personas escogen servir bajo Su soberanía más bien que intentar la independencia, ya que al conocerle, reconocen que Jehová es muy superior a ellas en amor, justicia y sabiduría. (Sl 84:10, 11.) El Diablo fracasó en este respecto, ya que con egotismo buscó su propia independencia, como hicieron Adán y Eva. De hecho, desafió la manera de gobernar de Dios, diciendo en realidad que no era ni amorosa ni justa (Gé 3:1-5), y que las criaturas no le servían por amor, sino por egoísmo. (Job 1:8-12; 2:3-5.)
Jehová Dios le ha permitido vivir y poner a prueba a sus siervos, incluso a su Hijo unigénito, hasta el extremo de causarles la muerte. Dios predijo que Jesucristo le sería leal. (Isa 53.) ¿Cómo podía comprometer su palabra por su Hijo? Por amor. Jehová conocía a su hijo y sabía del amor que este le tenía y de su amor por la rectitud. (Heb 1:9.) Conocía a su Hijo muy íntimamente y a cabalidad. (Mt 11:27.) Tenía absoluta confianza en su lealtad. Más aún, como dice la Biblia, ‘El amor es un vínculo perfecto de unión’. (Col 3:14.) Es el vínculo más fuerte del universo, pues une al Padre y al Hijo inseparablemente. Por razones similares a estas, Jehová puede confiar en su organización, compuesta de personas que le sirven, pues sabe que cuando sean probadas, la mayoría de ellas se mantendrán adheridas a Él, inconmovibles, y que, como organización, nunca se separarán de Él. (Sl 110:3.)
¿Cómo es Jesús el “Hijo unigénito”?.-La Biblia llama a Jesús el “Hijo unigénito” de Dios. (Juan 1:14; 3:16, 18; 1 Juan 4:9.) Los trinitarios dicen que, puesto que Dios es eterno, también el Hijo de Dios es eterno. Pero ¿cómo puede alguien ser hijo y a la misma vez tener la misma edad de su padre?
Los trinitarios alegan que, en el caso de Jesús, el término “unigénito” no encierra en sí el mismo sentido de la definición del diccionario para “engendrar”, que es “procrear, propagar la propia especie” (Diccionario de la lengua española, 1984). Dicen que en el caso de Jesús tiene “el sentido de una relación inoriginada”, un tipo de relación de hijo único sin el engendramiento (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, por W. E. Vine). ¿Le parece lógico eso? ¿Puede un hombre pasar vida a un hijo sin engendrarlo?
Además, ¿por qué usa la Biblia la mismísima palabra griega para “unigénito” (como admite Vine sin explicación alguna) al describir la relación de Isaac con Abrahán? Hebreos 11:17 dice que Isaac era el “hijo unigénito” de Abrahán. No cabe duda de que, en el caso de Isaac, él era unigénito en el sentido normal, sin ser igual en tiempo ni posición a su padre.
La palabra griega básica para “unigénito” que se usa para aludir a Jesús e Isaac es μονογενής, ές , mo·no·gue·nés, de mo·nos, que significa “único”, y γίνομαι, guí·no·mai, raíz que significa “generar”, “llegar a ser (llegar a existir)”, declara la Exhaustive Concordance de Strong. Por lo tanto, μονογενής, mo·no·gue·nés se define como: “Único nacido, único engendrado, o sea, hijo único” (A Greek and English Lexicon of the New Testament, por E. Robinson).
El Theological Dictionary of the New Testament, publicado por Gerhard Kittel, dice: “[ μονογενής, ές ,Mo·no·gue·nés] significa ‘de descendencia única’, o sea, sin hermanos o hermanas”. Este libro también declara que en Juan 1:18; 3:16, 18 y 1 Juan 4:9 “la relación de Jesús no solo se compara con la de un hijo único con su padre. Es la relación del unigénito con el Padre”.
Así que la vida de Jesús, el Hijo unigénito, tuvo comienzo. Y al Dios Todopoderoso se le puede llamar con razón su Engendrador, o Padre, en el mismo sentido que un padre terrestre, como Abrahán, engendra un hijo. (Hebreos 11:17.) Por lo tanto, cuando la Biblia dice que Dios es el “Padre” de Jesús, quiere decir lo que dice: que son dos seres distintos y separados. Dios es el mayor, Jesús es el menor... en términos de tiempo, posición, poder y conocimiento.
Cuando uno toma en cuenta que Jesús no fue el único hijo celestial creado por Dios en los cielos, queda patente por qué se usó en su caso el término “Hijo unigénito”. A una cantidad innumerable de otros seres celestiales creados —ángeles— se les llama también “hijos de Dios”, con el mismo sentido que aplicaba a Adán el término, porque la fuerza de vida en ellos había provenido de Jehová Dios, la Fuente de la vida. (Job 38:7; Salmo 36:9; Lucas 3:38.) Pero todos estos seres celestiales fueron creados mediante el “Hijo unigénito”, el único que fue engendrado directamente por Dios. (Colosenses 1:15-17.)
La propiciación satisface la justicia. Todavía tenía que satisfacerse la justicia. Aunque el hombre había sido creado perfecto, perdió esta condición cuando pecó, y tanto él como sus descendientes llegaron a estar bajo la condenación de Dios. La justicia y la fidelidad a los principios de rectitud requerían que Dios ejecutara la sentencia de su ley contra el desobediente Adán. No obstante, el amor movió a Dios, a proporcionar un modo de satisfacer la justicia para que, sin violarla, la descendencia arrepentida del pecador Adán pudiera ser perdonada y consiguiera la paz con Dios. (Col 1:19-23.) Por lo tanto, Jehová “envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados”. (1Jn 4:10; Heb 2:17.) La propiciación mueve a la consideración propicia o favorable. El sacrificio propiciatorio de Jesús elimina la razón por la que Dios tiene que condenar a los hombres y hace posible que les extienda favor y misericordia. Esta propiciación elimina el cargo de pecado y la condena de muerte resultante en el caso del Israel espiritual y de todos los demás que se valgan de ella. (1Jn 2:1, 2; Ro 6:23.)
La idea de la sustitución sobresale en ciertos textos bíblicos relativos a la expiación. Por ejemplo, Pablo observó que “Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras” (1Co 15:3), y que “Cristo, por compra, nos libró de la maldición de la Ley, llegando a ser una maldición en lugar de nosotros, porque está escrito: ‘Maldito es todo aquel que es colgado en un madero’”. (Gál 3:13; Dt 21:23.) Pedro comentó: “Él mismo cargó con nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero, para que acabáramos con los pecados y viviéramos a la justicia. Y ‘por sus heridas ustedes fueron sanados’”. (1Pe 2:24; Isa 53:5.) Pedro también escribió: “Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por injustos, para conducirlos a ustedes a Dios”. (1Pe 3:18.)
La base para la reconciliación. Únicamente puede haber una reconciliación completa con Dios por medio del sacrificio de rescate de Cristo Jesús; él es “el camino” y nadie va al Padre sino por él. (Jn 14:6.) Su muerte sirvió de “sacrificio propiciatorio [gr. hi·la·smón] por nuestros pecados”. (1Jn 2:2; 4:10.) La palabra hi·la·smós significa “medio de apaciguamiento; expiación”. Está claro que el sacrificio de Jesucristo no era un “medio de apaciguamiento” en el sentido de que calmara los sentimientos heridos que Dios pudiera tener o le aplacara, pues es patente que la muerte de su amado Hijo no produciría tal efecto. Más bien, ese sacrificio apaciguó o satisfizo las exigencias de la justicia perfecta de Dios al sentar la base recta y justa para el perdón del pecado, a fin de que Dios “sea justo hasta al declarar justo al hombre [pecaminoso por herencia] que tiene fe en Jesús”. (Ro 3:24-26.) Al suministrar el medio para la expiación o compensación completa de los pecados y acciones ilícitas humanas, el sacrificio de Cristo creó una situación propicia para que a partir de ese momento el hombre procurara y consiguiera restablecer una buena relación con el Dios Soberano. (Ef 1:7; Heb 2:17)
Así que, por medio de Cristo, Dios ha abierto el camino que le permite “reconciliar de nuevo consigo mismo todas las otras cosas, haciendo la paz mediante la sangre que [Jesús] derramó en el madero de tormento”. Como resultado, los que en un tiempo estaban “alejados y eran enemigos” debido a que tenían la mente fija en la maldad podían beneficiarse de la reconciliación, que se logra “por medio del cuerpo carnal de [Jesús] mediante su muerte”, lo que permite que se les presente “santos y sin tacha y no expuestos a ninguna acusación delante de él”. (Col 1:19-22.) A partir de ese momento, Jehová Dios podía ‘declarar justos’ a los que seleccionase para ser sus hijos espirituales, quienes no estarían bajo ninguna acusación, pues ya estaban completamente reconciliados con Dios y en paz con Él. (Compárese con Hch 13:38, 39; Ro 5:9, 10; 8:33.)
¿Qué palabra griega usó Pablo en 1 Corintios 13:13, donde mencionó la fe, la esperanza y el amor y dijo que “el mayor de estos es el amor”? Aquí la palabra es ἀγάπη, ης, ἡ ,a·gá·pe, la misma que usó el apóstol Juan cuando dijo: “Dios es amor”. (1 Juan 4:8, 16.) Este es un amor guiado o regido por principios. Puede que incluya cariño y afecto, o puede que no, pero es una emoción altruista o un sentimiento hacia hacer el bien a los demás prescindiendo de si lo merecen o no, o de si el dador recibe o no beneficios en cambio. Esta clase de amor hizo que Dios diera lo que más atesoraba su corazón, su Hijo unigénito, Jesucristo, “para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) Como bien nos recuerda Pablo: “Apenas muere alguien por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir. Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:7, 8.) Sí, ἀγάπη, a·gá·pe hace el bien a otros sin tomar en consideración la posición que ocupan en la vida ni el costo por expresar tal amor.
El apóstol Juan muestra que el amor de Dios se hace perfecto en los cristianos que permanecen en unión con Él, observan la palabra de su Hijo y se aman unos a otros. (1Jn 2:5; 4:11-18.) Este amor perfecto echa fuera el temor y concede “franqueza de expresión”. El contexto muestra que Juan se refiere en este pasaje a la “franqueza de expresión para con Dios”, franqueza que habría de tenerse, por ejemplo, al orar. (1Jn 3:19-22; compárese con Heb 4:16; 10:19-22.) La persona en la que el amor de Dios alcanza una expresión plena, puede acercarse a su Padre celestial confiado, sin sentirse condenado en su corazón como si fuera un hipócrita o estuviera desaprobado. Sabe que observa los mandamientos de Dios y hace lo que le agrada a su Padre, por lo que se siente libre tanto para expresarse como para hacer sus peticiones a Jehová. No se siente como si Dios le restringiera el privilegio de lo que puede decir o pedir. (Compárese con Nú 12:10-15; Job 40:1-5; Lam 3:40-44; 1Pe 3:7.) Tampoco se inhibe por temores mórbidos ni se encamina al “día del juicio” con remordimientos de conciencia o algo que ocultar. (Compárese con Heb 10:27, 31.) Al contrario, igual que un niño que no teme pedir algo a sus amorosos padres, el cristiano en quien el amor está plenamente desarrollado se siente seguro de que “no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye. Además, si sabemos que nos oye respecto a cualquier cosa que estemos pidiendo, sabemos que hemos de tener las cosas pedidas porque se las hemos pedido a él”. (1Jn 5:14, 15.)
Sin embargo, este ‘amor perfecto’ no echa fuera todo temor. No elimina el temor reverencial y filial a Dios, que nace de un profundo respeto por la posición que Él ocupa, su poder y su justicia. (Sl 111:9, 10; Heb 11:7.) Tampoco suprime el temor normal, gracias al cual una persona puede evitar el peligro y proteger su vida, ni el temor causado por un peligro repentino. (Compárese con 1Sa 21:10-15; 2Co 11:32, 33; Job 37:1-5; Hab 3:16, 18.)
Además, la unidad completa se consigue por medio del “vínculo perfecto” del amor, lo que hace que los verdaderos cristianos sean “perfeccionados en uno”. (Col 3:14; Jn 17:23.) Naturalmente, esta perfección también es relativa y no significa que desaparecerán todas las diferencias de personalidad, como aptitudes, hábitos, conciencia y otros factores individuales afines. Sin embargo, cuando se alcanza, su plenitud conduce a acción, creencia y enseñanza unificadas. (Ro 15:5, 6; 1Co 1:10; Ef 4:3; Flp 1:27.)
Según el contexto, Juan hablaba de la franqueza de expresión, específicamente de la relación entre el amor a Dios y la franqueza de expresión para con él. Esta conclusión se desprende de lo que leemos en el versículo 17: “Así es como el amor ha sido perfeccionado con nosotros, para que tengamos franqueza de expresión en el día del juicio”. La intensidad con la que el cristiano ama a Dios y percibe el amor de Dios hacia él influye directamente en el grado de franqueza de expresión que tiene al dirigirse a Jehová en oración.
La expresión (ἡ ἀγάπη αὐτοῦ τετελειωμένη,he agapé autú teteleiomené, del verbo τελειόω ; completar, perfeccionar) traducida “amor perfecto” es significativa, pues en la Biblia la palabra “perfecto” no siempre significa perfección en sentido absoluto, es decir, hasta el máximo grado, sino en sentido relativo. Por ejemplo, en su Sermón del Monte, Jesús dijo: “Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto”. Lo que Jesús quiso enseñar a sus seguidores es que si solo amaban a quienes los amaban a ellos, su amor sería incompleto, deficiente y defectuoso. Debían perfeccionar o hacer pleno su amor amando incluso a sus enemigos. De igual manera, cuando Juan escribió acerca del “amor perfecto”, se refería a un amor sincero a Dios, plenamente desarrollado y que abarcase todo aspecto de la vida (Mateo 5:46-48; 19:20, 21).
Cuando el cristiano se dirige a Dios en oración, es muy consciente de su pecaminosidad e imperfección. Sin embargo, si ama a Dios plenamente y con la misma intensidad percibe que Jehová lo ama, no teme que se le condene o rechace. Al contrario, expresa con franqueza lo que hay en su corazón y pide perdón sobre la base del sacrificio redentor que Dios, por amor, suministró mediante Jesucristo. Está seguro de que Dios oye favorablemente sus peticiones.
¿Cómo podemos ser ‘perfeccionados en el amor’ y así ‘echar fuera el temor’ a ser condenados o rechazados? “Cualquiera que sí observa [la] palabra [de Dios], verdaderamente en esta persona el amor a Dios ha sido perfeccionado”, dijo el apóstol Juan (1 Juan 2:5). Medite en lo siguiente: si Dios nos ama a pesar de que somos pecadores, ¿no nos amará aún más si nos arrepentimos de verdad y ‘observamos su palabra’ con diligencia? (Romanos 5:8; 1 Juan 4:10.) En realidad, mientras nos mantengamos fieles, podemos tener la misma seguridad que tenía Pablo cuando dijo acerca de Dios: “El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?” (Romanos 8:32).
Por tanto si comparamos, primera de Juan 4:18 nos dice: “No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor” y la declaración de Pedro escribió: “Tengan amor a toda la asociación de hermanos, estén en temor de Dios”. (1 Pedro 2:17.) Armonizamos estos dos versículos si vemos el contexto. La clave está en que los dos apóstoles hablaban de diferentes clases de temor.
Veamos primero el consejo de Pedro. El contexto indica que Pedro estaba dando consejo inspirado a sus compañeros cristianos sobre la actitud que deberían tener con respecto a las personas que ocupan puestos de autoridad. En otras palabras: hablaba de cómo debe considerarse la sujeción en ciertos ámbitos. Por ello, aconsejó a los cristianos que se sujetaran a los hombres que ostentaban cargos de autoridad en los gobiernos humanos, como los reyes y los gobernadores. (1 Pedro 2:13, 14.) Más adelante, Pedro escribe: “Honren a hombres de toda clase, tengan amor a toda la asociación de hermanos, estén en temor de Dios, den honra al rey”. (1 Pedro 2:17.)
En vista del contexto, está claro que cuando Pedro escribió que los cristianos debían estar “en temor de Dios”, quiso decir que debían tener un respeto profundo y reverencial a Dios, un temor de desagradar a la autoridad suprema. (Compárese con Hebreos 11:7.)
¿Qué puede decirse de las palabras del apóstol Juan? Unos versículos antes, en el mismo capítulo 4, el apóstol habla de la necesidad de poner a prueba “las expresiones inspiradas”, como las que proceden de los falsos profetas. Esas expresiones de ningún modo se originan de Jehová Dios; proceden del mundo inicuo o reflejan su espíritu.
Ahora bien, los cristianos ungidos “se originan de Dios”. (1 Juan 4:1-6.) Por ello, Juan los exhortó del siguiente modo: “Amados, continuemos amándonos unos a otros, porque el amor es de Dios”. Dios tomó la iniciativa en la manifestación del amor, pues “envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados”. (1 Juan 4:7-10.) ¿Cuál debería ser nuestra respuesta?
Sin duda, deberíamos permanecer en unión con nuestro Dios de amor. No debería darnos miedo ni deberíamos temblar ante la perspectiva de acercarnos a él en oración. Un poco antes, Juan aconsejó: “Si nuestro corazón no nos condena, tenemos franqueza de expresión para con Dios; y cualquier cosa que le pedimos la recibimos de él, porque estamos observando sus mandamientos”. (1 Juan 3:21, 22.) En efecto, una buena conciencia nos da la libertad de acercarnos a Dios sin que el temor nos paralice o nos cohíba. Amamos a Jehová y nos sentimos libres de dirigirnos o acercarnos a él en oración. A este respecto, “no hay temor en el amor”.
Combinemos ahora las dos ideas. El cristiano debe tener siempre un temor reverencial a Jehová, que emana de un profundo respeto a su posición, poder y justicia. Pero también amamos a Dios como nuestro Padre y nos sentimos cerca de él y con libertad de hablarle. No nos cohíbe ningún pavor y confiamos en que podemos acercarnos a él, como un niño se siente libre de acercarse a su padre que lo ama. (Santiago 4:8.)
¿Qué más pueden hacer ustedes, padres, para que sus hijos aprendan a amar a Jehová? Tener presentes las siguientes palabras del apóstol Juan: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios’, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 4:20, 21). Por tanto, si enseñan a los hijos a amar a sus hermanos cristianos, también les estarán enseñando a amar a Dios. Pregúntense: “¿Cuál es el tono dominante de mis comentarios sobre la congregación? ¿Es un tono positivo, o crítico?”. Para determinarlo, presten mucha atención a lo que dicen sus hijos sobre las reuniones y los miembros de la congregación. Los comentarios de ellos seguramente reflejarán lo que piensan ustedes
La lealtad a Jehová Dios también exige que seamos leales a sus siervos en la Tierra, nuestros compañeros cristianos. El apóstol Juan señala esto claramente al recordarnos lo siguiente: “El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto”. (1 Juan 4:20.) Las imperfecciones de otros pudieran someter a prueba nuestra lealtad a este respecto. Por ejemplo, algunos que se han sentido ofendidos han manifestado cierta debilidad en su lealtad a la organización de Jehová al dejar de asistir a las reuniones cristianas. Otra prueba de la lealtad a nuestros hermanos surge cuando personas a quienes Jehová utiliza para llevar la delantera cometen un error de juicio. A veces algunos han usado esas equivocaciones como excusa para resentirse y desasociarse de la organización visible de Jehová. Pero ¿está justificado su proceder? ¡De ninguna manera!
¿Por qué no están justificadas esas personas al abandonar la organización de Dios? Porque Su Palabra nos asegura: “Paz abundante pertenece a los que aman tu ley [la de Jehová], y no hay para ellos tropiezo”. (Salmo 119:165.) También, se nos manda que ‘tengamos amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados’. (1 Pedro 4:8; Proverbios 10:12.) Además, suponga que alguien fuera a separarse del pueblo de Jehová. ¿Adónde iría? ¿No se encara con la misma cuestión que afrontaron los apóstoles de Jesús cuando él les preguntó si también querían dejarlo? Bien respondió el apóstol Pedro: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna”. (Juan 6:68.) Solo se podría ir a “Babilonia la Grande”, el imperio mundial de la religión falsa, o a las garras de la “bestia salvaje” política de Satanás. (Revelación 13:1; 18:1-5.) En la mayoría de los casos los desleales que han abandonado la organización visible de Jehová han hecho causa común con los que se hallan en “Babilonia la Grande”, que deshonra a Dios.
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Estudio 1ª carta de Juan , capítulo 1
Por Erich2030
PRIMERA CARTA DE JUAN
CAPÍTULO 1 Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos observado y han palpado nuestras manos respecto a la palabra de la vida 2 (sí, la vida fue manifestada, y nosotros hemos visto y estamos dando testimonio y contándoles de la vida eterna que estaba con el Padre y nos fue manifestada), 3 lo que hemos visto y oído, se lo estamos contando también a ustedes, para que ustedes también estén unidos a nosotros. Y nosotros estamos unidos al Padre y su Hijo, Jesucristo. 4 Escribimos estas cosas para que nuestra felicidad sea completa.
5 Este es el mensaje que oímos de él y que les estamos anunciando: Dios es luz y en él no hay oscuridad alguna. 6 Si decimos “Estamos unidos a él” pero seguimos andando en la oscuridad, estamos mintiendo y no estamos practicando la verdad. 7 Sin embargo, si andamos en la luz, así como él mismo está en la luz, estamos unidos entre nosotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
8 Si decimos “No tenemos pecado”, nos estamos engañando a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, como él es fiel y justo, perdona nuestros pecados y nos limpia de toda injusticia. 10 Si decimos “No hemos pecado”, lo estamos haciendo quedar como mentiroso y su palabra no está en nosotros.
1 Ο ΗΝ ΑΠ' ΑΡΧΗΣ, ὃ ἀκηκόαμεν, ὃ ἑωράκαμεν τοῖς ὀφθαλμοῖς ἡμῶν, ὃ ἐθεασάμεθα καὶ αἱ χεῖρες ἡμῶν ἐψηλάφησαν, περὶ τοῦ λόγου τῆς ζωῆς 2 καὶ ἡ ζωὴ ἐφανερώθη, καὶ ἑωράκαμεν καὶ μαρτυροῦμεν καὶ ἀπαγγέλλομεν ὑμῖν τὴν ζωὴν τὴν αἰώνιον ἥτις ἦν πρὸς τὸν πατέρα καὶ ἐφανερώθη ἡμῖν 3 ὃ ἑωράκαμεν καὶ ἀκηκόαμεν ἀπαγγέλλομεν καὶ ὑμῖν, ἵνα καὶ ὑμεῖς κοινωνίαν ἔχητε μεθ' ἡμῶν· καὶ ἡ κοινωνία δὲ ἡ ἡμετέρα μετὰ τοῦ πατρὸς καὶ μετὰ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ Ἰησοῦ Χριστοῦ· 4 καὶ ταῦτα γράφομεν ἡμεῖς ἵνα ἡ χαρὰ ἡμῶν ᾖ πεπληρωμένη.
5 Καὶ ἔστιν αὕτη ἡ ἀγγελία ἣν ἀκηκόαμεν ἀπ' αὐτοῦ καὶ ἀναγγέλλομεν ὑμῖν, ὅτι ὁ θεὸς φῶς ἐστὶν καὶ σκοτία «οὐκ ἔστιν» ⇔ «ἐν αὐτῷ» οὐδεμία. 6 Ἐὰν εἴπωμεν ὅτι κοινωνίαν ἔχομεν μετ' αὐτοῦ καὶ ἐν τῷ σκότει περιπατῶμεν, ψευδόμεθα καὶ οὐ ποιοῦμεν τὴν ἀλήθειαν· 7 ἐὰν δὲ ἐν τῷ φωτὶ περιπατῶμεν ὡς αὐτὸς ἔστιν ἐν τῷ φωτί, κοινωνίαν ἔχομεν μετ' ἀλλήλων καὶ τὸ αἷμα Ἰησοῦ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ καθαρίζει ἡμᾶς ἀπὸ πάσης ἁμαρτίας. 8 Ἐὰν εἴπωμεν ὅτι ἁμαρτίαν οὐκ ἔχομεν, ἑαυτοὺς πλανῶμεν καὶ ἡ ἀλήθεια οὐκ ἔστιν ἐν ἡμῖν. 9 ἐὰν ὁμολογῶμεν τὰς ἁμαρτίας ἡμῶν, πιστός ἐστιν καὶ δίκαιος ἵνα ἀφῇ ἡμῖν τὰς ἁμαρτίας καὶ καθαρίσῃ ἡμᾶς ἀπὸ πάσης ἀδικίας. 10 Ἐὰν εἴπωμεν ὅτι οὐχ ἡμαρτήκαμεν, ψεύστην ποιοῦμεν αὐτὸν καὶ ὁ λόγος αὐτοῦ οὐκ ἔστιν ἐν ἡμῖν.
V. 2 ἐφανερώθη , ( ephanerōthē ) fue manifestada, del verbo φανερόω, ( phaneroó) manifestar, revelar, hacer visible.
V. 3 κοινωνία, ας, ἡ. ( koinónia ) participación, unión , compañerismo, (estar) unidos.
V. 4 χαρά, ᾶς, ἡ , (xhara) felicidad, gozo.
V. 5 ὁ θεὸς φῶς ἐστὶν καὶ σκοτία οὐκ ἔστιν ἐν αὐτῷ οὐδεμία. Dios es luz y en él no hay oscuridad alguna. σκοτία, ας, ἡ ( skotía) obscuridad.
οὐδείς, οὐδεμία, οὐδέν ( oudeis , oudemia, ouden) "nadie, nada en absoluto") es una poderosa conjunción negadora. Excluye por definición, es decir, "cierra la puerta" objetivamente y no deja excepciones.
V. 6 κοινωνίαν ἔχομεν μετ' αὐτοῦ : estar unidos a él, tener compañerismo o participación con él.
ἐν τῷ σκότει περιπατῶμεν : seguimos andando en la oscuridad.
Περιπατέω (peripateo) andar, conducir mi vida, vivir.
ψευδόμεθα καὶ οὐ ποιοῦμεν τὴν ἀλήθειαν·: estamos mintiendo y no estamos practicando la verdad.
Ψεύδομαι ( pseudomai) mentir. Ποιέω ( poieo) hacer, practicar.
V. 7 ἐν τῷ φωτὶ περιπατῶμεν : andamos en la luz ; κοινωνίαν ἔχομεν μετ' ἀλλήλων :estamos unidos entre nosotros ; τὸ αἷμα Ἰησοῦ τοῦ υἱοῦ αὐτοῦ καθαρίζει ἡμᾶς ἀπὸ πάσης ἁμαρτίας. : la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Καθαρίζω ( katharizó) limpiar.
V. 8 πλανῶμεν (planomen) de πλανάω (planaó 😞 engañar, desviar, andar errante.
V. 9 ὁμολογέω ( homologeó ) (de homoú, "juntos" y légō, "llegar a una conclusión") expresar la misma conclusión, estar de acuerdo , confesar,declarar, admitir.
Ἀφίημι ( aphiémi ). enviar lejos, perdonar. Καθαρίζω ( katharizó ) limpiar, hacer puro.
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Para comenzar, Juan habla de una “participación o unión ” gozosa. ( 1 Juan 1:1-4.) Jesús, “la palabra de la vida”, estuvo con Jehová “desde el principio” como la primera creación de Dios, y por medio de él “todas las demás cosas fueron creadas”. (Colosenses 1:15, 16.) Algunos apóstatas del primer siglo alegaban que no tenían pecado y negaban el lugar que con derecho Cristo ocupa en el arreglo divino. Pero los apóstoles de Jesús lo oyeron hablar, lo contemplaron atentamente y lo tocaron. Supieron que el poder de Dios operaba mediante él. Por lo tanto, había el testimonio de testigos oculares de que él era el Hijo de Dios que había vivido, sufrido y muerto como humano. Él es “la palabra de la vida” porque “vida [eterna] fue manifestada” mediante Jesús, por medio de quien Dios ha provisto el rescate. (Romanos 6:23; 2 Timoteo 1:9, 10.)
Por lo que los apóstoles dijeron y escribieron ‘dieron testimonio’ del humano inmaculado Jesucristo. Juan dio ‘informe’ de esto para que los ungidos tuvieran una “participación”, o asociación, con otros herederos del Reino, con el Padre y con su Hijo. Esta “participación” denota unidad y es causa de gran gozo. (Salmo 133:1-3; Juan 17:20, 21.) Los apóstatas que odian a sus ex compañeros en el servicio de Jehová ya no tienen esa clase de asociación con Dios ni con Cristo.
A continuación se declara un “mensaje” que los apóstoles recibieron de Jesús. ( 1 Juan 1:5-7.) Es este: “Dios es luz y no hay oscuridad alguna [nada profano, inmoral, falso o inicuo] en unión con él”. Por lo tanto, los testigos de Jehová evitan toda práctica relacionada con la oscuridad. (Job 24:14-16; Juan 3:19-21; Romanos 13:11-14; 2 Corintios 6:14; 1 Tesalonicenses 5:6-9.) Dado que algunos apóstatas no creían que había obras pecaminosas, se encontraban en oscuridad espiritual. Alegaban que tenían un conocimiento secreto, pero Dios es luz y no oscuridad secreta. Él da luz espiritual solamente a sus testigos fieles. (Mateo 5:14-16; 1 Pedro 2:9.)
Si decimos que tenemos una “unión ” con Dios, pero “seguimos andando en la oscuridad”, llevando una vida pecaminosa, “estamos mintiendo y no estamos practicando la verdad”, o viviendo en armonía con ella. Pero si seguimos un derrotero que armoniza con la verdad, estamos en la luz, tal como lo está Dios. De manera que tenemos una “unión o participación” con los compañeros cristianos, todos los cuales están unidos en doctrina, en el punto de vista espiritual, en la obra de hacer discípulos y en otros aspectos de la adoración pura.
A diferencia de algunos apóstatas primitivos, los que ‘andamos en la luz’ reconocemos que el pecado es inmundo. La sangre de Jesús “nos limpia de todo pecado” porque no somos pecadores voluntariosos. (Mateo 12:31, 32.) De veras estamos agradecidos de que Dios muestre misericordia aun a los cristianos que yerran y se arrepienten. (Salmo 103:8-14; Miqueas 7:18, 19.)
En sentido espiritual, la oscuridad tiene que ver con la ignorancia y la desesperanza que hay en el dominio de Satanás... aunque Satanás con frecuencia finge ser un “ángel de luz”. (2 Corintios 4:4; 11:14; Efesios 6:12.) Por otra parte, la luz tiene que ver con el entendimiento y el esclarecimiento que provienen de Jehová Dios. Pablo habló de la luz cuando escribió: “Porque Dios es el que dijo: ‘De la oscuridad resplandezca la luz’, y él ha resplandecido en nuestros corazones para iluminarlos con el glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo”. (2 Corintios 4:6.)
La luz espiritual se identifica tan estrechamente con Jehová Dios que el apóstol Juan escribió: “Dios es luz”. (1 Juan 1:5; Revelación 22:5.)
Jehová ha puesto la luz a la disposición de todos mediante su palabra, que hoy se consigue libremente en forma escrita en la Santa Biblia. (Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19.) Por lo tanto, el salmista en realidad expresaba su amor a la luz cuando escribió: “¡Cómo amo tu ley, sí! Todo el día ella es mi interés intenso. Mi alma ha guardado tus recordatorios, y los amo en sumo grado”. (Salmo 119:97, 167.) ¿Ama usted la luz tanto como obviamente la amaba el salmista? ¿Lee regularmente la Palabra de Dios, medita en ella y se esfuerza con ahínco por aplicar lo que dice? (Salmo 1:1-3.) Si así es, usted está esforzándose por recibir un juicio favorable de Jehová.
Seguidamente Juan hace mención de la base que hay para la limpieza de pecados. ( 1 Juan 1:8–2:2.) Si decimos: “No tenemos pecado”, negamos el hecho de que todos los humanos imperfectos son pecadores y “la verdad no está en nosotros”. (Romanos 5:12.) Pero Dios es “fiel” y nos perdona ‘si le confesamos nuestros pecados’ con la clase de arrepentimiento que nos mueva a abandonar el mal. (Proverbios 28:13.) Con referencia a los que están en el nuevo pacto, Dios dijo: “No me acordaré más de su pecado”. (Jeremías 31:31-34; Hebreos 8:7-12.) Al perdonarlos, él es fiel a esa promesa.
Aún más, Dios es “justo” y siempre se apega a sus normas de justicia. Ha cumplido con la justicia por medio del rescate y puede ‘perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia’ si reconocemos nuestro estado pecaminoso con fe en el sacrificio de Jesús. (Hebreos 9:11-15.) Mediante su muerte el Mesías se llevó el pecado, tal como hacía el macho cabrío que con los pecados sobre sí se enviaba al desierto el Día de Expiación. (Levítico 16:20-22; Isaías 53:5, 8, 11, 12; 1 Pedro 2:24.) Ciertos apóstatas dijeron: “No hemos pecado”, haciendo ‘a Jehová un mentiroso’. Pero, “Dios [...] no puede mentir”, y su Palabra muestra que todos los humanos imperfectos son pecadores. (Tito 1:2; Eclesiastés 7:20; Romanos 3:23.) Pues, decir que “no hemos pecado” significaría que la palabra de Dios no está “en nosotros”, ¡que no la tenemos en el corazón! (Compárese con Hebreos 8:10.)
Juan escribe “estas cosas” acerca del pecado, el perdón y la limpieza para que no practiquemos el pecado. Sus palabras deberían movernos a luchar tenazmente para no pecar. (1 Corintios 15:34.) Pero si cometemos “un pecado” y nos arrepentimos, tenemos “un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo”, quien aboga ante Dios a favor nuestro. (Hebreos 7:26; compárese con Juan 17:9, 15, 20.) Jesús es “un sacrificio propiciatorio”. Su muerte satisfizo la justicia e hizo posible que Dios extendiera misericordia y removiera los cargos del pecado en el caso de los israelitas espirituales y en el de “todo el mundo”, incluso la “gran muchedumbre”. (Romanos 6:23; Gálatas 6:16; Revelación 7:4-14.) . Sin embargo, nunca debemos olvidar la advertencia del apóstol Juan: “Dios es luz y no hay oscuridad alguna en unión con él. Si hacemos la declaración: ‘Tenemos unión o participación con él’, y sin embargo seguimos andando en la oscuridad, estamos mintiendo y no estamos practicando la verdad”. (1 Juan 1:5, 6.)
Claramente cabe la posibilidad de que algunos cristianos caigan en la misma trampa en que cayeron los judíos y, aunque se les llame testigos de Dios, produzcan obras de la oscuridad.
De hecho, eso ocurrió en el primer siglo. Leemos de serias divisiones en Corinto. (1 Corintios 1:10-17.) El apóstol Juan tuvo que advertir a los cristianos ungidos que no se odiaran unos a otros, y Santiago tuvo que aconsejar a algunos para que no favorecieran a los ricos por encima de los pobres. (Santiago 2:2-4; 1 Juan 2:9, 10; 3 Juan 11, 12.) Además, cuando Jesús inspeccionó las siete congregaciones de Asia Menor, según se relata en el libro de Revelación, informó sobre la infiltración de obras de la oscuridad, entre ellas la apostasía, la idolatría, la inmoralidad y el materialismo. (Revelación 2:4, 14, 15, 20-23; 3:1, 15-17.) Así que en aquellos primeros días de la congregación cristiana una porción de los cristianos había abandonado la luz: algunos fueron expulsados y otros simplemente se deslizaron hacia “la oscuridad de afuera”. (Mateo 25:30; Filipenses 3:18; Hebreos 2:1; 2 Juan 8-11.)
Todos esos informes del primer siglo muestran maneras diferentes como la oscuridad del mundo de Satanás puede infiltrarse en el pensar de cristianos como individuos o hasta en congregaciones enteras. Debemos estar alerta para que eso nunca nos ocurra a nosotros. ¿Cómo podemos hacer eso?
Pablo aconsejó a los efesios que ya no estuvieran ‘mentalmente en oscuridad, y alejados de la vida que pertenece a Dios’. Para no volver a deslizarse a aquella oscuridad, tenían que cultivar actitudes de corazón que pertenecieran a la luz. Pablo dijo: “Ustedes deben desechar la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos; pero [...] deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente, y deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Efesios 4:18, 22-24.)
Por decirlo así, Pablo aconseja ahí cirugía radical... cortar y eliminar lo que antes era parte de nosotros, nuestra vieja personalidad, y permitir el desarrollo de todo un nuevo espíritu que ‘impulse la mente’. Y no hablaba a personas recién interesadas en la verdad, sino a cristianos bautizados. La transformación de nuestra personalidad no termina cuando nos bautizamos. Es un proceso continuo. Si dejamos de cultivar la nueva personalidad, es muy probable que vuelva a surgir la vieja personalidad con su orgullo, arrogancia y egoísmo. (Génesis 8:21; Romanos 7:21-25.) Esto podría llevarnos de nuevo a las obras de la oscuridad.
Recordemos que el alcanzar la vida eterna depende de que recibamos de Dios juicio favorable, juicio basado en cuánto amamos la luz. Después de aludir a este hecho, Jesús dijo: “El que practica cosas viles odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean censuradas. Pero el que hace lo que es verdad viene a la luz, para que sus obras sean puestas de manifiesto como obradas en armonía con Dios”. (Juan 3:19-21.)
Pablo apoyó ese pensamiento al escribir a los efesios: “Sigan andando como hijos de la luz, porque el fruto de la luz consiste en toda clase de bondad y justicia y verdad”. (Efesios 5:8, 9.) De modo que nuestras obras muestran si somos hijos de la luz o hijos de la oscuridad. Pero las obras correctas solo pueden brotar de un buen corazón.
Por eso tenemos que vigilar el corazón, estar al tanto de que tenemos que seguir renovando nuestra personalidad, tener cuidado en cuanto al espíritu que impulsa nuestra mente. (Proverbios 4:23.)
En algunos casos esto ha sido un desafío especial para los hijos que han nacido de padres que ya eran testigos de Jehová dedicados. ¿Por qué? Pues, por un lado esos hijos disfrutan de una bendición maravillosa. El que alguien conozca la verdad desde su más tierna infancia significa, en efecto, que nunca ha tenido que experimentar directamente el estar en la oscuridad del mundo de Satanás. (2 Timoteo 3:14, 15.) Por otro lado, algunos niños en esa situación dan por sentada la verdad y nunca aprenden a realmente amar la luz. Eso fue lo que sucedió en el caso de la mayoría de los judíos del primer siglo. Se criaron como parte de una nación dedicada a Jehová, y hasta cierto grado tenían conocimiento de la verdad. Pero la verdad no estaba en su corazón. (Mateo 15:8, 9.)
Los padres cristianos tienen ante Dios la responsabilidad de criar a sus hijos en la luz. (Deuteronomio 6:4-9; Efesios 6:4.) Pero al fin de cuentas el hijo mismo tiene que llegar a amar la luz más que la oscuridad. Tiene que hacer suya la luz de la verdad. A medida que crece, puede que algunas características del mundo de Satanás le parezcan atractivas. Los estilos de vida despreocupados e irresponsables de otros jóvenes quizás le parezcan emocionantes. El escepticismo que se enseña en la sala de clases pudiera ser seductor. Pero nunca debe olvidar que, más allá de la luz, ‘la oscuridad cubre la tierra’. (Isaías 60:2.) A la larga, este mundo oscurecido no tiene nada bueno que ofrecer. (1 Juan 2:15-17.)
El rey David escribió: “Contigo [Jehová] está la fuente de la vida; por luz de ti podemos ver luz. Continúa tu bondad amorosa a los que te conocen”. (Salmo 36:9, 10.) Los que aman la luz llegan a conocer a Jehová, y esto puede significar vida para ellos. (Juan 17:3.) Por Su bondad amorosa, Jehová los apoya ahora, y cuando la gran tribulación azote, los llevará a través de ella a un nuevo mundo. Eso lo podemos experimentar si evitamos ahora la oscuridad del mundo de Satanás. En el nuevo mundo la humanidad será restaurada a vida perfecta en el Paraíso. (Revelación 21:3-5.) Los que entonces reciban un juicio favorable tendrán la perspectiva de disfrutar de la luz de Jehová para siempre. ¡Qué gloriosa perspectiva! ¡Y qué poderoso incentivo tenemos ahora para ‘quitarnos las obras que pertenecen a la oscuridad y vestirnos las armas de la luz’! (Romanos 13:12.)
Sabemos que Jehová tiene el derecho de decir qué cosas son pecado. Y nos esforzamos al máximo por evitarlas. Pero, cuando pecamos, se lo confesamos en oración ( 1 Juan 1:9). Y, si se trata de un pecado grave, buscamos la ayuda de los ancianos, pues Jehová los ha nombrado para que nos cuiden (Sant. 5:14-16). Ahora bien, no deberíamos permitir que los sentimientos de culpa por errores pasados nos aplasten. ¿Por qué no? Porque nuestro cariñoso Padre dio el sacrificio de su Hijo para que se nos puedan perdonar los pecados. Cuando Jehová dice que perdonará a los pecadores arrepentidos, cumple su palabra. Así que podemos servirle con la conciencia limpia (1 Juan 2:1, 2, 12; 3:19, 20)
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lista de canciones para discursos publicos Cantemos con Gozo a Jehova
Por victor ramirez gumeta 2
Hola hermanos les dejo la lista de canciones para los discursos públicos con el nuevo cancionero
Cantemos con Gozo a Jehova espero les sea de utilidad
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